Sin comerlo ni beberlo, me veo envuelto en esta polemiquilla con don Daniel Rodríguez. El martes se publicó en Libertad Digital mi habitual colaboración, en este caso sobre el voto electrónico. Y, ante mi sorpresa, 24 horas más tarde, aparece otra de Daniel diciendo justo lo contrario: la mía se llamaba "Sí al voto electrónico" y la suya, bueno, lo podeis imaginar. Aquí tenéis las dos:
La mía: http://www.libertaddigital.com/opinion/fernando-herrera/si-al-voto-electronico-44863/; y la de Daniel: http://www.libertaddigital.com/opinion/daniel-rodriguez-herrera/no-al-voto-electronico-44869/
(Pongo la mía primera porque salieron por ese orden)
Así que para la contra-réplica me refugio en mi blog. Vamos a ello: el principal inconveniente que ve Daniel al tema del voto electrónico es 1) la necesidad de que sea secreto; y 2) que dicho secretismo, en un entorno electrónico, haría que el fraude fuero mucho más sencillo y se perdería la confianza de los votantes.
Por partes: al respecto de 1), francamente, no sé qué problema ve Daniel a esto. Tecnológicamente no creo que tuviera ningún problema su solución, e imagino que ya estará solucionado. ¿No me dejan a mi anónimos en el blog? Pues lo mismo.
Dejadme citar a Rothbard: en cada momento, es el capital lo que limita el desarrollo, no la tecnología; siempre hay oportunidades tecnológicas que no se explotan por falta de capital. Resolver el problema del voto secreto es cuestión de un poco de pasta, para lo que haría falta algo de voluntad en el Gobierno.
Vamos con 2), que es más divertido. Cita Daniel en su favor a un tal Josu Mezo, que dice que "gracias a nuestro actual procedimiento de votación y recuento, en ninguna de ellas hubo dudas de que los votos contados eran los votos realmente depositados en las urnas. ¿Podríamos decir lo mismo si el escrutinio lo hubieran hecho ordenadores conectados en red? Creo que la respuesta es obvia. Si implantamos el voto electrónico, más pronto que tarde habrá unas elecciones con un resultado sorprendentemente favorable para el partido en el poder, y muchos ciudadanos de buena fe creerán que ha habido tongo, sin que se sea posible probar lo contrario".
Pero bueno. Primero,¿qué pasa, que no hay "tongos" en las elecciones con papeletas? ¿Los plebiscitos es las dictaduras con qué los hacen, entonces?
Segundo, ya sabemos todos que ante las innovaciones los ciudadanos tienen descofianza congénita. Es uno de los grandes problemas a que se sigue enfrentando Internet, el temor a dar el número de tarjeta. La solución no es, obviamente, dejar de vender por Internet, si no más bien demostrar con la práctica que eso no pasa; o, al menos, que, si pasa, lo hace igual que en el mundo real.
Imagino que los ciudadanos actuales pueden tener esa desconfianza, pero también imagino que conforme la gente entra en la Sociedad de la Información, se cura. Uno está acostumbrado a los papeles, pero ya muchos ciudadanos tenemos un banco que no nos da ni libreta. Y nos fiamos de él para nuestro dinero. ¿Por qué no pasaría lo mismo con los recuentos?
Ahora mismo se necesitan tres personas por mesa electoral más apoderados para dar confianza al sistema, no se olvide. ¿Cuántas necesitaríamos para dar confianza al voto electrónico? Seguro que muchas menos, y también menos apoderados.
Por último, de momento, me quiero referir a la gran virtud de que el voto sea secreto, que impide el amedrentamiento. ¿Cómo creeis que se vota mejor, comódamente sin salir de casa, o aguantando la mirada de los caciques o proetarras a que se refiere Daniel?
Y no entro, de momento, a las consecuencias que, desde mi punto de vista, tendría la implantación del voto electrónico en el corto plazo. Seguro que un tío tan liberal como Daniel se vendría conmigo a dar el sí presencial al voto electrónico.
7 comentarios:
Bueno, yo también te he respondido en mi blog. Sinceramente, tu respuesta al punto 1 no tiene ni pies ni cabeza. El problema no está resuelto, ni lo estará nunca, ya que no hay ningún sistema completamente seguro, eso no quita para que intentemos buscar el sistema más robusto posible complicando al máximo la realización del fraude.
La acabo de ver, Narpo, te iba a dejar algún comentario yo también. Gracias en todo caso.
De acuerdo con que no hay ningún sistema completamente seguro... tampoco el de las urnas lo es. Cuando hablo de soluciones, digo de soluciones razonables. De la misma forma que ni el comercio ni la banca electrónica estás 100% libres de fraude, y sin embargo se han llegado a soluciones razonables que nos permiten funcionar de forma eficiente.
