Lo voy a decir aunque sea lo último que haga: me parece que la literatura norteamericana del siglo XX está muy sobrevalorada, como también me pasa con los pintores impresionantes. Muchos nombres de postín que parecen la leche, y luego te lees sus novelas y, en el mejor caso, son del montón. No me voy a poner a buscar autores de este tipo que me hayan decepcionado, me limiteré a recordar al último que lo hizo: Steinbeck con su Of mice and men.
Lo que nos cuenta Bowles en esta novela es un viaje turístico por el sur de Argelia en el que básicamente todo sale mal. Bueno, la verdad es que no sé si los protagonistas son turistas o viajeros, aunque por fin el prefacio nos proporciona una diferenciación razonable:"He did not think of himself as a tourist; he was a traveler. The difference is partly one of time, he would explain. Whereas the tourist generally hurries back home at the end of a few weeks or months, the traveler, belonging no more to one place than to the next, moves slowly, over periods of years, from one part of the earth to the another." En otras palabras, los pobres somos turistas, y los ricos, viajeros. Ya sé dónde me ubico respecto a Sánchez Dragó.
Estamos hablando de un viaje en los años 1940 o 1950, con lo que no cabría ser muy optimista sobre la infraestructura turística. La novela, pese al tema, no es cómica, es dramática y por tanto deprimente. Aquí tenemos un par de descripciones, la primera del contenido de la fuente en el patio de un alojamiento, la segunda de una comida.
"In it reposed a small mountain of reeking garbage, and reclining on the sides of the mountain were three naked infants, their soft formless bodies troubled with bursting sores. They looked human there in their helpless misery, but somehow not quite so human as the two pink dogs lying on the tiles near by"
"the amorphous lumps of dough fried in deep fat and served cold, the pieces of cartilaginous meat, and the soggy bread, murmuring vague compliments which were warmly received,"
Como se ve, super-apatecibles ambos.
A estas circunstancias se enfrentan los tres viajeros protagonistas, la pareja Eric Port y Kit, junto a su carabina Tunner, cuya descripción es aprovechable: "Tunner himself was an essentially simple individual irresistibly attracted by whatever remained just beyond his intellectual grasp." Irán básicamente dando tumbos entre algunas partes de Argelia, sin aparentemente plan preconcebido y dejándose llevar por la disponibilidad de transporte. He de decir que alguna de los pueblos visitados podrían ser de interés con algo menos de hostilidad al turista, como ese en el que las calles parecen estar todas cubiertas (Gadames?).
Los otros dos occidentales que aparecen, estos más organizados, son dos holandeses, madre e hijo. Claro que la madre tiene estos recuerdos para España: "That sweet burro! It reminds me of Spain. We spent two months there. It’s a horrible country,’ (she pronounced it hawibble) ‘all soldiers and priests and Jews.’" Y en una sola frase se expresa el odio al judio que imperaba en Europa en contraposición con la tolerancia en España. Para que luego vengan a darnos lecciones morales con la Inquisición.
Interesante las evoluciones del cielo, por aquello del título de la novela. Cuando Port y Kit están tumbados y relajados tras una caminata "‘the sky here’s very strange. I often have the sensation when I look at it that it’s a solid thing up there, protecting us from what’s behind.’ Kit shuddered slightly as she said: ‘From what’s behind?’ ‘Yes.’ ‘But what is behind?’ Her voice was very small. ‘Nothing, I suppose. Just darkness. Absolute night.’" Sin embargo, cuando las cosas se van complicando conforme avanza la novela, así lo verá Kit:"During the middle of the day it was no longer the sun alone that persecuted from above– the entire sky was like a metal dome grown white with heat. The merciless light pushed down from all directions; the sun was the whole sky."
Es precisamente en estos momentos cuando Kit comprobará de primera mano la falsedad que se esconde detrás del papel-moneda, y de la que todos deberíamos ser conscientes. "‘I’ve got to get out. I’ve got to get out,’ she told herself over and over. The pile of banknotes lay with her pyjamas. No one paid them any attention." "She pulled a thousand-franc note out of the pile and offered it. But the woman stared at the paper and made a gesture of refusal." Se habían asegurado de tener dinero, francos, para poder llevar a cabo su viaje, y se encuentran con que más allá del Sahara los papelitos no tienen ningún valor. Evidentemente, no le hubiera pasado lo mismo con el good old oro.
Termino con la descripción de una emoción que todos hemos conocido en algún momento, y que me parece aquí magistralmente descrita: "If she could only give up, relax, and live in the perfect knowledge that there was no hope. But there was never any knowing or any certitude; the time to come always had more than one possible direction. One could not even give up hope."
El estilo de Bowles me recuerda por lo crudo al de Karina Sainz Borgo en su La hija de la española, Aparte de eso, no tiene demasiadas florituras: sobrio y en ocasiones complicado. O sea, nada que me motive a repetir con alguna de sus novelas, y tampoco a recomendar la lectura de ésta.
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