lunes, 5 de marzo de 2018

El origen del hombre ("The Descent of Man, and Selection in Relation to Sex"), de Charles Darwin

Me da la impresión que con este libro me he pasado de frenada. Una cosa es estar interesado en el "state of the art" de la teoría de la evolución, y otra cosa muy distinta es que me interese la biología más allá de lo anecdótico. Y si bien Darwin es el padre de la teoría de la evolución, es, sobre todo, un biólogo científico. Así que quizá no debería sorprenderme de lo que he encontrado en este libro, que básicamente es una prolija acumulación de estudios biológicos de todas las especies, que permitían a Darwin probar que el hombre no era ninguna excepción a la teoría de la evolución.

Por supuesto, la tesis es fundamental, y da a Darwin motivos para plantearse cosas que sí me resultan de gran interés, sobre las que ahora hablaré. Mi problema con este libro no es esas cuestiones, sino como acabo de decir, la metodología utilizada, que al fin y al cabo consume el 90% del texto que se lee.

Para demostrar su hipotesis de que el hombre no es ajeno a la teoría de la evolución, esto es, que desciende de otras especies (en la actualidad generalmente aceptada), Darwin acumula ejemplos de rasgos comunes entre hombre y aquellas, por ejemplo, en referencia a enfermedades comunes, órganos inútiles presentes en el hombre y otras especies, o rudimentos de órganos.

El capítulo más interesante, para mi, es el que dedica a la búsqueda de pruebas de que también las facultades mentales del hombre encuentran ejemplos, obviamente de menos desarrollo, pero con distintos grados, en otras especies. Darwin revisa tanto facultades mentales en puridad (imitación, razonamiento, imaginación, lenguaje o memoria) como otras que ya son más bien sociales  (simpatia, religión, moral). Lo sorprendente es que encuentra ejemplos plausibles para todas ellas, algunos sobradamente conocidos.

Posteriormente, dedica un capítulo entero al tema de las razas, discutiendo la supuesta superioridad de unas sobre otras en términos científicos. Imagino que Darwin estaba lejos de poder imaginar las funestas consecuencias que su interés científico acarrearía en pocos años (los Fabianos y sus propuestas imperialistas y de eugenesia para mejorar la raza humana, estas últimas implementadas por Lenin y posteriormente por tantos otros, entre ellos, obviamente, Hitler, que, no obstante, no fue el pionero).

Y con esto termina la primera parte del ensayo, que como digo plantea preguntas interesantes, pero es demasiado científico-biológico para mi gusto. La segunda parte se centra en la evolución causada por la selección sexual, esto es, aquellos rasgos que no mejoran las perspectivas de supervivencia de la especie, sino que lo hacen de de unos determinados individuos, al situarles en una mejor situación competitiva para garantizarse los favores del otro sexo. El ejemplo paradigmático son las plumas del pavo real, que no mejoran su perspectiva de supervivencia en relación con, por ejemplo, el cerdo, pero sí sus posibilidades de trasmitir su "herencia" (Darwin aún no conoce la existencia de los genes) a sus descendientes.

Pues bien, si la primera parte me resultó aburrida por prolija, imaginad la perspectiva que me ofrecía esta segunda parte, en la que Darwin estudia sistemáticamente las diferencias en todas las especies superiores, empezando por los moluscos. Así que confieso que me salté todos los capítulos hasta llegar a los últimos, en que se centra en el ser humano. Aún así, el tratamiento sigue siendo exhaustivo en investigaciones, y por tanto poco atractivo para el lector medio. Eso sí, puede compensar por la acumulación de afirmaciones políticamente, no ya incorrectas, sino inadmisibles en la actualidad, ni siquiera para un científico. Atense los cinturones cuando hable de la capacidad mental del hombre respecto a la mujer.

¿Qué se puede aprovechar de este libro? Lo más curioso es poder asomarse a un genio en el proceso "raw" de plantearse y responderse cuestiones, acompañar a Darwin en las cuestiones que se hace sobre la mente y las relaciones sociales de los seres humanos. Darwin desconoce la genética, algo que se descubrirá unos cuantos años después, y por eso puede incluir en lo que el llama "herencia" tanto aspectos físicos como mentales y sociales.

En la actualidad, es claro que Darwin acierta con los dos primeros aspectos, que sí se transmiten genéticamente, pero falla a mi entender con los aspectos sociales, en los que tiende a afirmar que mejoran la perspectiva de supervivencia del grupo (en línea con el análisis de las razas que hace) y de alguna forma quedan grabados en su herencia.

Hoy sabemos que dichos aspectos sociales se transmiten mediante los llamados "memes", externos al individuo. Pero también sabemos que no todos los memes que sobreviven en su competición evolutiva son los que mejor garantizan la supervivencia del grupo (y tenemos como ejemplo paradigmático la vigencia de las ideas comunistas en muchos países).

La verdad es que hay pocas razones para recomendar la lectura de este libro en la actualidad, y no encuentro ninguna suficientemente convincente para el lector medio. Otra cosa es aquel que esté muy interesado en la biología, ese sí podrá sacar más juguillo a estas palabras de Darwin.

2 comentarios:

etrusk dijo...

https://etrusk.blogspot.com.es/2016/01/el-darwinismo-y-el-racismo-son.html

Ferhergón dijo...

Gracias Etrusk.
Conste que no estoy de acuerdo con tu análisis.