Creo que me apunte este libro cuando estaba leyendo The Dust of Empire, como otros muchos a los que ya he dado debida lectura. Desde entonces, he tenido oportunidad de viajar a aquel país, por lo que la lectura se había hecho urgente.
Lo que me he encontrado es el típico libro de periodista inglés, esto es, escrito de forma impecable y manejando a la perfección los resortes para captar la atención. Esperaba que fuera más descriptivo del país, Meyer lo calificaba casi como de guía turística, y ciertamente lo es, aunque no se limita, ni de lejos, a las visitas turísticas. Habla bastante de la historia del país, pero principalmente de la contemporánea, o sea, desde finales de los 80 hasta principios de 2000, que es cuando está escrito.
Me ha resultado fascinante cómo obtiene las mismas impresiones que yo del país, aunque yo lo haya visitado quince años después, empezando por esta visión, que había comentado varias veces con mi mujer: "In Georgia, a country the size of Ireland, people could ski in the morning, swim a couple hours later in a warm Black Sea," No es de extrañar que fuera el principal destino turístico en la antigua URSS.
Otra visión compartida: la conexión de Georgia, inesperada para mí aunque lógica tras la reflexión, con la Grecia clásica. "Within it Prometheus had been chained to the flanks of Mt Kazbek, Jason found his Golden Fleece beside the mountain rivers of Svaneti in the Western Caucasus; and Medea, of the great Euripidean tragedy, reputedly lived with her father, King Medes, in her Colchis home." (aunque yo pensaba que a Prometeo le habían encadenado al Elbruss). De hecho, allí descubrí que una de sus regiones se llama Iberia, y sostengo la hipótesis de que es dicha región la que puso nombre a nuestra península por la vía de los griegos. Otra conexión sorprendente, ésta no postulada por el autor.
Y los recorridos que hace por las zonas en que yo estuve, son prácticamente los mismos que los míos, casi punto por punto: el museo de Stalin en Gori, Vardzia, el recorrido desde el Gran Caucaso a Tiflis o ls visita a Svanetia y a su pueblo de bandera, Ushguli. De Ushguli nos dice lo mismo que yo pensé, aunque jamás hubiera acertado a ponerlo de forma tan poética: "Such enchanted moments are the stuff of travel. They seem to lean over the rim of our world with hints of something completely alien, filling the landscape with the luminous, unexplored events familiar to all children, and forgotten by most adults."
Por supuesto, él tiene oportunidad de visitar alguna cosa más, son años de vida allí frente a mi semana escasa, y de entre ellas destaca la que hace de Tusheti, un lugar aún más difícil de alcanzar que Svanetia incluso en la actualidad, y cuya descripción me ha despertado ganas de visitarlo.
Como decía, el libro va más allá de estos recorridos turísticos, y también habla bastante de las costumbres de los georgianos, así como de las particularidades en cada una de sus comarcas. Asi, descubrimos que "We feel very close to our 12th century— for some of us, it’s almost as if it were yesterday." O, algo más terrorífico, referido a la carretera a Svanetia, que yo también conduje: "drunken driving is the primary cause of fatality on this road. Yet true to tradition, Svans still encouraged drivers to stop and drink a hefty toast to the memory of one, almost certainly dead due to drunken driving". Desde otro punto de vista: "I always think a love of the absurd is the only quality Georgians genuinely share with the British."
Aunque quizá a lo que más espacio se dedica es a la historia contemporánea: la independencia de Georgia de Rusia, la Guerra Civil por Abasia, y la revolución rosa, precedente de la ocurrida en Ucrania poco después. Por cierto, también Georgia sufrió una invasión de Rusia hace unos años con la disculpa de defender Osetia del Sur. Nasmyth nos cuenta la vida en Tiflis sin electricidad en plenos años 90, por ejemplo. ("The dried-up water pipes meant washing, toilet flushes— the taken-for-granted events of civilisation— were now luxuries.")
Nasmyth muestra en cuanto tiene oportunidad la negativa opinión que le merece el régimen comunista, lo que es de agradecer en un periodista, siempre tendentes a la izquierda. Cuando más patente queda es en su visita al museo de Stalin en su ciudad natal, donde denuncia la falta de crítica con la actividad del asesino de masas. Como explica alguno de los residentes al preguntarle por la estatua de Stalin aún en pie (en los 90), se trata de un "hombre grande" y por eso se mantiene el respeto que le tienen. A veces el ataque al régimen comunista es filosófico: "Theirs was the instinctive response to laws that disobeyed human nature. In Georgia, they and their older cousins had illegally operated a black market that some estimated to be 50 per cent of the entire economy." y otras más irónico "Here people lived to be pleasantly surprised when something worked as planned, instead of unpleasantly surprised when it didn’t."
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