Liu Cixin es el autor chino de ciencia ficción más leído y conocido, aunque creo que poco allende sus fronteras. Cuando me interesé por este libro, no lo sabía, y pensaba que Cixin era un autor chino pero que estaría afincando en los EEUU o Inglaterra, y escribiría en inglés. No es así: Liu Cixin escribe en chino, y el libro que he leído es su traducción al inglés.
Soy bastante reacio a leer libros de autores chinos, japoneses o indios. Como no sé su idioma, pero sé qué es complicado, siempre tengo muchas dudas sobre qué tendrá que ver la traducción que estoy leyendo con lo que haya escrito el autor. El fenómeno es especialmente acusado con los Haikus, que tan de moda estuvieron hace unos años. Pero, bueno, qué se le va a hacer. Al menos este libro está traducido (al inglés) por un chino bilingüe que ademas ha escrito cuentos de ciencia ficción. La nota del traductor parece tranquilizadora sobre el grado de aproximación que pueda tener la versión traducida a la original. En todo caso, me temo que esto es lo más que me voy a poder aproximar a leer en chino.
Por otro lado, he de decir que opté por leer la traducción inglesa, aunque existe una española, por creer que ésta igual era una traducción de la versión inglesa, y no directamente del chino. Esto pasa con muchas obras asiáticas, cuyas traducciones al español son en realidad traducción de la versión (típicamente) francesa al español. Si no me gusta leer traducciones, ya las traducciones de segunda mano os podéis imaginar. En todo caso, conste que la española es también directa, y seguramente merezca la pena.
Ya entrando en el libro, estamos ante una novela de ciencia ficción pura, esto es, de las que no tienen demasiada aventura y sí mucha ciencia. Vamos, lo que es el género clásico. De hecho, todo el relato e incluso el estilo parecen supeditados a las ideas "científicas" sobre las que el autor construye la trama. Por ello, me ha resultado una novela demasiado ingenúa, y aparte de las ideas científicas que ahora comentaré, y alguna reflexión al hilo, no me ha resultado atractiva.
En cuanto a las ideas científicas, Cixin juega con la nanotecnología, el manejo las partículas atómicas y subatómicas, y la física clásica. Es un problema de esta última el que da título a la novela: el problema de los tres cuerpos, consistente en resolver cómo funciona un sistema gravitatorio formado por tres sólidos similares. Se demuestra que este sistema es impredecible y muy dependiente de las condiciones iniciales. Ello se utilizar para explicar la evolución de la civilización de un planeta sujeto a tres soles, inicialmente en un videojuego.
La historia transcurre en China, pero apenas hay referencias a la vida cotidiana, por lo que poco podemos aprender de las costumbres actuales en el gigante asiático. Más información se proporciona sobre los sucesos de la Revolución Cultural, que es cuando empieza el relato, y es quizá esta parte la más interesante del libro, por lo menos, hasta las partes finales.
En estas, el foco está en el "desdoble" de las partículas atomicas y en su proyección sobre nuestro mundo tridimensional. Es apasionante la descripción que hace Cixin de ambos fenómenos, proporcionando una intución de los mismos que no creo que se pueda adquirir simplemente estudiando física cuántica. Cixin describe el desdoblamiento como una multiplicación del tamaño al pasar de una dimensión superior a una inferior (algo parece a cómo se multiplica el tiempo al soñar que estás soñando, véase Inception de Chistopher Nolan).
Así, si se asume que un protón tiene 11 dimensiones, Cixin imagina como un plano colosal, capaz de cubrir un planeta, su desdoblamiento hasta la segunda dimensión; o como una línea infinita, su desdoblamiento hasta la primera dimensión. Si luego se pliega, va reduciendo su tamaño, aunque a partir de la cuarta dimensión ya no seríamos capaces de percibirlo, solo detectariamos su proyección en tres dimensiones.
Son estos pasajes sin duda lo mejor del libro, donde la imaginación y visión de Cixin luce en todo su esplendor. El resto es basurilla narrativa con más agujeros que un Gruyere, pero que sirve como disculpa a Cixin para estas pajas mentales.
Parece que este libro es el primero de una trilogía, pero me temo que mi entusiasmo por él no alcanza para que dé más cancha al autor. Eso sí, fue bonito mientras duró.
Cierro con un par de citas llamativas (traducción, del inglés, mía)
"El propio universo era transparente; conforme más aguda fuera tu visión, podías ver tan lejos como quisieras"
"La obtención del despertar moral requirió una fuerza externa a la raza humana".
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