lunes, 7 de junio de 2021

A sangre y fuego, de Manuel Chaves Nogales

Este autor viene bien recomendado por un amigo y es generalmente apreciado, aunque no muy conocido. Incluso Javier Marías le cita, brevemente, en el último libro que he leído de él, Tomás Nevinson. Don Manuel fue un periodista de vocación, muy entregado a su trabajo y a los viajes que le permitían informar a sus lectores. De inclinación más bien izquierdista, como casi todos los periodistas, no por ello disminuía su objetividad a la hora de contar las cosas. Sobre todo, su interés era por la libertad. Dicho esto, es fácil entender su frustración durante la Guerra Civil, que le tocó vivir en territorio republicano (o "leal", como le llamaría él): por un lado, se le acabaron los viajecitos en que siempre estaba dispuesto a embarcarse; por otro, pudo comprobar de primera mano cómo funcionaba la vida en ese territorio ("En mi deserción pesaba tanto la sangre derramada por las cuadrillas de asesinos que ejercían el terror rojo en Madrid como la que vertían los aviones de Franco, asesinando mujeres y niños inocentes."). En consecuencia, terminó enemistado con los dos bandos, y especialmente maldito para el ala izquierda, pese a sus tendencias. Es lo que tiene la libertad, que no le gusta a ningún tirano, pero les gusta menos a los tiranos de izquierdas.

Este libro incorpora nueve relatos de Chaves sobre la Guerra Civil. No me queda claro si son hechos reales, o simplemente inspirados por la realidad, pero no se olvide que Chaves es ante todo periodista, luego algo de verdad habrá en ellos. Lógicamente, la mayor parte de estos relatos se centran en sucesos en la zona roja, con la excepción de "La gesta de los caballistas" y partes de "Los guerreros marroquíes" y "Viva la muerte". 

Lo primero que se aprecia es que, por muy objetivo que trate de ser, el corazón de Chaves está con los republicanos, para él un gobierno legítimo. Ese bando es siempre "leal" mientras que el de Franco son los "rebeldes", "fascistas" (todos, sin excepción) o "facciosos". Por ello, se comprende que busque las causas de la derrota republicana en el desorden, la carencia de medios y la falta de preparación, a los que el entusiasmo del pueblo no basta para suplir ante un ejército profesional y bien organizado y pertrechado (por los alemanes, claro), y al que además acompañan los sangrientos moros acostumbrados a la lucha en sus territorios indígenas. ¿Qué se puede hacer contra esto sino sucumbir, por muy justa que sea la causa?

Sin embargo, su relato introduce muchos elementos adicionales de la situación en el área republicana, que colaboran a explicar ese relativo "entusiasmo" del pueblo que tan fácilmente parecía ser desbordado por los rebeldes. La más destacada es sin duda el ambiente revolucionario. O sea, que muchos bandos del lado republicano estaban aprovechando la guerra para hacer su particular revolución. Ante la debilidad del gobierno, surgen justicieros por todos los sitios, algunos siguiendo ideales y otros simplemente el beneficio económico (por ejemplo, la "Columna de Hierro" que se nos describe en el relato homónimo. Pero no solo estos, aunque sean el ejemplo más claro: la Escuadrilla de la Venganza del relato "¡Masacre, Masacre!" decide vengarse de los bombardeos de Franco en los militares retirados de Madrid "la famosa «quinta columna». Cazarlos uno a uno ahora que andan recelosos y huidos de sus casas es una tarea lenta y difícil. ¿Si se les pudiera preparar una encerrona? El gobierno podía hacerlo fácilmente si quisiera, pero, como todos los gobiernos, tendrá miedo a las medidas radicales y no se atreverá.". Incluso la patrulla que desmonta la red de espías en "Y a lo lejos una lucecita", lo hace por su cuenta y riesgo, sin pararse a pensar si alguno de los involucrados actúa contra su voluntad o engañado.

Más claros son, si cabe, los acontecimientos contados en el último de los relatos "Consejo Obrero", donde es claro que los sindicatos están aprovechando la Guerra Civil para hacer la revolución del proletariado: "Los delegados del consejo obrero, socialistas y comunistas casi todos, no consienten que vivan y trabajen más que los obreros revolucionarios" Y puedes matar a cualquiera que se te antoje: "La revolución ha triunfado para que yo, ¡yo!, pueda vengarme de esa canalla."