Por otro lado, creo que vuestros problemas con el voto electrónico parecen venir de la desconfianza hacia el Estado, que sería el que daría el pucherazo al controlar el sistema. Sigo insistiendo en que habría soluciones seguro, pero que el Estado no está interesado en desarrollarlas (como tampoco quiera la independencia de la justica, por ejemplo)
Cuanto más complejo es el sistema mayor es el número de puntos de fallos y más dificil es aportar seguridad. La sencillez que aporta el sistema basado en censo, urnas y papeletas a la hora de ser supervisado por interventores y ciudadanos es dificilmente superable. Aunque estoy de acuerdo, que las soluciones existentes actualmente no sean satisfactorias no quiere decir que no sea posible encontrar una solución mejor.
A la espera de que Daniel me incluya (si lo desea) en Red Liberal, te remito al hilo de mi blog:
http://juansgaviota.blogspot.com/2008/08/no-al-voto-electrnico.html
Y al foro de criptografía y seguridad más conocido en España:
http://www.kriptopolis.org/no-al-voto-electronico
Pregunta tonta: si el voto es anónimo, como los posts en este blog, ¿Cómo garantizas que alguien no vota dos veces? ¿En base a la IP?. Pues va a ser que no...
Jonsy,
Un punto es garantizar la confidencialidad del voto, y otro llevar el control de los ciudadanos que votan. Esta última información, aunque no sea de acceso público, tiene que estar perfectamente controlada.
Una cosa es registrar el control de acceso (1 ciudadano / 1 voto emitido), da igual la IP, cada uno tiene su clave de acceso, y eso es lo que le identifica, no la máquina desde la que se conecta, y otro tema es cómo quede asociado ese usuario al contenido de su voto -y seguro que hay modo de proteger esa relación para garantizar confidencialidad-
Por si alguien sigue aquí, hay más comentarios en el blog de Alber Esplugas.
http://www.albertesplugas.com/blog/2008/08/el-voto-electrn.html
Además, os recomiendo el post de Jonsy Gaviota, del que ha dejado link en su comentario.
Eso sí, a mí no me convence ninguno. E, insisto, aún no hemos hablado de las ventajas del voto electrónico, que no se limitan, ni mucho menos, al tema de la duración del recuento.
Voy poniendo este comentario en los diferentes blogs en los que se celebra la polémica.
Anticipo que me posiciono a favor del voto electrónico, claramente como complemento (o futuro sustituto) del voto postal, y quizá como sistema principal dentro de unos cuantos años, cuando el voto presencial (que en mi opinión será necesario siempre) sea "el Plan B" como hoy lo es el voto postal.
Como argumentos a favor, quisiera indicar que existen algoritmos perfectamente seguros que pemiten comprobar si una persona ha votado (lo mismo que con el voto presencial) y que permiten a la persona comprobar antes y después del cierre de la urna que su voto está registrado y contabilizado adecuadamente. Y todo esto sin que se tenga que vincular la identidad de la persona a su sentido de voto, que es indistinguible de todos los demás (igual que con el voto presencial). Además, con los sistemas electrónicos, se puede garantizar la auditabilidad a muchos niveles, y las incidencias son menos probables.
No olvidemos que incidencias se producen siempre: pueblos en los que desaparecen algunas papeletas, o que no han llegado en el reparto, urnas que faltan el algunos sitios…
Las incidencias se gestionan y los problemas se resuelven y la Junta Electoral tiene noticia de ello en todo momento por si tiene que arbitrar soluciones.
El voto en papel, por si solo, no es necesariamente mejor que el voto electrónico. El resto de condicionantes que se aplican a cada tipo de voto en cada evento son esenciales para decir si en un caso concreto es mejor un sistema u otro.
Recordemos los casos en los que muchos votos se invalidan porque no se distingue el candidato marcado, o se marcan más candidatos que los permitidos (el recuento de Florida que finalmente dio la presidencia a George Bush hijo es un caso claro de las dificultades que crea el voto en papel).
En el voto electrónico se pueden hacer cosas que son difíciles en papel. Por ejemplo, mostrar la foto de los candidatos, lo que puede ayudar a personas que no saben leer (y escribir). Se puede automatizar la selección de candidatos hasta el límite pemitido ayudando al usuario a cambiar su elección si lo desea, antes de “cerrar” el voto. Así se evitarían votos nulos producidos por la ignorancia de las reglas aplicables.
Son tantas las ventajas del voto electrónico que todavía me cuesta creer que haya alguien en contra. Debe ser porque los que estamos a favor no somos lo suficientemente pedagógicos, y quizá haya que admitir que las garantías del voto electrónico no son intuitivas.
Hasta en eso es mejor. Porque el voto en papel parece merecer una credibilidad que la historia de fraudes electorales y chanchullos del pasado y de diferentes geografías demostraría que es exagerada.
Por contra, los recelos que claramente despierta el voto electónico son una garantía de que se aplican los niveles adecuados de auditoría, supervisión e intervención como para que el fraude sea imposible.
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