viernes, 4 de junio de 2021

Tomás Nevinson, de Javier Marías

Tras leer Berta Isla (ver entrada aquí) y disfrutar con su lectura, me había prometido leer rápidamente esta novela, muy relacionada con la anterior, aunque el autor se niegue a llamarle segunda parte. Por el camino he leído del autor una colección de cuentos breves (Cuando fui mortal) y tengo en cartera otra libro corto para terminar de ponerme al día con este autor.

Tomás Nevinson es el marido de Berta Isla y, como sabemos de esta novela, se ha dedicado gran parte de su vida a misiones secretas para el gobierno de Reino Unido. Yo esperaba que esta novela rellenara los huecos que deja la anterior respecto a la vida del protagonista, pero no es así. Estamos ante una historia que es estrictamente la continuación de la anterior, ya que nos va a contar la misión que tiene que llevar a cabo Nevinson tras haberse reencontrado con Berta (y con su vida) y cuando ya pensaba que no tendría que volver a las andadas. Poco se nos revela del pasado anterior.

Es una novela muy atípica del autor. Por un lado, es muy convencional, Normalmente, en las novelas de Marías hay pocos sucesos, que él se deleita en narrar y describir hasta sus últimos detalles psicológicos. En cambio en ésta tenemos un flujo continuo de cosas que suceden, como es habitual en el genero. Tenemos una novela más narrativa y menos reflexiva.

Pero, por otro, lo más llamativo es que Marías identifica con absoluta claridad el malo de la historia, cosa que nunca había hecho: se trata de la ETA, la banda terrorista cuyos crímenes están pasando al olvido, algo que el autor reprocha a la sociedad española: "Pero también es habilidad de los asesinos minimizar o borrar sus crímenes (no digamos justificarlos, eso va en el trabajo); ahuyentar su bruma fétida con los vientos o con una brisa insistente que acaba por convertirlos en una piedra ilegible o en ceniza en la manga de un viejo que éste se sacude de un manotazo. No les cuesta apenas, en las sociedades cómplices y avergonzadas." Por cierto, no este el único reproche para los comportamientos de moda, Marías también tiene un par para la corrección política: "sería excesivo en una mujer descreída y escéptica en las esferas sentimentales, o como convenga llamarlas hoy en día, cuando todas las palabras están sometidas a vigilancia." o "Pero la gente normal no se preocupa, ve que existen las cosas y no se interesa por nada. Y a la vez pretende tener voz sobre todo e intervenir en todo." o "en el 97, cuando el mundo no era demasiado histérico ni se había hecho prohibicionista de todo.".

Marías recuerda los atentados de Hipercor, de Zaragoza y de Vich ("cuarenta y dos muertos y ciento setenta y siete heridos entre las tres, es increíble que nada sepan de ellas los jóvenes de unos treinta años después."), otras víctimas (como Tomás y Valiente, o los Becerril en Sevilla) y, por supuesto, como acontecimiento central en la novela, el secuestro y posterior asesinato de Miguel Ángel Blanco. Tal conmoción aparece como olvidada en los momentos actuales, cuando el inefable Pedrito no tiene problemas en pactar políticas con los descendientes (e incluso actuantes) de la banda de terroristas.

En este contexto, Nevinson es enviado a la ciudad que llamará Ruan (parte del aliciente de la novela es adivinar a qué ciudad se refiere, aunque yo he llegado a la conclusión de que es un mix de varias ciudades: el barrio Tinto evoca a León; el río Lesmes al Tormes de Salamanca, y la Catedral y el Monasterio podrían ser de Orense), a investigar cuál de tres mujeres, Inés Marzán, Celia Bayo o María Viana, es en realidad una terrorista del IRA, enviada para colaborar en su momento con ETA.

Ello da a Marías la oportunidad de reflexionar sobre venganza y castigo ("Cuando se trata de venganza, lo que lleva a aniquilar a ese individuo es el rencor, la necesidad de resarcimiento, el odio perseverante o el incontenible dolor; cuando se trata de castigo, es más bien una advertencia fría para los demás, el deseo de sentar ejemplo, de escarmentar, de dejar bien claro que eso tiene consecuencias y no se va a consentir"), de cómo puede la sociedad protegerse frente a los criminales ("La gente está llena de remilgos cuando no está involucrada directamente ni la acción la pilla por medio, y se torna despiadada cuando lo está, cuando ve cernirse el peligro sobre ella y sobre sus hijos.") y, sobre todo, si es posible anticiparse y prevenir el mal.

