Segundo volumen de la trilogía que el autor dedica a la historia del comunismo-liberalismo. Lo original de Escohotado es que no se conforma con ahondar en los pensadores más próximos en el tiempo, sino que ahonda su investigación hasta las primeras civilizaciones, pasando por la Edad Media y el Renacimiento. Es a estos periodos a los que dedica el primer volumen, que se cierra con la Revolución Francesa.
En este segundo volumen, Escohotado cubre el periodo más rico en desarrollo ideológico, el comprendido entre la citada Revolución Francesa y la Revolución Rusa. Lógicamente, la mayor profundidad que exige la descripción, hace que este volumen, bastante más grueso que el primero, se centre en un periodo bastante menor, que apenas alcanza los 150 años.
Uno de los puntos algo decepcionantes, aunque comprensible, respecto al primer volumen, es que el autor abandona prácticamente la parte histórica correspondiente a la evolución de las instituciones, que es lo que más me gustó en el primer volumen. Aquí, el foco es parcialmente histórico, pero sobre todo de pensamiento y filosofia. A grandes rasgos, 5% sería evolución institucional, 25% historia, 70% evolución del pensamiento.
Otro problema que he encontrado en este texto es la pasión del autor por dar constantes saltos en el tiempo, hacia adelante y hacia atrás, para poner en referencia lo que está contando con algo que va a contar (o no) o con algo que ha contado. Como aquí se trata de un periodo relativamente corto, los saltos que da son en decenios, y uno se vuelve loco para seguirle. Por contra, y no sé si es porque me estoy acostumbrando a su estilo, este volumen me ha padecido menos pedante que el primero (una vez superada la insufrible introducción; ya aviso que en el tercer volumen la introducción es menos hostil) y hasta hay momentos en que don Antonio se permite toques de humor. Pocos, eso sí. "Por lo demás" (entrecomillo porque el autor abusa en su escrito de esta locución), el trabajo se centra en los sucesos de Inglaterra, Francia y Alemana, completado evidentemente por lo ocurrido en Rusia, y con miradas también a Estados Unidos y muy breve a España.
Dos son a mi entender las principales virtudes de este trabajo, de entre otras muchas.
La primera es que establece una relación suficientemente clara entre muchos autores de la época, que a todos nos suenan e incluso hemos leído, tanto en lo referencia a sus ideas concretas, como en la relación e influencia que pudieron tener en los autores posteriores. Escohotado nos traza un mapa muy solvente en el que localizar a muchísmos autores, empezando por Thomas Paine (padre del Estado del Bienestar), Goodwin (opuesto a los gobiernos que fomentan nuestra ignorancia) y llegando al mismísimo Lenin. Por el camino aparecen, sin ánimo de ser exhaustivo: Hegel, Robert Owen, Saint Simon, Comte, Bakunin, Proudhon, Cobden, Lassalle, Herzen, Kropotkin, Sorel, Rosa Luxemburgo, Bebel, Liebknecht, Bernstein, Kautsky, Max Weber y tantos otros. Y, por supuesto, las absolutas estrellas del reparto, Engels de telonero, y Marx en el centro del escenario.
A Marx le dedica amplio espacio, tanto a su biografia, como a sus ideas y sus influencias. Estas son tres, para Escohotado: la dialéctica amo-siervo de Hegel, la visión del proceso industrial de Saint Simon, y la plusvalia de Ricardo. Cosas interesantes a saber: Marx no terminó su obra magna, de la que solo escribió el primer volumen. Los otros dos fueron terminados con gran penosidad por Engels a partir de las notas de su admirado ídolo. Apunta Escohotado que posiblemente Marx tuvo conocimiento de la teoría marginalista del valor a media obra, teoría que dinamitaba su visión del valor-trabajo-plusvalia, y que le hubiera forzado a reescribir su obra magna. Como el hombre no era de natural esforzado, decidió optar por la vía alternativa de controlar la Segunda Internacional del Trabajo como medio para llevar a la práctica sus postulados, aunque ya sin base teórica.
La segunda virtud tiene que ver con algunos de los acontecimientos históricos que el autor ha descubierto y desempolva para disfrute y conocimiento del lector. Destacan entre estos los episodios comunistas acaecidos en los EEUU. Así, nos presentará a Icaria, la Brook Farm y Nueva Armonia, ésta creación de Owen tras hacerse rico en otro experimento social, New Lanark en Escocia (asociado con Dale y Arkwright). Concluye Escohotado de estos experimentos es que pueden funcionar cuando hay unas creencias y convicciones comunes en los asociados (como ocurre con los Cuaqueros de Penn y otras asociaciones monacales), pero en otro caso lo de "a cada uno según sus necesidades" es un fracaso sin paliativos.
