Con este libro termina y terminé la trilogía del mismo nombre. Y he de decir que respiro tras haberlo terminado, pues he llegado con lo justo y pidiendo la hora. Se me ha echo considerable bola, ha habido momentos que no sabía por qué estaba leyendo lo que leía, y lo he terminado sobre todo en honor a la calidad de los dos primeros volúmenes. El propio Escohotado confiesa en su Coda final que quizá le ha quedado un poco desordenado y que las notas son más largas de lo habitual (en esto, no puedo estar más de acuerdo), y que ello se debe al apresuramiento con que lo ha escrito.
Este volumen nos cuenta los acontecimientos desde la revolución Rusa hasta la actualidad. Prácticamente la mitad del libro se concentra en la historia de la URSS, con exquisito detalle sobre la vida y pensamientos de sus causantes: Lenin, Trotsky, Kamenev, Zinoviev, Bujarin y, por supuesto, Stalin. Hay una interesante descripción de la vida cotidiana en aquellos lares, basada en el relato de Giner de los Ríos. Y también se narra la evolución en términos económicos del país, con sus hambrunas, sus conflictos internos (guerra civil con ejércitos de cuatro colores: Rojo, Blanco, Negro y Verde), la NEP con la que Lenin pretendió coger aire, y la terrible gestión de Stalin. Ello, aderezado con abrumadores datos sobre la evolución de la población, que por si solos serían suficientes para cualificar la magnitud del desastre. Para Escohotado, el invento solo pudo sostenerse tanto tiempo por los inmensos recursos naturales del territorio, y en particular por la explotación de los yaciemientos de oro.
Y así hasta que se llega al informa Krushev y la sucesión de Stalin, y el aligeramiento de las políticas soviéticas. Por supueso, no se puede soslayar una referencia a la Segunda Guerra Mundial ni al régimen Nazi, pero siempre aparece como supeditado al interés de Escohotado en la URSS, verdadera protagonista del relato.
Y después empiezan los problemas y el caos. Aquí Escohotado ya no parece tener claro por dónde seguir, y se pierde el hilo argumental, en que se mezclan las ideas de intelectuales socialistas, muy en la línea de Fools, Frauds and Firebrands, de Scruton, (reaparecen Althusser, Sartre, Lacan, Foucault y sobre todo Lukacs como nexo de Marx con todos ellos), con tipos realmente estrafalarios (Reich y su caja orgónica, el padre de la idea de que el patriarcalismo deriva de la propiedad privada), con la de los intelectuales alemanes de Frankfurt (Marcuse, Fromm, Adorno), con el psicoanálisis de Freud, con el black power y el flower power, con el Che Guevara, un poquito de Mao, o las aventuras de Krushev en los EEUU, todo ello aderezado por alguna referencia a las drogas (que en eso es Escohotado una autoridad), la evolución del cine o el arte, e incluso Internet. Y así, hasta llegar a la actualidad de Negri, Harnecker, el subcomandante Marcos o los amigos Chavez y Maduro, sin olvidar la Teología de la Liberación o las causas del terrorismo islámico.
De entre todo el desorden, se pueden extraer con algo de esfuerzo momentos de interés, como el soporte aéreo que dio EEUU a Berlin al final de la Segunda Guerra Mundial para evitar que cayera en manos de Stalin, o las instituciones liberales de la RFA tras el conflicto, que permitieron su recuperación en tiempo record, aunque también nos describe la recaída en inventos socialistas cortesía de Willy Brandt. También me parece relevante la figura de Kojeve, intelectual izquierdista seguidor de Hegel, al que Escohotado atribuye el impulso de los Tratados de Libre Comercio (luego OMC) e incluso la Unión Europea.
Me han interesado especialmente las escasas referencias a críticas de la economía austriaca. Por ejemplo, la de Bujarin. Un gran constraste con la situación actual en que los austriacos apenas conseguimos que nos haga caso algún preboste. Cito textualmente la crítica al marginalismo que hace Sastre, porque es de antología (este hombre era una máquina de boutades vacias): "El marginalismo funda una pseudomatemática sobre una pseudopsicología, que cristaliza el tiempo vivido de la necesidad saciada en un ordenalismo secreto del cardinal". Vamos, el despiporre.
Como balance global de la trilogía, diré que es interesante, amena por momentos, intragable en otros. Va de más a menos, y sinceramente me cuesta recomendar este tercer volumen. Escohotado tiene un estilo peculiar (sus "por lo demás" y el abuso del uso del infinitivo como sujeto son lo más característico), pero uno se acostumbra y se hace llevadero.
Sí se echa de menos algo más de crítica sobre la forma actual de los Estados, que objetivamente son mayores enemigos del comercio (por sus altas tasas impositivas, el elevado grado de intervención en los mercados, la irresponsabilidad de la Deuda Pública), de lo que ha podido serlo nunca la Iglesia o los pensadores a que se refiere don Antonio. De hecho, la enemistad de muchos de esos pensadores proviene precisamente de que viven de nuestros impuestos por la vía de esos Estado. Pero, bueno, realmente bajo el nombre de Enemigos del Comercio lo que buscaba el autor era la historia del Comunismo.
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