Javier Reverte es uno de sus autores que te garantizan una lectura interesante. He leído ya varias cosas de él, normalmente de literatura de viajes, como "Corazón de Ulises" o "Dios, el Diablo y la Aventura", siempre me han gustado, aunque sin llegar al arrebato. Así que no indagué demasiado antes de leer éste que comento, esperándome alguna historia relacionada con algún viaje.
No me encontré algo así, y sí una historia relativamente extraña y poco atractiva, pero que aún así se deja leer y es interesante. El protagonista es un cura polaco que llega a España tras unos años en Italia, con la medio-misión de infiltrar el comunismo en las comunidades cristianas. Estamos hablando de los años 50, cuando España comienza a remontar económicamente y bajo el dominio del Caudillo.
Trabará conocimiento con dos personajes que afectarán su vida: el primero es un personaje histórico, el Patriarca de Indias Leopoldo Eijo Garay, quien, sorprendentemente para un país con leyes contra el libre pensamiento como la de la Memoria Comunista, perdón, Democrática, sigue teniendo alguna calle y colegio a su nombre en Madrid. Reverte no muestra ninguna simpatía hacia él, a quien califica siempre con pájaro pero de los malos: no águila, sino buitre, cuervo, grajo... Sin embargo, sus reflexiones son lo segundo más interesante de la novela. Al menos, Reverte le reconoce inteligencia y sabiduría. "Ha bendecido una guerra contra el ateísmo pese a que detesta las guerras y detesta la sangre derramada en las batallas. Ha ignorado los fusilamientos y las cárceles porque pensaba que era necesario limpiar de escoria la tierra mancillada por los enemigos de Cristo.". Más cínicamente, una reflexión del preboste: "siempre has de tener en cuenta que el pensamiento es una senda peligrosa, porque nos hace dudar. Y la duda conduciría a la Iglesia a su fin. Necesitamos del dogma, de la creencia en lo absoluto. Sin ello, nada somos.".
Y muy interesantes los extractos que hace de la encíclica "Rerum Novarum", la respuesta católica al marxismo, que es el conflicto que yace al fondo de la novela: ¿Debe la iglesia tomar a su cargo la justicia social, o la rinde a los comunistas? Parte de la respuesta está, por supuesto, en que la trampa es que la justicia social es un concepto socialista, y su búsqueda conlleva el giro a la izquierda de la Iglesia. En todo caso, dejo esta interesante cita: "Los socialistas empeoran la situación de los obreros, puesto que, al condenar la propiedad privada, los privan de la libertad de emplear sus ahorros y beneficios en aumentar los bienes familiares y procurarse utilidades".
El otro protagonista es la chiquilla de turno, una tal Pilar de buena familia, que arrancará al cura polaco de sus ensoñaciones de virtud confrontándole con el amor y la carne. No demasiado que rascar por este lado de la novela.
El lector atento se habrá fijado en que las reflexiones de Eijo Garay me han parecido lo "segundo" más interesante de la novela. Lo primero han sido los pasajes costumbristas de la novela en que Reverte nos describe el Madrid de la época. Son maravillosos, alguno recuerda al comienzo de Doña Francisquita, la zarzuela de Vives. Hay un recorrido por la Gran Vía, numerosos viajes en tranvía, una taberna ("Los de la mesa de don Arturo le chistaban con hambre de vinos justicieros, coñacs quebrantapáncreas y anises tronchahígados."), recorridos por Bailen, visitas a los barrios más pobres...
Me quedo con este ejemplo, recorrido en coche por calles que conozco:"...Cea Bermúdez. Desde allí, viró hacia el oeste en dirección a la Moncloa. Pronto, pasada la calle de Galileo, edificios arruinados por la guerra, algunos desmontes y poblados de gitanos, que alzaban sus chabolas en la vecindad de enormes basureros, asomaron en el lado derecho del recorrido."
Y también rescato el sistema de censura para el cine: "En España, la censura califica las películas por números. Las dos primeras, las 1 y 2, pueden verlas todos, pero las que tienen la calificación 3 sólo son aptas para los mayores de dieciocho años. Luego, las de 3-R, están permitidas para mayores, pero con «reparos», de ahí la erre mayúscula. Y queda la calificación de 4, que son las «gravemente peligrosas»."
Como se observa, sin ser una historia muy interesante, sí me han gustado bastantes pasajes, y otros me han resultado más informativos, como todo lo relacionado con el comunismo y sus artimañas para encontrar adeptos, muchas veces para sorpresa de los propios interesados. Por ejemplo, la organización PAX. La verdad es que estas inquietudes manipuladoras y de hacerlo todo de izquierdas, especialmente cualquier movimiento ciudadano espontáneo, solo se vez en las ideologías zurdas. Y mucho me temo que el truco sigue vigente en la actualidad: cuelan las ideas izquierdistas bajo cualquier tipo de ropaje a los no avisados. Lo que pasa es que ahora no hay celosos agentes policiales protegiéndonos de tan peligrosas ideas (nótese el tono irónico del que duda que esa sea una buena solución).
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