jueves, 22 de julio de 2021

M. El hombre de la providencia, de Antonio Scurati

Se trata de la segunda parte de la biografía de Mussolini, que al parecer se extenderá a cuatro volúmenes. La primera parte (M. El hijo del siglo) me sorprendió muy gratamente y, tras leer ésta, será inevitable que lea las dos restantes, pues mantiene el nivel de la primera. Eso sí, no las esperaré con tanta ansia como Juego de Tronos.

En esta segunda parte se recoge el periodo de 1926 a 1932, o sea, los años en que Mussolini se dedica a desmontar la democracia italiana para crear su dictadura fascista. Y ya anticipo que, para mí, sigue sin quedar claro en qué consiste el fascismo, salvo que era lo que don Benito dijera que era, de la misma forma que ahora el fascismo es lo que los comunistas y socialistas dicen qué es.

El libro es interesante por dos motivos: uno es obvio, la figura de Mussolini, que yo desconocía casi completamente, y pienso que es mejor abordar su conocimiento a través de biógrafos hostiles como puede ser el caso de Scurati. La segunda no es tan obvia, y es la calidad literaria que exuda el autor: Scurati escribe muy, muy bien, da gusto leerle, y eso que se limita a contar cosas que tiene descritas en las notas históricas que nos refiere al final de cada capítulo y que soportan su investigación. Un par de botones de muestra:

"Hace más de media hora que Benito Mussolini deambula por el espacio metafísico de la Sala del Mapamundi en busca de su lugar en el cosmos"

"Siempre hay algún filósofo de la historia, desconocido para la Historia, dispuesto a recoger un puñado de firmas para grabarlas al pie de su manifiesto, redactado con fina escritura, que deja navegar, durante uno o dos días, hacia el océano del olvido como una flota armada para la empresa del rencor."

En cuanto al aspecto histórico, para mí está siendo un completo descubrimiento, y más aún cuando lo ponemos en contexto y en paralelo con las asechanzas de tirano en potencia que "gobierna" en la actualidad España, pues hay tantas coincidencias como para hacer pensar que Pedrito, o alguien de su entorno, conoce bien el fenómeno fascista. Por ejemplo, algunos dicen del ascenso de Bolaños es por su capacidad legal para tratar de encajar jurídicamente en la Constitución las leyes que van a acabar con ella. Algo parecido hará Mussolini con uno de sus adláteres, "Mussolini le ha confiado la redacción de las leyes liberticidas. El derrocamiento del Estado liberal está listo: ya no es el individuo el que cede parte de sus libertades al Estado para recibir a cambio protección y cuidados, sino el Estado el que otorga, con una exorbitante tasa de interés". Obsérvese que algo parecido nos está pasando para recuperar las libertades de movimiento y negocio que teníamos antes del COVID. Ahora parece que no llevar mascarilla deba de ser un derecho que nos otorgue el Estado.

Pero, siguiendo a la búsqueda de parecidos, algo que no tendrá nunca Pedrito será la popularidad de Mussolini, al menos en sus primeros tiempos. Mientras al primero le insultan y chillan por las calles, esto le pasa a Mussolini: "Por la tarde, miles de romanos en desasosiego se agolpan en la calle que conducirá a Mussolini a la sede del partido. Muchos de ellos, de rodillas, se limpian los ojos relucientes de lágrimas."

Bueno, dejo esta línea de argumentos, por muy tentadora que pueda ser. Desde el punto de vista de acontecimientos, la narrativa orbita en torno a cinco temas: la conquista de Libia, la corrupción del fascismo en Milán, las negociaciones con el Vaticano, los atentados contra Mussolini y, por supuesto, el desmantelamiento de la democracia italiana en favor de la dictadura fascista. 

Por supuesto, el tema que a mí más me interesa es el último. En primer lugar, no me parece nada relevante la oposición democracia-dictadura, y tampoco lo sería para nadie, si no fuera porque se ecualiza en mucha gente, y también en Scurati, democracia con libertad y dictadura con esclavitud (o l que sea). Pero esa ecualización es incorrecta por muchas razones sobre las que no voy a entrar. Así pues, más democracia (whatever es "más" signifique) no implica más libertad, ni más democracia menos. Muy rápidamente, democracia y política son relevantes en la medida en que se acepte la existencia de intereses comunes, como medio para acordarlos. Pero si se decide que no hay intereses comunes, entonces no hace falta política ni democracia, solamente individuos actuando libremente en pos de sus intereses individuales o colectivos. Es por ello que no me parece nada terrible, como sí a Scurati, que "La vida política en Italia, poco a poco, va apagándose y con ella se apaga también la vida pública." conforme avanza la dictadura de Mussolini. Es más, la gente está harta de la vida política y lo que quiere es su vida, sin adjetivos. Igual eso es lo que pasaba con Mussolini: menos política y más libertad económica. ¿Por qué Scurati nunca nos habla de la cuantía de impuestos que pagaban los italianos de la época? Ese sí que es un buen proxy de la libertad, y no la posibilidad de discutir sobre política.

En esta línea, parecen muy interesantes los apuntes que da Scurati sobre la política económica de Mussolini, al menos durante estos años. Quizá sería interesante profundizar sobre ella. Porque lo que se deduce de lo que dice Scurati es que Mussolini tenía un gran respeto por el dinero de la gente y trataba de mantener el valor internacional de la lira, lo que en términos económicos significaba que evitaba políticas inflacionarias (las comunes en la democracia y que se comen el valor de nuestros ahorros). El problema es que Scurati no parece saber economía, y desliza frases que parecen imposibles. Por ejemplo: "Con el propósito de contrarrestar la pérdida de valor adquisitivo generada por la revalorización forzosa de la lira, se crean comités intersindicales en cada provincia para la fijación de los precios máximos y mínimos..." ¿Cómo puede ser que la revalorización de la lira produzca pérdida de valor adquisitivo? Si las liras que tengo o me dan valen más, ¿cómo es que pierdo poder adquisitivo? Así que esos hechos se producirían por otras razones. 

Consciente de esto, resulta difícil adentrarse en las confusas brumas con que Scurati rodea la política económica. Otra afirmación, decididamente socialista: "al humilde trabajador le cuesta entender el prestigio internacional de una lira a cuota 90, así como la dignidad contable de un presupuesto estatal cerrado con superávit o el éxito alcanzado por el préstamo Littorio." O sea, que os trabajadores no se benefician de que la lira mantenga su poder adquisitivo o de que el Gobierno no gaste más de lo que ingresa. Lo cierto es que las consecuencias de esa política, que parece, como digo, de austeridad, son que Italia pasa a ser uno de los países referencia del mundo, incluyendo en artes, ciencia y tecnología, como vemos a través de las cosas que Scurati nos cuenta. Y, de hecho, la crisis del 29, debida a la política monetaria laxa en EEUU, no parece tocar a Italia, al menos no habla de ella Scurati ni de pasada.

Esta segunda parte de la vida de Mussolini a mí me ofrece más luces que sombras, siento decirle a Scurati. Yo también estoy dispuesto a sacrificar mis discusiones políticas a cambio de que me bajen los impuestos y no pierdan valor mis Euros, aunque no pueda votar cada 4 años quién me va a robar. Me parece una lectura muy recomendable, y esperaré con impaciencia la tercera parte, pesa a la clara filiación izquierdista del autor.

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