Tampoco conocía los Turnpike Trusts implementado en Inglaterra para conseguir caminos de calidad y que estuvieron vigentes hasta 1936. Básicamente, se trata de los precedentes de las empresas de autopistas, y permitieron "asfaltar" el país en tiempo record y con una calidad poco imaginable. Para que luego digan que las carreteras las tiene que hacer el Gobierno.
En cuanto a España, Escohotado mantiene su visión claramente negativa, lo que, como ya dije, me parece injusto y posiblemente infundado tras leer a Roca Barea. De nuestra historia se centra en la llamada revolución Cantonal y específicamente en los episodios de Alcoy y Cartagena. Desconocía ambos, por lo que me han parecido muy instructivos.
Y respecto a Rusia, nos recuerda que la servidumbre había sido abolida en 1861, y nos cuenta el periodo previo a la Revolución, en el que cabe destacar la ubicua presencia de terroristas en pos de mandamases (algo que, por cierto, no era exclusivo de Rusia, y asocia Escohotada a la aparición y desarrollo de los Sindicatos). El libro se cerrará con la llegada de Lenin desde Suiza como infiltrado alemán para conseguir la rendición rusa en el frente oriental de la Primera Guerra Mundial. Y cómo este aprovecha su posición para dar la vuelta al marcador, transformando la guerra internacional en guerra civil rusa, hacerse con el poder, y eventualmente "devolver el favor" a los alemanes incrementando la inestabilidad interna mediante sus infiltrados locales, hasta provocar la rendición de las Potencias Centrales, algo que Escohotado atribuye a causas civiles y en ningún caso a inferioridad militar.
Otro descubrimiento: la Sociedad Fabiana. Había leído sobre ellos (como sobre tantos otros de los que aparecen en este ensayo), pero no los ubicaba con precisión. Ahora sí. Resulta que su nombre viene de Fabio Máximo, senador romano que practico el no-enfrentamiento con Anibal hasta que lo vio suficientemente débil para derrotarlo. Algo que los fabianos pretenden emular, esperando a ver la debilidad del capitalismo para imponer el comunismo. Entre sus miembros, George Bernard Shaw (a quien no volveré a leer), y entre sus creaciones, el London School of Economics (que yo pensaba de corte liberal por haber acogido a Hayek en su momento). Pues bien, estos señores promovían el imperialismo y la eugenesia como medios para alcanzar el paraiso obrero soñado. Pero lo que más me ha llamado la atención es que posiblemente sean los que crearon el concepto de "posición dominante" bendecido por el derecho de la competencia europeo y español. Madre mía, de dónde viene la basura!
En el debe de Escohotado está su loa de la patente (quizá debería incorporar a sus numerosísimas lecturas el "Against Intellectual Property", de Kinsella, o "Against Intellectual Monopoly" de Boldrin y Levine) como algo que dinamiza los mercados. Y sorprende también su aceptación de la existencia de ciclos económicos como algo natural, cuando en algún momento del libro llega a citar a Huerta de Soto y su "Dinero, crédito y ciclos económicos", que demuestra solventemente que dichos ciclos se deben a la intervención del Gobierno en el mercado del dinero. O sea, que de naturales nada. También en su debe anoto que la sección dedicada a Hegel es un verdadero truño, aunque quizá de esto no tenga él la culpa.
Termino con una curiosidad, al respecto de Les Miserables. La obra de Victor Hugo me parece un clásico espectacular y posiblemente la mejor novela en lengua francesa. Por eso, me llama la atención que su acogida fuera muy crítica, pese a terminar siendo un best-seller. Dice Escohotado que se construye sobre un montón de cosas sin fundamento e inverosímiles, pero ello a mi entender no le resta pasión ni interés ni fuerza. Por ejemplo, denuncia que el punto de partida de la trama, la condena a 10 años de Jan Valjean por el robo de una barra de pan, era imposible en la época, en que el hurto famélico no estaba castigado.
Creo que Escohotado cumple holgadamente con sus objetivos en este ensayo. Comienza quejándose del historicismo (según el cual la historia está gobernada por leyes naturales) de las doctrinas marxistas, y asume como reto contar y explicar la historia mirando a la vida cotidiana y a las instituciones, algo que nunca aparece en la historia de corte marxista. De momento, su enciclopédico ensayo lo va consiguiendo. Sigo con el tercer volumen,
No hay comentarios:
Publicar un comentario