En ese entorno, una persona normal, honrada y trabajadora, como Daniel, que "se había limitado a desconocer y desacatar las organizaciones proletarias de la lucha de clases, a no secundar las huelgas y a procurarse mejoras económicas trabajando a destajo o en horas extraordinarias, contrariando los acuerdos e intereses sindicales." es simplemente un enemigo de la organización al que no le queda otra que unirse a las milicias si quiere llevar comida a su casa.

En suma, el caos en la zona republicana obedece a que se están llevando a cabo muchas revoluciones simultáneas, con que unos estarán de acuerdo y otros no. "los teorizantes de los partidos proletarios se aplicaban encarnizadamente a organizar lo que ellos llamaban el nuevo orden revolucionario, es decir, la edificación socialista." "Los consejos obreros, los comités de abastecimiento, las juntas de inquilinos, las directivas de los sindicatos y, sobre todo, la augusta función del control—¡maravillosa invención ésta del control revolucionario!— eran la vasta selva en que se refugiaban los fracasados del frente, los emboscados de todas las guerras."

Al mismo tiempo, lo cierto es que la mayor parte de la gente solo quiere vivir y dejar vivir y que se respete su propiedad, y no meterse en líos revolucionarios. Pero, ¿cómo podría un gobierno como el del Frente Popular, de legitimación dudosa y que había promovido la revolución desde el poder, poner coto precisamente ahora a tales desmanes? En estas condiciones, ¿para qué se va a batir el pueblo? O tienes unos ideales firmes y claros (como Luis, el comunista que sigue el tanque de Bigornia contra viento y marea), o te rajas a la primera ráfaga de tiros. Quiero decir, que no se puede hablar de un pueblo cobarde tanto como de una carente de incentivos para dejarse la vida.

Frente a todo esto, ¿qué ofrece la vida en el área "rebelde"? Pues hay pocas pistas, la verdad, pero alguna hay. Nada nos cuenta Chaves de inquietudes revolucionarias por esos lares, y la gente parece continuar con su vida dentro de la normalidad, con sus propiedades generalmente respetadas. Se nos cuenta un acto de celebración en Valladolid, por ejemplo. Sin embargo, lo que me parece más revelador es lo que ocurre en el valle del Tiétar una vez es tomado por las fuerzas "rebeldes" según se nos cuenta en "Los guerreros marroquíes". El patrón del combate no ofrece sorpresas: "Arrastrados por el odio feroz a los invasores, aquellos campesinos de la entraña de Castilla, aquellos pastores y aquellos braceros de la sierra de Gredos iban a oponer sus pechos como barrera al avance de las tropas coloniales. La heroica resistencia se quebró al primer choque. Con el corazón no basta. Faltaban armas y disciplina." Pero, tras rendirse, lo que ocurre es muy simple: "En tres días impusieron los militares el orden y la paz en todo el valle del Tiétar." O sea, a seguir viviendo con normalidad.

Es por ello que habría que matizar esa frase con la que cierra el libro Chaves, al referirse a la muerte de Daniel, el obrero que no quería ser revolucionario: "Y murió batiéndose heroicamente por una causa que no era suya. Su causa, la de la libertad, no había en España quien la defendiese."

En cuanto al estilo narrativo, don Manuel escribe bien, con escasas florituras y gran precisión narrativa. Cuenta las cosas de forma efectiva y con pocas concesiones a la emotividad, la verdad. Así describe los bombardeos de Madrid al comienzo del primero de los cuentos: "Vibra al sentirse herido el gran diapasón del espacio y, luego, si se está cerca, se sufre en las entrañas un tirón de descuaje como si le rebanasen a uno por dentro y le quisieren volcar fuera."

Aquí tenemos un par de momentos patéticos: "la muchachita desnuda que estaba en el escenario se quedó más desnuda y encogida cuando le faltó incluso el son de la música con que únicamente se arropaba.", "dos cuerpos sin vida, el del desertor y el del héroe, víctimas uno de su instinto y el otro de su deber, ambos sacrificados a la barbarie de la más cruenta de las guerras."

Y cierro con esta frase que me ha gustado porque refleja bien algo que yo también he pensado: que las personas no vivimos estrictamente, no somos capaces de solo vivir, como hacen animales y plantas. "y media docena de ingleses no hacían nada, absolutamente nada. Es decir, vivían."


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