Con esta novela me pasó algo curioso, propio del nuevo mundo digital, y es que pensé que la estaba leyendo cuando realmente algunos listillos habían deslizado otro texto bajo el mismo título. La novela apócrifa era verdadera basura, y aquí dejé su reseña. En los párrafos iniciales revisados, me prometía leer la verdadera novela, y me reservaba posibles referencias deprecatorias hacia el autor, como las allí proferidas de forma injusta, hasta la lectura. Evidentemente, en mi fuero interno, no pensaba que la novela de Dicker pudiera ser tan mala como esta bazofia, o sea, que me iba a poder ahorrar los improperios.
Ay, qué equivocado estaba. Y esta vez espero haber leído de verdad la obra de Dicker. De hecho, me he asegurado buscando otras reseñas. Esta novela, sin ser tan mala como la apócrifa, es verdaderamente lamentable, una estafa del escritor a sus lectores, o quizá de la editorial, no lo tengo claro. Sí, ya sé que llueve sobre mojado, pero es lo que hay. Tengo la sensación que haber leído un libro escrito por un niño de 13 o 14 años (con todos los respectos hacia esa franja de edad, pero también es claro que normalmente no tienen la madurez para desarrollar la trama de una una novela para adultos). Y quizá no vaya desencaminado: quizá, presionado por la editorial, Dicker desempolvó estos escritos abandonados y se los endosó como literatura, y coló, porque lo que buscaba el editor era solo el nombre del escritor en la portada. Yo qué sé.
De que la novela va a ser mala uno se apercibe bastante pronto. Yo creo que en las primeras 50 páginas ya te das cuenta de que eso no es serio. Y, aún así, sin esperanza de que la cosa mejorara, me he zampado las 600 o 700 que debe de tener el tomo. Por lo menos he practicado francés.
Se trata de la investigación que el autor ( el propio Joël) aborda con una conocida de un crimen cometido hará unos cuantos años en la habitación 622 del hotel Verbier, Los principales protagonistas son dos banqueros, uno de familia, Macaire, y otro sobrevenido, Lev, y la mujer-amante de ambos, Anastasia, de la nobleza rusa. La trama se construye sobre el triángulo amoroso entre estos personajes, y sobre la rivalidad de los dos masculinos para hacerse con la presidencia de la empresa bancaria familiar.
En el momento en que Macaire argumenta ante el accionista principal, Tarnogol, que él tiene que ser el presidente por que Lev siempre llega tarde al trabajo y nunca está en su oficina cuando se le busca, ya tenemos un claro indicio de lo que cabe esperar de la narración. Y, efectivamente, no habrá sorpresas al respecto.
Es más, y ojo que voy con spoiler, el nudo decisivo de la trama consiste en que, espera, dejo pasar más palabras y hasta una línea para que nadie lea el spoiler sin querer. Bueno, ahora así: consiste en que Lev es realmente también otros personajes de la novela, de los que se disfraza y a los que da vida, entre ellos el propio Tarnogol. O sea, el plan es que Tarnogol nombre a Lev presidente de la banca y a continuaciòn se lo trague la tierra.
Otro de los aspectos absurdos de la trama: resulta que Macaire forma parte del P30, un servicio secreto suizo que se dedica a anticipar posibles denuncias de blanqueadores de dinero en las entidades suizas. Repito, a prevenir que los nombres de posibles delincuentes con dinero en Suiza sean denunciados. Como lo digo. Que esto sea a su vez una superchería de Lev para con Macaire no le quita intento de verosimilitud. Por cierto, que en una de sus misiones en Madrid, se encontrará con un informático, un tal Pérez, "au musée du Prado, devant le tableau de Goya Tres de Mayo". Sí, yo también me quedé sin palabras.
Creo que esta novela no merece lectura ni muchas más líneas en esta entrada. Es más, la consecuencia de esta novela debería de ser la marginación de su autor, de quien me prometo no volver a leer nada. Y eso que me ha parecido uno de los autores francófonos contemporáneos más interesantes, y tampoco hay tantos (al menos, yo no conozco).
Curiosamente, y esto abona mi hipótesis de escritura adolescente, hay al comienzo de la obra unos pasajes interesantes sobre la naturaleza de la escritura y de la literatura, muy en la línea del caso Quebert, que reflejen mayor madurez del escritor, que habría redactado esta envoltura para una obra de otro modo inaceptable:
"Les gens considèrent souvent que l’écriture d’un roman commence par une idée. Alors qu’un roman commence avant tout par une envie : celle d’écrire."
Por último, una frase en la que Dicker o, al menos su editor en esta ficción, Bernard, concluye que las series son el nuevo cine, algo con lo que cada vez más gente está de acuerdo: "Il avait pris conscience de la prépondérance des séries modernes sur le cinéma, puisqu’elles en avaient désormais les moyens, les réalisateurs, les acteurs, avec le bénéfice d’une durée étendue. En voyant les premières images de notre série, Bernard me dit : « La série, c’est le nouveau cinéma. »".
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