Llego a este autor gracias a una exposión sobre él que vi en una reciente visita al museo de América (de Madrid) que, por cierto, es muy recomendable. Es un peazo de museo relativamente poco conocido entre los blockbusters de Madrid, pero que de verdad merece la pena. No perderse los "enconchados" de la conquista de México.
El caso es que en el claustro había una exposición con obras de arte en homenaje a la que es su obra más conocida, una colección de cuentos llamada "El hombre muerto a puntapiés". La exposición y los extractos me picaron la curiosidad, y me hice con estas sus obras completas, que incorporan un par de novelillas surrealistas, algunos otros cuentos, sus ensayos filosóficos, y luego material complementario más de interés para eruditos.
Antes de seguir con la lectura, una reflexión. Como se ha visto, la memoria de Pablo Palacio, escritor ecuatoriano del que no había oído hablar hasta hace unas semanas, perdura en parte porque hay gente dispuesta a darlo a conocer. La prueba es esta exposición, y la gente interesada en editar sus obras, que como veo viene con el patrocinio de la UNESCO.
No es que Palacio sea un escritor mediocre, algo de genio tiene. Pero su obra es muy corta (el tipo se volvió loco y falleció a los 41 años), y para mí solo han resultado de interés los 6 o 7 cuentecillos de la obra ya citada. ¿Cómo es que merece una exposición en el museo de América y tanta reedición? Pues resulta que también tiene el mérito de haber sido socialista (aunque a un socialista de principios del XX se le puede perdonar el idealismo, no así a los actuales, tras tanto experimento fracasado y sufrimiento causado a la hunanidad; este párrafo refleja bien lo que digo: "El principal motivo de lucha del mundo contemporáneo se desarrolla sobre el concepto de la propiedad como la expresión del orden, los otros exigen que desaparezca la propiedad como un principio del orden. «Ya va a comenzar el orden», es el programa de los unos; «nos estáis llevando a la anarquía», es la queja de los otros.").
Y está claro que los de izquierdas cuidan de los suyos. Imagino que, ceteris paribus, si se hubera declarado conservador o libertal ya se lo habrían llevado las brumas del olvido. Tampoco olvidemos que este "cuidado" y recuperación se hace típicamente con nuestros impuestos, no por recursos generados en el mercado (museo de América, UNESCO).
Dicho esto, vamos ya con la lectura, aunque tampoco hay demasiado que decir dada la brevedas de la obra. Los cuentos que le han dado fama la verdad es que son originales y merecen lectura; me han resultado sorprendentes, y en general me han gustado. Destacaría "La doble y única mujer", en que se nos cuenta con perspectiva subjetiva la vida cotidiana de una-dos mujeres siamesas. Una de sus reflexiones: "la condición esencial para que un mueble mío sea mueble en el cerebro de los demás, es que forme y parte de ese objeto que me sirve y que no puede tener en ningún momento vida íntegra e independiente." Aunque la más divertida tiene que ver, cómo no, con el amor: "Primero, ¿era posible para él sentir deseo de satisfacer mi deseo? Segundo, ¿esperaría que una de mis partes se brindase, o tendría determinada inclinación, que haría inútil la guerra de mis yos?"
También me ha gustado "Las mujeres miran las estrellas", de donde también saco alguna frase brillante: "Los historiadores son ciegos que tactean; los literatos dicen que sienten; los futbolistas son policéfalos, guiados por los cuádriceps, gemelos y soleus."
Característico de su estilo narrativo es el juego con las formas de las letras y la colocación de las palabras, muy usado en "Brujerías", o en esta frase del primer cuento: "Y yo, por una fuerza secreta de intuición que Ud. no puede comprender, leí así: ERA VICIOSO, con letras prodigiosamente grandes."
También transita la comparación en sentido contrario:"Esta mujer, clavando una mirada oblicua en Temístocles, hace de su boca un paréntesis."
Tras estos cuentos el volumen incluye sus dos novelas, ambas cortas: "Débora" y "Vida del ahorcado". Me han parecido un rollo. El estilo de Palacio aguanta la distancia breve, pero se hace insufrible en cuanto la cosa se extiendo y uno tiene la creciente sensación de que todo lo que cuenta es absurdo. Van luego unos cuentecillos cortos, y nos topamos de repente con sus artículos periodísticos y filosóficas.
Aquí se ve mejor su talento literario, pues la verdad es que están muy bien escritos. Los periodísticos son una delicia de leer, con una fina ironía omnipresente: "En ese tiempo se hacía buen gobierno cuando había buen tráfico de automóviles y bastantes caballeros en los bares, no cuando el miserable tenía lo suficiente para mejorar su condición de bestia de carga."
En el segundo de ellos desarrolla un feminismo muy razonado, en una época de la historia en que evidentemente hacía mucha falta: "La cuestión central está en bosquejar ligeramente la legislación dictada por los poseedores de mujeres en defensa de sus intereses, a través del desarrollo humano. El adulterio y el criterio político punitivo del adulterio nos va a dar una luz en el problema." Muy acertada esa aproximación a una legislación discriminatoria por promulgada por los que se consideran propietarios de la mujer.
Los filosóficos, sin estar mal, tienen el problema de, eso, ser filosóficos y, por tanto, propensos a debates oscurantistas y en muchos casos poco interesantes salvo para los metidos en el debate.
Poco más voy a decir. Al lector interesado, limítese al primer libro de cuentos y así ya podrá decir que ha leído algo de literatura ecuatoriana. El resto tampoco le va a consumir mucho más tiempo, pero quizá este tiempo adicional sí tenga la sensación de haberlo perdido.
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