Amin Maalouf es mi escritor contemporáneo en francés favorito. Me he leído todas sus novelas, y tenía este aparacado sin leer por haberle conceptualizado como un ensayo. Así que ya era hora de que completara mi colección.
Lo cierto es que no es un ensayo, sino un libro de historia, como su propio nombre indica a quien se pare un poco más en el título. El aspecto diferencial es que sus fuentes son los historiadores árabes de la época, en vez de las más tradicionales fuentes occidentales. Por lo demás, se trata de un libro muy similar en estilo a las crónicas de José Javier Esparza sobre la reconquista en España: se trata de una narración policéntrica y en la que se presta también atención a las conexiones con regiones y pueblos limítrofes, como puede ser Bizancio (Roum), Venecia, los Asesinos y, sobre todo, los mongoles.
En suma, una verdadera delicia de leer, pues combina esa preciosa narrativa característica del escritor libanés con el interés histórico de los acontecimientos que nos cuenta. Los protagonistas son, por supuestos, los príncipes árabes, empezando por Kilij Arslan (de la dinastía seleucida), y terminando con el mameluco Baibar, que termina expulsando a los cruzados de su último bastión en Tierra Santa, la ciudad de Acre. Por el camino, conoceremos a los tres principales artífices de que se diera la vuelta a la tortilla: Zinki, Noureddin y Saladino.
La situación que describe Maalouf, muchas veces con cierto pesar, es similar a la que cabe imaginar en la Reconquista, tal como nos cuenta Esparza. Y es que no había un frente común islámico frente a los cristianos, ni al revés. Lo que hay es, lo de siempre en la relaciones humanas: intereses individuales contrapuestos, que buscan las alianzas que más les convienen en cada momento. Así, no son raros los casos de enfrentamientos mixtos cristianos-musulmanes contra ejércitos de composición idéntica. Cuando el príncipe árabe de turno llama a la Jihad no lo hace por castigar al infiel, sino por recuperar un territorio perdido para lo que le sería cómodo contar con soldados fanáticos. Los Asesinos se alían tanta veces o más con los cruzados que con los islámicos: al ser una secta chiita, odian más a los sunitas que al invasor. Las relaciones con Bizancio-Roum son igualmente complejas: a veces combaten de la mano de los franj, pero otras se muestran irreconciliables (por ejemplo, en lo referente a Antioquía). Y cuando aparecen en escena los mongoles, momento crítico para el Islam, no sorprende que su alianza natural sea con los franj, en la otra parte de la pinza.
Junto al relato histórico, Maalouf deja algo de espacio para algunas reflexiones sobre la vida y costumbres en cada "bando". Así, los historiadores árabes encuentran brutales diferencias en los sistemas judiciales (el respetado cadí árabe, vs las ordalías de los franjs), la aplicación de la medicina (con algunos ejemplos espeluznantes por parte de los franj) y otros aspectos. Al mismo tiempo, reconocen que los derechos de los franjs estaban mejor reconocidos que los de los árabes, lo que tiene una consecuencia decisiva: en todos los años de las Cruzadas apenas se produjeron conflictos sucesorios en los reinos de los franj, mientras que los mismos eran una constante en el territorio islámico, lo que paralizaba en numerosas ocasiones los esfuerzos de reconquista.
Por cierto, un detalle para el contraste con la situación actual. Nos dice Maalouf que en aquella época, en Aleppo, "Las familias modestas compran sus platos preparados en el zoco; solo los ricos se pueden permitir cocinar en sus casas" (Traducción propia)
Termina el libro con una conclusión y reflexión del autor, que quizá pueda ayudar a comprender la actitud islámica en el conflictivo Oriente Próximo. Y es que, según Maalouf, los árabes siguen teniendo las cruzadas como referencia vital (recoge diversos ejemplos contemporáneos), algo que dejo de ocurrir hace mucho tiempo en Occidente. ¿Por qué se quedo anquilosada una civilización que en esos momentos parecía mucho más avanzada que la de sus invasores? Quizá la respuesta esté hace dos párrafos.
