Tercer libro de la trilogia de Gomes sobre la historia de Brasil. En los dos primeros nos contaba, respectivamente, el establecimiento de la monarquía en Brasil (1808) y la independización de este país (1822). En éste, nos analiza el proceso por el que Brasil pasó de ser una monarquia a una república.
Gomes no hace una novela histórica ni tampoco hace una descripción secuencial de los hechos. Su estilo, ya practicado con éxito, a mi entender, en los libros previos, consiste en desarrollar temas relacionados con el acontecimiento en capítulos independientes. De esta forma se van añadiendo trazos que, cual buena pintura impresionista, consiguen su objetivo global una vez cogida cierta perspectiva.
El libro está bastante bien: no llega al nivel de 1808, el mejor con diferencia de los tres, pero tampoco se hunde en las repeticiones de que adolecía 1822. Lo único es que el episodio analizado parece menos interesante y con menos cosas que contar que los otros, por lo que el libro queda un poco desangelado. De hecho, nos sorprende su final en la página 200, cuando el volumen alcanza las 350. Esas 150 restantes se dedican a imágenes, bibliogragía, agradecimientos y notas.
Como queda dicho, el acontecimiento central sobre el que se construye el libro es la caída de la monarquia brasileña y el paso a la República. Dos cualidades resaltan en el análisis de Gomes. Por un lado, la importancia que da a las personas, a los protagonistas del episodio. Gomes tiene claro que la historia no avanza espontáneamente, sino que lo hace impulsada por personas más o menos notable, más o menos acertadas, más o menos conscientes de lo que están haciendo. Por eso, la mayor parte de los capítulos de su libro son casi biográficos de los principales protagonistas: tenemos uno para el rey saliente Pedro II; para el proclamador de la República (Deodoro), para el padre intelectual (Benjamin Contant, no confundir con el liberal francés) o para el consolidador de la República. En estos capítulos, Gomes no se limita a contarnos lo que hicieron en el contexto del cambio, sino que aporta una biografía razonablemente completa.
La otra cualidad que destaco es la facilidad con que incluye explicaciones de dichos, anécdotas o costumbres relacionados con los eventos que está contando. Por ejemplo, cuando explica por qué al periodo de crisis económica tras la declaración de la República se le llama Encilhamento. Ello contribuye a dar culturilla y acercar más los eventos narrados al lector.
En cuanto al propio evento histórico, Gomes nos pinta una monarquía en decadencia, sí, pero también una llegada de la República casi inesperada y aparentemente indeseada por la mayor parte de la gente, incluidos algunos de sus promotores. Es más, el ambiente que describe pre-república, aún tildándolo de espejismo, no deja de ser el de una sociedad bastante rica, posiblemente gracias a la libertad económica de que gozaban por la nula intromisión del monarca en los asuntos económicos. Eso si, el autor insiste una y otra vez, ya lo hacía en los libros previos, que tal apariencia se sustentaba en la explotación de esclavos.
La narración de la transición de la monarquía a la república y los juegos de poder acaecidos en esos momentos es digna del mejor Vargas Llosa (el de La Fiesta del Chivo, a la que estos capítulos recuerdan muchísimo). Por cierto, también se refiere Gomes al episodio de Canudos, relatado por Vargas Llosa en su "La guerra del fin del mundo". Y, por cierto también para los lectores españoles, transmite muchas enseñanzas sobre los "cambios" que nos prometen los políticos. Los primeros pasos del gobierno republicano brasileño consistieron en, a ver quién lo adivina: cambiar nombres de las calles, cambiar el himno, cambiar la bandera, amordazar a la prensa y colocar gente de confianza en los cargos. Qué coincidencias! Claro que quizá la descripción no es precisa, porque lo que sí denota Gomes en muchas partes del libro es su sesgo pro-monarquia.
Mención aparte merece el capítulo dedicado al Encilhamento y la crisis provocada por el ministerio económico de Rui Barbosa, quien, lo adivinan, eliminó el patrón oro del sistema monetario brasileño (un pionero, lo hizo antes de fin del XIX) y creó una burbuja brutal de activos que se resolvió como todas las burbujas: con una crisis igualmente brutal que casi se lleva por delante la República y el país. Este es quizá uno de los mejores capítulos del libro, sobre todo si te interesa mínimamente la economía, y digno de figurar en la siguiente edición del "Dinero..." de Jesús Huerta de Soto.
En general, interesante lectura, aunque ciertamente sabe a poco, quizá porque el episodio da poco de sí, pese a la importancia que tal vez haya tenido en la historia de Brasil.
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