África es una gran desconocida, y quizá le quede todavía mucho tiempo de serlo. En nuestras lecturas, viajes, películas y series, nos tropezamos constantemente con los otros continentes, pero rara vez con África. Tenemos una vaga idea de la historia de muchos países de todos los continentes, pero escasísima de lo que pasó y pasa en África (con la excepción los países mediterráneos, claro, con los que compartimos legado romano).
Es por ello que de vez en cuando me fuerzo a leer cosas sobre África, para no dejarla descolgada en el conocimiento que voy adquiriendo de otros continentes. Hubo un libro que me encantó, "Ébano", de Ryszard Kapuściński, y confieso que tenía alguna esperanza de redescubrir éste en el que ahora comento. Evidentemente, no iba a ser el caso, como el título revela fácilmente al lector más atento que yo.
Y es que este libro es en realidad una colección de breves monografías sobre distintos aspectos del continente africano, obviamente hasta alcanzar las 100 que le dan título. La mayor parte de las monografías corresponden a los países africanos, habiendo un artículo por cada país. También hay unas cuantas dedicadas a personajes, perdón, políticos relevantes en el devenir del continente africano. Por último, hay una tercera categoría de "Varios" en que se habla de aspectos generales, como pueda ser el cine, el petróleo, los diamantes o el SIDA.
Estas monografías se complementan con unas cuantas tablas cronológicas de sucesos recientes (bueno, del siglo XX hasta 2005) en el continente, y con una selección de discursos de, sí, políticos en determinados momentos relevantes, como por ejemplo el de Mandela al ser nombrado presidente de Sudáfrica.
El libro es interesante, sobre todo para el amateur que sabe poco de África, como es mi caso. Las monografías de cada país incluyen un breve esbozo de su historia, lo que me ha resultado lo más interesante del libro. Y eso que esa historia está necesariamente obsoleta, ya que solo llega hasta 2005, momento de publicación de la obra. En todo caso, es en estos párrafos donde más potencial de aprendizaje hay. Por ejemplo, así he sabido que Etiopía es el único país de África que no ha sufrido nunca colonización por países europeos, pese al intento de Italia antes de la 2ª Guerra Mundial, y es al único país al que se reconoce una victoria sobre los colonizadores.
Por su parte, las biografías de personajes relevantes, siempre politicos, resultan un tanto redundantes con las historias de los países en que ejercieron, por lo que son bastante menos interesantes. Por último, la sección de varios adolece de una visión socialista y estatista de la vida (ya apuntada al seleccionar únicamente políticos como "claves" de África), que hace su lectura en muchos casos insufrible cuando no directamente irrelevante. Los autores son periodistas, no tienen por qué saber de economía, claro. Pero resulta estresante que habiendo los problemas que hay en África, denuncien cosas como que el cine está poco desarrollado, o que los medios de comunicación no reciben ayudas. La capacidad de disociación de la gente no parece tener límites: a ver, si África es un continente pobre, ¿cómo esperas que se puedan gastar recursos en colegios u otras de las infraestructuras que tienen los países ricos?
Por ejemplo, me resulta insoportable la continúa confusión entre deuda de país y gobierno. Los países no se endeudan, África no se endeuda, no tiene capacidad para hacerlo. Los que se endeudan son los gobiernos de cada país, los políticos, contra el crédito de los individuos de sus países, pero sin contar con ellos. Habida cuenta del grado de corrupción que tienen muchos de estos gobiernos, la condonación de estas deudas o su renegociación, o lo que sea, solo puede ocurrir a consta de los ciudadanos y a favor de los políticos. Por ello, resulta un poco cansino leer a los señores Perret y Leymarie una y otra vez sobre el tema, al mismo tiempo que denuncian casi en cada país los elevados índices de pobreza.
Otro tema para la reflexión es el de los impulsores de las distintas instituciones políticas africanas. Pensar que gente como Gadaffi o los distintos dictadores estaban interesados en impulsar este tipo de organizaciones da mucho que pensar. Por ejemplo, sobre la ONU y la declaración de derechos humanos en que estuvo involucrada esa gran garante de los mismos que era la URSS.
Este libro es ciertamente interesante para quienes quieran conocer un poquillo sobre la historia de los países de África y sobre algunos fenómenos que afectan al continente. Está razonablemente bien escrito, y llega a ser hasta emotivo en algunos momentos. En su contra tiene su excesivo foco estatista-socialista, así como el foco francés (perfectamente explicable por la nacionalidad de los autores), y por otro lado su redundancia y obsolescencia. Si alguien está intersado en su lectura, quizá deba mirar primero si hay alguna versión más reciente.
Con todo, lo más interesante que van a encontrar los lectores empedernidos como un servidor es la lista de posibles nuevas lecturas de autores puramente africanos que se nos concede en el capítulo dedicado a la literatura. Yo me he apuntado Wole Soyinka y Albert Memmi, del que leeré sin duda "Portrait du Colonisé".
1 comentario:
Es cierto, qué poco atractivo suscita el continente. Y qué buen repaso le has dado a los autores y sus concepciones sobre la deuda y el gasto.
Publicar un comentario