A estas alturas, no creo estar descubriendo Maalouf a nadie, así que es ocioso recomendar este libro, o no hacerlo, puesto que los lectores de Maalouf seguro que lo habrán leído tiempo ha. La recomendación más que del libro, sería del autor: si no lo conoces, gran oportunidad para empezar a hacerlo. Luego te esperan Samarcande, Les jardins de lumière, Léon l'Africain, Le rocher de Tanios o Le Periple de Baldasarre, entre otros. Ah, y si puedes, léelo en francés, porque este señor escribe como los ángeles.
3 comentarios:
Pues yo de usted me fijaria en esa parte en que al caer una de las ultimas ciudades cruzadas el cronista dice cn satisfaccion "y el orgullo de las mjeres fue rebajado". En roman paladino fueron violadas o vendidas como esclavas par ser violada, revioladas y vueltas a violar en los arenes. Una satisfaccion que tambien encontramos en la cronica de la conquista deel Maghreb donde el cronista habla de la belleza de las cautivas y de que algunas fueron vendidas pr mas de mil dinares o en l acronica de la conquista de España en la que cronista se regodea con "las trenta mil mujers de gran bellez que fueron esclavizadas y luego vendidas en Oriente Medio" De gran belleza y no "estupendas cocineras que hacuian una paella que te chupabas los dedos"
Vamos que eso de que al cabo de mas de cuatro siglos de garesuiones musulmanas los cruzados sean los malos por dejar de poner la otra mejilla pues no cuela
Muchas gracias, JFM.
La verdad es que no me ha dado la impresión de que Maalouf defendiera la superioridad del islam sobre los cruzados/occidentales, ni en la época, ni mucho menos en la actualidad. Reconoce que en la época había aspectos superiores en los cruzados, aunque tienda a asumir que los árabes tenían una civilización superior. Pero, claro, es que mira las dos partes: por un lado, los árabes, ciudadanos normales instalados en un modo de vida regular; por otro, soldados, gente violenta, que dista de ser regular. Vamos, que es difícil imaginar que los cruzados fueran lo mejor de cada pueblo. Claro, esa comparación no se resiste, porque no estás comparando la civilización occidental con la arábiga, si no la organización de una panda de gente tendente a violenta con una organización social consolidada.
Si el saco de Jérusalem. Lo que Amin Maalouf no dice es que
1) Un año antes la guarnicion musulmana habia sido pasada a cuchillo por otraios musulmanes
y 2) Que poco antes de la caida de Jérusalem los musulmanes habian crucificado prisioneros cristianos sobre las murallas para que los cruzados los viesen bien. Por lo cual Cuando los critianos entraron en Jérusalem estabn de un humor de perros (un escenario: la crucifixion come desafio seguida de matanza por parte de los cristianos) que se repitio en Mallorca. También que los jefes de los cristianos intentaron para la matanza pero retomar el control de una tropa dispersa por las calles de la Ciudad llevo tiempo).
Un mito sobre llas Cruzadas es que fueron obra de segundones ansiosos de tener su propio senñorio. La verdad es que la mayoria de de los cruzados fueron primerizos con su propia tierra, muchos con familia, que iban alli a ahcer su salvacion para luego volver a casa por lo cual come en la Cruzada de Barbastro los que quedaron eran pocos. Esa fue la gran trgedai de las Cruzadas ya qe por falta de efectivos los Cruzdos no pudieron proteger adecuadamente a los campesinos cristianos contra los los cauales las incursiones muslmanas perpetraron autenticas carnicerias. Elle dejo a las fortalezas cristianas "en el aire" icapaces de avituallarse localmente y dependeientes de la linea de comunicaciones con el nucleo duro del territorio cruzado.
Aunque no sea precisamente el ukltimo grito te recomiendo
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