John Boyne saltó a la fama por su novelita "El niño del pijama a rayas". Un servidor pensaba que era flor de un día, pero resulta que el señor Boyne tiene bastantes libros, e incluso se ha vuelto a oír su nombre con la públicación del último, "El niño en la cima de la montaña". Boyne es irlandés, y no deja de ser curiosa la extraordinaria cuota de escritores irlandeses de éxito respecto a su población. De allí nos vienen Oscar Wilde, James Joyce o más recientemente Frank McCourt.
El caso es que como el primer libro citado me gustó bastante, al ver que tenía otras obras, decidí leer algo más de él. Y opté por este sobre Barnaby Brocket como podría haber escogido cualquier otro. Tras su lectura, entiendo mejor por qué el resto de libros de Boyne han pasado sin pena ni gloria.
Boyne escribe fácil y bien, el libro se lee en un soplo. Pero no por ello deja de ser menos prescindible. Es un libro sin nada interesante que aportar, ni siquiera algún requiebro final para sorprendernos. Supuestamente es una reflexión sobre lo que significa ser "normal". Pero tiene un punto de partida tan absurdo, que pierde la gracia toda posible reflexión sobre una base tan cenagosa.
Y es que el tal Barnaby Brockett resulta ser que es un niño flotante! Vamos, que si lo sueltas sube como un globo. Muy verosimil para tener empatía con él. Vive con sus padres y sus dos hermanos, y el problema es que los primeros, por sendos "traumas" infantiles que nos explica el autor, tienen horror a llamar la atención, esto es, a no ser considerados normales. Ello hará que en un momento de la novela tomen una decisión expeditiva sobre el paradero de su hijo "raro", y esa es la terrible cosa que le pasa en un sitio de Sidney llamado Mrs. Macquarie's Chair.
Ello le lleva de viaje a través del Pacífico hasta Brasil, de allí a Nueva York, luego Canadá, África y finalmente al espacio, sitios en los que irá conociendo a gente especial, algunos más normales (el par de lesbianas brasileñas) y otros menos (el tipo con patas de pato o el amigo con garfios en vez e manos).
No hay lógica alguna en los trayectos que se explique ex post, ni en los personajes que encuentra, ni realmente en nada de lo que le pasa. Así que termina siendo una narración bien hecha pero insulsa, que no invita a la reflexión porque se asienta en bases arbitrarias.
Alguien me podría acusar de estar pidiendo demasiado de un libro que parece infantil. Yo le diría que parece extraño meter lesbianas en la narración si el cuento es realmente infantil. Pero que, en todo caso, los niños se merecen un respeto, como bien nos muestran las novelas de Kästner, y este libro no se lo tiene: ¿de verdad los padres pueden ser tan unidimensionales en este caso? ¿Y eso de quedarse dormido en el viaje en tren Sao Paulo-Rio de Janeiro y despertar en Nueva York? Al menos se trata de un libro corto.
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