El PIB, el producto interior bruto, es el gran protagonista de los indicadores. Según nos enseñan periodistas y economistas, si el PIB crece poco, hay riesgo de recesión, y si decrece, estamos ante una catástrofe. Así que todos mirando al PIB para ver si nos va bien o mal. Vamos, como los que miraban la cinta del mapa en Catch 22.
Pero, ¿qué significa el PIB? Es una medida macroeconómica, agregadora, luego ya sabemos que hay que tener cuidado, que posiblemente el Gobierno nos hace mirar hacia ella por alguna razón. Lo mismo que nos hace mirar el déficit público en vez de el gasto público, o nos apunta la balanza comercial como significativa de algo. Sobre ambos temas tenéis ya entradas en el blog.
El PIB consiste en sumar el dinero que han obtenido todos los productores por sus ventas. Mal empezamos. Pues si solo se suman las transacciones en las que se intercambia dinero, estamos infravalorando el volumen económico real. Por ejemplo, como se explicó en otra entrada, se olvida el trabajo de las amas de casa, que también es economía. O todos los intercambios en especie que se puedan dar entre vecinos. Toda esta economía, la deja de lado el PIB.
Así que, si un día los economistas que lo calculan deciden estimar el valor de estas actividades e incluirlos en el PIB, tenemos ya una subidita guay. Y nos creeremos que la economía va bien. Por otro lado, si para evitar el paso por los bancos y sus comisiones, o el uso del Euro, empezamos a intercambiar cosas (por ejemplo, una casa por otra), el PIB caerá, y pensaremos que la economía va mal.
Otro problema con el PIB es cómo hacerlo comparable de un año para otro. Sí, de acuerdo, podemos sumar Euros. Pero el único problema es que los Euros de un año no valen lo mismo que los de otro, gracias a la inflación que generan los Gobiernos. La solución, me direis, es fácil: deflactese por el IPC. Claro, como que el IPC tiene algo que ver con la inflación. El IPC vuelve a ser un indicador del Gobierno para sus intereses; os recuerdo, por ejemplo, que no incluye el precio de la vivienda.
Así que, por ejemplo, si el IPC está infravalorando la inflación, el PIB subirá más simplemente porque las cosas están más caras que antes, y el IPC esto no es capaz de capturarlo. No sube porque la economía crezca, sino porque lo hacen los precios.
Podría ahora hablar del interés de una medida así para España, como si España produjera algo. Los que producen algo son los individuos que viven en este territorio, y ellos son los mejores observadores de si su PIB sube o no.
Pero me interesa más referirme a si es bueno que crezca la economía, cosa que ya sabemos que no tiene nada que ver con que crezca el PIB. Y la respuesta es que sí: el crecimiento de la economía significa el crecimiento de la riqueza, conseguido a base de incrementar la productividad de los recursos, mediante la inversión en procesos más intensos en capital. El crecimiento de la economía significa que se usan los recursos escasos de mejor forma que antes, que los emprendedores han acertado más de lo que se han equivocado. Y, lo repito, no tiene (casi) nada que ver con el PIB.
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