Este libro nos cuenta el primer año de gobierno de Winston Churchill, al principio de la Segunda Guerra Mundial. La peculiaridad es que lo hace desde una perspectiva más íntima y personal que puramente histórica, esto es, atendiendo a las relaciones con la familia y a cómo le veían sus colaboradores más cercanos. No por ello pierde una mota de rigor histórico, pues está basado en diarios personales de sus colaboradores (especialmente, un secretario personal y su hija Mary), y de hecho en las notas finales se cita la fuente de casi todas las frases o sucesos contados.
La perspectiva de los hechos se completa con información recogida de numerosos voluntarios que mantenían diarios sobre lo que ocurría en Inglaterra durante la guerra, y también el diario personal de Goebbels, que aporta así la visión que tenían los alemanes que lo que sucedía en Inglaterra y, sobre todo, de Churchill.
De éste, poco podría decir que no se sepa. Tras la lectura de este libro, por fin creo entender su significación: Churchill tuvo las narices de no rendirse ante el Juggernaut alemán (que acababa de tomar Francia con un paseo militar y contralaba el resto de Europa, salvo que la que había dejado a la URSS de Stalin). Ante esta situación, muchos ingleses pensaban que mejor capitular. La cuestión es qué hubiera pasado si Alemania hubiera tomado también Inglaterra. ¿Sería el mundo cómo lo conocemos? El caso es que por medio apareció Churchill con una clara decisión; resistir ante los alemanes, aunque fuera en absoluta soledad. Y lo cierto es que este tipo fue capaz de devolver la esperanza y los ánimos de resistencia a la ciudadanía inglesa, en parte con sus discursos, en parte con su denodado trabajo y en parte con unas cuantas decisiones acertadas de personal (Beaverbrook al mando del ministerio de fabricación de aviones, o el Profesor).
Desde el principio, Churchill tiene la obsesión de que los EEUU se involucren en el conflicto, como única salida posible para derrotar a Hitler. Y eso que "In May, a military maneuver involving 70,000 soldiers conducted in the South had revealed the sorry state of this army to fight a war—especially a war against a juggernaut like Hitler’s heavily mechanized army. As Time magazine put it, “Against Europe’s total war, the U.S. Army looked like a few nice boys with BB guns.” El libro termina precisamente cuando Churchill deja de estar solo. O sea, que realmente es un libro sobre la resistencia solitaria de Reino Unido ante el mamut alemán, y como la inspiración de dicha resistencia se debió a Churchill ("His spirit is indomitable and even if France and England should be lost, I feel he would carry on the crusade himself with a band of privateers.”)
Que nadie se engañe: por muy espectacular que sea el hombre de Estado Churchill, sigue siendo un político, y también dedicará parte de su tiempo a intrigar para mantenerse en el poder. Por ejemplo, la maniobra de mandar a lord Halifax como embajador a EEUU le permite quitarse un rival político que amenazaba su puesto. ("But Churchill also knew well that if his own government faltered, the king would likely turn to Halifax to replace him, having favored Halifax initially. Which was precisely why Churchill decided that Halifax should go, and why he sent Beaverbrook to propose that he do so."). Supongo que esto habría que encuadrarlo en la parte de "Lo vil" del libro.
Así pues, casi todo lo que ocurre tiene que ver con la llamada "Batalla de Inglaterra" que básicamente consistió en bombardeos y más bombardeos por parte de la flota aérea alemana comandada por Göring (por cierto, coleccionista de arte aprovechando el cargo, y supongo que inspirador de los nazis malos de Indiana Jones). Como no podía ser de otra forma, Londres es el principal objetivo de los ataques, aunque también se nos contaran episodios especialmente luctuosos como el de Coventry. Una de las cosas más sorprendentes es que la vida en Londres sigue tal cual. Los londinenses tratan de hacer su vida normal, aunque ahora llegar al trabajo les cueste más de una hora según dónde haya caído la última bomba. Siguen tomando el té y saliendo de fiesta, aunque haya que cambiar de sala en el último momento si la elegida ha sido destruida. El contraste con la situación que hemos vivido con el COVID, que no es una guerra, es abrumador.
De estos bombardeos, lo que más me llama la atención es su escasa efectividad, sobre todo si se compara con una batalla normal. Los alemanes lanzan toneladas de bombas, y, sin embargo, después del mayor de los ataques (y justo antes de que estos cesen al volver Hitler su atención a la URSS), los resultados parecen pobres: 1.436 muertos, 1.792 heridos y 12.000 personas sin casa.
El libro se hace sorprendentemente ameno, pese a la parquedad del tema. Confieso que los historiadores ingleses tienen una capacidad envidiable para la narrativa, y consiguen hacer atractivos incluso temas tan estrechos como el que ocupa este libro. Ayuda a imaginarse cómo podía ser la vida en Inglaterra, además de trazar un relato cercano de otros protagonistas de la guerra, como puede ser Roosevelt, Goebbels, Göring o Hess, con ese vuelo solitario desde Alemania a Escocia para tratar de forzar un acuerdo de paz.
Me ha llamado la atención cómo Churchill llama la atención de sus colaboradores sobre escribir informes demasiado largos para la información que transmiten, algo inevitable en todo tipo de funcionarios, pues cuanto más largo es el informe más trabajado parece. Les dice: "To do our work, we all have to read a mass of papers. Nearly all of them are far too long. This wastes time, while energy has to be spent in looking for the essential points.” Pero es que no se queda aquí, sino que baja al detalle: "Let us have an end to phrases such as these,(...) “It is also of importance to bear in mind the following considerations…” “Consideration should be given to the possibility of carrying into effect…” Menos mal que para cuando sus guionistas escribieron "Yes, Minister" aún se usaban.
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