Marías introduce a un par de personajes históricos, "el despreocupado Alan Thorndike en Berchtesgaden y del preocupado Reck-Malleczewen en la Osteria Bavaria de Múnich", quienes tuvieron oportunidad de acabar con Hitler antes de que éste desatara la catástrofe mundial, pero que no llegaron a hacerlo. Ambos acompañarán recurrentemente los pensamientos de Nevinson y aparecerán una y otra vez en la novela. A ese dilema también se verá enfrentado el protagonista en un momento dado, y es verdad que nunca se puede estar seguro de que matando a una persona se prevenga un mal, porque, en primer lugar, no hay forma de estar seguro de esa persona vaya a hacer lo que se le presume.

Sobre el segundo de los temas, el de la justicia, Marías reitera su soberana desconfianza en los jueces y, en general, el Estado, algo de lo que ya se había quejado en Berta Isla: "‘Yo no le reconocería autoridad a ningún tribunal. Si pudiera evitarlo, no me sometería a un juicio jamás. Cualquier cosa antes que eso. Tenlo presente, Tomás. Piénsatelo bien. A uno lo pueden enviar a la cárcel por capricho. Simplemente por caer mal’" Las prescripciones de delitos siempre me han parecido algo intolerable, y veo que Marías parece estar de acuerdo: "La Justicia es capaz de nublar, de envolverlo todo en bruma a medida que el tiempo avanza, y, cuando éste expira, es capaz de tachar y anular, de decretar que lo que pasó es como si no hubiera pasado, o que ha cesado de pasar."

Claro, que al entrar en crisis el Estado, uno de los personajes de Marías no puede evitar preguntarse cómo es posible "que todo funcione aceptablemente, que esté organizado, que las funciones estén distribuidas y que cada cual, mal que bien, cumpla con su cometido. Hay demasiada gente en el mundo, miles de millones de cabezas cada una con sus ambiciones, sus afanes, sus agravios y sus frustraciones. No entiendo que eso sea manejable, ni soportable. ¿Cómo se pueden conciliar tantas posturas, tantos intereses contrarios?" Como seguramente es Marías, todos los personajes de las novelas de Marías parecen el autor, el que tiene la duda, le mencionaré simplemente la palabra "mercado" y su ingente capacidad para coordinar intereses y comportamientos cuando se le deja fluir sin intervención. O sea, señor Marías, que si todo funciona aceptablemente es a pesar de ese Estado que para usted parecía explicar el milagro.
 
Destaca en esta novela una faceta de Marías que raramente aflora, y es su sentido del humor, ocultado entre tanta frase larga y brillante. Recuerdo que "Corazón tan blanco" tiene algunas escenas desternillantes que resultan inesperadas cuando uno está sumergido en un estilo de tanto empaque. Aquí, sin tanto éxito, Marías nos deleita con algunas bromas, casi todas ellas centradas en los nombres de personajes y protagonistas. Dejo algunas:
-"—Embajador del Doliente ante el Lisiado, ese pobre Ruy Clavijo" (Enrique El Doliente y Tamerlán)
-"En mala hora me habían puesto ese nombre. Allí estábamos los dos, Centurión y Comendador, parecíamos una pareja de cómicos anticuados."
-"ser conocido como Peporro Corripio era más que una desgracia, era una afrenta; así que había elegido, desde antiguo, el pseudónimo de ‘Florentín’"
- ¿Y qué me dicen de esta ristra? "otros santos muy raros que, ignoro por qué razón, se señalaban en el calendario de Oxford: Swithun, Dunstan, Blasius (que quizá fuera San Blas), Cuthbert, Frideswide, Evurtius, Etheldreda, Prisca, Machutus y Britius, me vienen a la memoria de mis años estudiantiles, porque son inolvidables."

Cierro ya, diciendo que esta novela está bien, aunque me gustó más Berta Isla, por lo que relativamente me ha decepcionado. De Marías no esperas una novela tan convencional, sino más reflexiones y frases matizadas y análisis psicológicos. Dejo aquí algunas otras que me han gustado, las dos primeras verdades como puños:
- "A las mujeres no se las toca, no se les pega, no se les hace daño físico y el verbal se les evita al máximo, a esto último ellas no corresponden."
-"Es propio de la juventud sentirse muy ocupada y ser egoísta, y no confiaba en que interrumpieran ninguna para verme." (cualquier con hijos en determinada edad saber que Marías acierta al 100%)
-"La ciencia, que tanto progresa y descubre, nunca ha dado con un método infalible para averiguar cuándo se es sincero y cuándo se miente, lo cual, al entender de un profano, parecería más sencillo que enviar naves a Marte o ejecutar cirugías a millares de kilómetros del paciente"

Y, por último, ahora sí de verdad, dos frases cortas brillantes:
-"todo existe para todos siempre, que nada se deja atrás enteramente. El pasado es un intruso imposible de mantener a raya."
"Cualquier conversación telefónica, cualquier llamada en ese plazo podría ser vital. Lo cual suele significar lo contrario, mortal."

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