La objetivo de esta lectura era Los viajes de Marco Polo, pero venía acompañado por otra narración similar y anterior, de un monje llamado Guillaume de Rubruquis, encargado por San Luis durante las cruzadas de contactar con un supuesto rey cristiano (el mítico Preste Juan) que hiciera la pinza desde oriente contra los infieles.
Así que tenemos dos narraciones de viajes por el precio de una. Lo sorprendente es que esta una sea la del monje recién citado, porque realmente la de Marco Polo no es el relato de un viaje, sino la recopilación de costumbres y características de los diversos países visitados por el veneciano, además de lo oído sobre algunos a los que no llegó. Pero, ojo, es eso: no se nos cuentan sus viajes, lo que es algo decepcionantes.
Por su parte, la narración de Rubruquis si es ligeramente más de su viaje, pero es mucho más aburrida de leer, no me pregunten por qué, Curiosamente, ambos libros cuentan básicamente lo mismo, en distintos momentos del tiempo, así que ello permite valorar el talento narrativo de Marco Polo, que consigue hacer sus explicaciones mucho más amenas que las del monje.
Del relato del monje me ha parecido interesante la veracidad de ese personaje míticio que aquí llamamos rey Preste Juan, sin duda corrupción de su nombre en francés "Prêtre-Jean", o sea, "sacerdote Juan". Según la historia de Rubruquis, se trataría de un monje nestoriano que se alzó con el poder tras la muerte de un tal Ken Khan de la familia de Gengis. De los nestorianos nos dice el anotador que su herejía consistía en afimar que es Jesucristo había dos personas, contra el dogma de su doble naturaleza divina y humana. Cuando fueron proscritos por Bizancio, se refugiaron en el imperio Persa y se extendieron por todo oriente, por lo que no es de extrañar que Marco Polo también se refiera a ellos numerosas veces.
Entrando ya al libro de Marco Polo, su relato es una recopilación pormenorizada de la georgrafía y costumbres de muchas áreas de Asia e incluso África. Empieza más o menos por lo que sería su franja intermedia (Mar Negro, Cáucaso, Irán hasta llegar a Pekin) y luego vuelve por el sur (India, lo que ahora es Indonesia e incluso llegando a Etiopia y Somalia); tiene también comienzos de los capítulos que hubiera dedicado a las regiones al norte de Mongolia y China (Siberia), por ejemplo hablando del uso de trineos tirados por perros.
El texto es entretenido de leer, aunque rara vez ha conseguido que se me quede algún detalle. Muchas áreas son comarcas chinas de las que tampoco se tiene mucho interés e información en la actualidad; lo digo, porque ni siquiera me suenan las ciudades actuales con las que las vinculan las anotaciones.
Entre las cosas más interesantes que he sacado, tengo este párrafo sobre Gengis Khan (recuérdese que Marco Polo con quien trata es con el nieto Khublai Khan, en su corte de Xanadú, de la que sí quedan restos en la Mongolia china). "Ce roi, qui, comme j’ai dit, était prudent, gouvernait sagement ses sujets, et en peu de temps soumit à son empire huit provinces. Et quand il prenait quelque ville ou quelque château, il défendait de tuer personne, ni de lui ôter son bien, lorsqu’on se soumettait de bon gré à sa domination ; ensuite il s’en servait pour soumettre d’autres villes." O sea, que Gengis Khan no era un salvaje violento que exclavizaba o mataba a sus subditos, lo que hubiera sido incoherente con la extensión y duración de su imperio. Más bien seguía la técnica de Ciro, expandir su imperio a base del respeto a las costumbres locales, pero al mismo tiempo proporcionando cauces seguros de comercio entre los reinos conquistados. Ello posibilita la creación de riqueza y a su vez la estabilidad.
Lo que nos lleva al segundo punto de interés, la política monetaria de los Khanes, apartado al que Polo dedica un capítulo entero: "La monnaie du Grand Khan n’est ni d’or, ni d’argent, ni d’autre métal. On se sert pour la faire de l’écorce intérieure (le liber) de l’arbre qu’on appelle mûrier, qui est celui dont les feuilles sont mangées par les vers qui font la soie." La moneda del imperio mongol era, por decreto, la corteza de la morera. Las ventajas para el emperador son evidentes: "De sorte qu’il a fait d’une chose de rien beaucoup d’argent et qu’on peut faire aussi beaucoup d’or et d’argent avec cette misérable monnaie. Ce qui fait qu’il n’y a point de roi au monde plus riche que le Grand Khan, car il amasse des trésors immenses d’or et d’argent, sans dépenser rien pour cela." Brillante idea que se sigue usando en países como Cuba: obligo a que en mi territorio solo se pueda usar mi (mierda) de moneda; si quieres comerciar, tienes que cambiar tus divisas por la basurilla (en la época, oro y plata), y así se queda uno con lo que es verdaderamente valioso.
Y el tercer punto que destaco tampoco está muy distante, al fin y al cabo pasamos de política monetaria a política económica; la creación de monopolios legales. En este caso, en relación con un lago repleto de perlas. El análisis de Polo es sin tacha: las perlas "seraient même à vil prix s’il était permis à tout le monde d’en prendre", Por tanto, "il est défendu, sous peine de la vie, de pêcher des perles dans ce lac, sinon par la permission du Grand Khan."
Dos últimos apuntes referidos a África. El primero, la mención al Roc, ese pájaro mítico gigante que aparece en los viajes de Simbad y en las Mil y Una Noches. Polo no lo ve directamente, pero sí se debe fiar lo suficiente de los testimonios que ha oído como para recogerlo en su libro, en el capítulo dedicado a Madagascar. Nos dice: "Ceux qui ont vu de ces oiseaux disent que la plupart de leurs plumes sont de dix pas de long, qu’elles sont grosses à proportion et que tout leur corps répond à cela. Cet oiseau est si fort qu’il prend sans aucun secours que de ses propres forces un gros éléphant et l’élève en haut, puis le laisse tomber pour en faire sa pâture."
El segundo me ha permitido satisfacer una curiosidad que tenía desde mi viaje a Senegal. Allí pude ver grandes cantidades de peces puestos a secar en los distintos puertos de pesca. Me preguntaba si los senegales comían tanto pescado seco, o cómo lo harían, porque aquello no tenía nada de buena pinta. La respuesta me la da Marco Polo: pienso para animales. E, en aquella época, no sé si ahora, incluso alimento para las personas: "Les habitants font aussi du biscuit de poisson sec, et voici comment : ils coupent le poisson fort menu et le réduisent en poudre, après quoi ils en font une pâte et la laissent sécher au soleil ; et ils mangent, eux et leurs bêtes, de ce pain-là toute l’année."
Como me gusta viajar, parecía imposible que tarde o temprano no leyera la obra de Marco Polo. Leída queda, y constatado lo ya dicho: no es un libro de viajes, sino de costumbres.