Alguien se preguntará que qué hago a estas altura de mi vida leyendo a Keynes. Yo mismo me lo pregunto, o me lo preguntaba. Ahora ya me puedo responder: perder el tiempo. Sin paliativos. Solo hay dos cosas positivas de esta lectura: que es un obra breve para conocer la forma en que pensaba el señor, y los chistes que hace de vez en cuando. Lo demás es basura intelectual, que los lectores coetáneos podrían encontrar relevante y hasta interesante, pero que visto desde la perspectiva del siglo XXI y de los avances de teoría económica no tiene un pase. Sería como estudiar física leyendo a Heráclito.
Lo último está dicho en descargo de Keynes, que conste. Él escribía en su momento, con la coyuntura que le toco vivir, y con los conocimientos de teoría económica que habría en la época. Lo que es indecente es que estos pensamientos sigan guiando la actuación de políticos y autoridades.
Esta obra de Keynes es muy coyuntural. No pretende ni siquiera aportar avances en teoría económica. Se limita a constatar una situación de (lo que para él es) gran inestabilidad en los precios, tras la Primera Guerra Mundial, y decide que es en interés de la sociedad que los precios sean estables. Con esta finalidad, utilizando la teoría cuantitativa del dinero (que no sé si define directamente él a nivel macro) llega a hacer propuestas concretas para en Inglaterra, y con las instituciones del momento, se puede conseguir ese objetivo macro. Ello pasará por cargarse el patrón oro, por cierto.
Su primer paso es demostrar que la inestabilidad de precios perjudica en general a los distintos grupos sociales. Esto lo hace tanto para procesos inflacionarios como deflacionarios. Aquí ya se empieza a traicionar la visión tremendamente estática que tiene este señor de la economía. Dice que tanto trabajadores como empresarios ¡se benefician de la inflación!, como si fuera automática la subida de precios y salarios debida a ella, y que solo se perjudica a los rentistas. No sé si lo primero pasaba en sus tiempos, pero ahora no creo que ni trabajadores ni empresarios lo crean.
Un análisis dual hace para la deflación: esto me sorprendió inicialmente, pues tiendo a ver la deflación como algo positivo, ya que supone la revalorización del dinero, que es lo contrario de la inflación, que siempre he tenido por malo. Al continuar leyendo, me di cuenta de que Keynes hablaba de políticas deflacionarias, o sea, de acciones del Estado para revalorizar el dinero, y no de un proceso espontáneo. Claro, desde la perspectiva actual es inconcebible que se planteen políticas deflacionarias, pero parece que en los momentos en que escribe Keynes sí estaban sobre la mesa. Pero, vamos, tan intervención en el mercado es una política inflacionaria como una deflacionaria, así que mal las dos.
Ha de observarse que el análisis de "inestabilidad" de precios que hace Keynes procede ya de políticas estatales. O sea, son inestabilidades forzadas por la intervención, no inestabilidades naturales que puedan surgir de otro tipo de acontecimientos. De hecho, se podría pensar que la inestabilidad que tanto miedo da a Keynes era consecuencia del conflicto bélico: solo faltaría que una guerra de esas dimensiones no hubiera tenido consecuencias sobre el comercio y, por tanto, sobre los precios. Y máxime con los Estados empezando a guarrear con la política monetaria como nunca antes habían podido hacerlo. En este contexto, lo que parece absurdo es tratar de mantener a capa y espada una supuesta estabilidad de precios cuando están cambiando completamente las preferencias de la sociedad.
Y en cuanto a las soluciones, Keynes las construye sobre la teoría cuantitativa del dinero. Esta parte de una especie de transformación de la obvia Ingreso = precio x cantidad, según la cual la cantidad de dinero (M) ha de ser igual al (nivel de precios) x (número de unidades de vectores sintéticas que consumen los individuos) distinguiendo las que quieren comprar con dinero de las que quieren comprar con saldos de cuenta corriente. Es evidente que ambas magnitudes macro no tienen nada que ver con sus correspondientes micro: un precio es un precio; un nivel de precios exige una cesta de bienes que sea el consumo del ciudadano medio, y mierdas por el estilo. Y eso sin contar con el evidente dinamismo de ambas magnitudes.
El caso es que de aquí el tipo deduce que se puede mantener estable el nivel de precios manejando las otras magnitudes de su artificial ecuación. Dejando de lado nuestras preferencias por tener dinero en casa o en el banco (que digo yo que serán distintas de individuo a individuo y también en el tiempo), le quedan las otras magnitudes: número de billetes y coeficiente de caja de los bancos.
No entro más al trapo. Keynes está claramente superado y es un producto de su tiempo, y de un oportunismo flagrante. Leer sus obras es una pérdida completa de tiempo, y lo único que puede traer es malas ideas, así que mejor no hacerlo. Encima, tampoco es que escriba muy fluido. Eso sí, a alguien le sorprenderá la sorna que desprende en algunos pasajes. Aquí dejo uno antes de cerrar.
"But in some countries it seems possible to please and content the public, for a time at least, by giving them, in return for the taxes they pay, finely engraved acknowledgements on watermarked paper. The income tax receipts, which we in England receive from the Surveyor, we throw into the wastepaper basket; in Germany they call them bank notes and put them into their pocket-books; in France they are termed rentes and are locked up in the family safe."
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