lunes, 21 de noviembre de 2022

C'était le XX siècle (II: Le course à l'abîme), de Alain Decaux

Segunda parte de la serie sobre el siglo XX del este académico francés. Aunque con sus altibajos, la primera parte (De la Belle Époque aux Années folles) me resultó lo suficientemente atractiva para adentrarme en la lectura completa de la obra. Tras terminar la segunda entrega, me reafirmo en la decisión de seguir leyendo la serie.

Los episodios escogidos en esta ocasión por Decaux reflejan perfectamente el ambiente previo a la Segunda Guerra Mundial. No hay en esta ocasión historias de emprendedores e inventos, ni de hazañas, y prácticamente todos son mundialmente conocidos, aunque algunos sean de Francia. Solo hay una concesión (relativa) a la frivolidad, la historia de corrupción que nos cuenta el primer capítulo, donde un tal Stavisky es capaz de forrarse a base de robar al erario público de forma desconocida hasta el momento y con la complicidad de los políticos, especialmente, cómo no, de los socialistas, que como vemos no tardaron en mostrar sus dientecitos ("Stavisky a été, par l’intermédiaire de Bonnaure, le bailleur de fonds électoraux du parti radical-socialiste,"). Y este se lo quedaba para él, por si algún socialista contemporáneo español está pensando en atenuar responsabilidades, como tratan de hacer con los ladrones de los EREs andaluces.

El caso es que fuera de esa concesión tanto a lo frívolo como a lo francés, los demás son relatos de asesinatos, revoluciones, y complots. Extraña época la de las entreguerras, donde los Estados están cogiendo todo el poder de la sociedad (ejemplos paradigmáticos son la URSS y la Alemania Nazi, aunque también se han plantado las semillas del mal en las democracias). En paralelo, los ciudadanos, hasta ese momento individuos, también comienzan a experimentar en sus carnes la consecuencias de los actos de esos Estados. 

Esto nos dice Decaux de la inflación de la posguerra en Francia: "Ce qui a caractérisé l’après-guerre, c’est une inflation d’autant plus cruelle que ceux qui la supportaient avaient toujours ignoré la seule existence du phénomène. Toute une classe sociale vivait avant 1914 de ses rentes, et celles-ci avaient la solidité du granit. Après 1918, la plupart des rentiers se sont vus à peu près ruinés. Les porteurs d’emprunt russe ont tout perdu." Por cierto, algo que vimos recientemente que era la gran preocupación de Keynes (aquí).

Así, tenemos los asesinatos del rey de Yugoslavia Alejandro I, el de Kirov a manos de un amante despechado (¿o de Stalin?) y el de Trotski. Tenemos los complots urdidos por los Nazis para hacer la guerra a Polonia, y para desplazar al general ruso Toukhatchevski y que Stalin pudiera pactar fácilmente con ellos, además de la Noche de los Cuchillos Largos en que las SS acaban con el poder de las SA engañando a Hitler con respecto a las intenciones de su amigo y confundador del partido nazi Roehm,

A estos episodios se une la historia del canciller Dollfuss en Austria (Millimeternich, que le llamaban los cachondos de la época, debido a su estatura y a sus ínfulas), así como la interesantísima en que Pierra Laval consigue tumbar la república francesa abandarándose con el prestigio del mariscal Petain, y transformar el régimen de Vichy en una especie de dictadura a la moda del momento. Aquí tenemos su plan maestro: "Le Parlement doit être dissous. La Constitution doit être réformée. Elle doit s’aligner sur les États totalitaires. L’institution des camps de travail doit être envisagée. Si le Parlement n’y consent pas, c’est l’Allemagne qui nous imposera toutes ces mesures avec, comme conséquence immédiate, l’occupation de toute la France."

Por cierto, que al señor Decaux le extraña la actitud de los partidos de izquierda ante la tesitura: "Que ceux-là mêmes qui s’étaient voulu les plus fermes soutiens du régime – la majorité des socialistes, la majorité des radicaux, la Chambre issue du Front populaire – aient non seulement prêté la main à l’assassinat de la République, mais y aient applaudi, voilà qui passe l’entendement." En España, como ya sabemos que el PSOE y la Izquierda no pierde oportunidad de traicionar a los españoles, no nos asombra tanto.

Por último, Decaux dedica un capítulo a nuestra Guerra Civil, cosa inevitable. El episodio elegido es, tampoco sorprende, el del bombardeo de Guernica. Siempre me interesa ver la perspectiva de extranjeros al respecto de lo que ocurre en España, por lo que leí este capítulo con curiosidad y cierto desapego, ya que el ramalazo izquierdista de Decaux es innegable. Lo digo, al tiempo que reconozco que sus relatos son bastante neutrales.

Me apresuro a decir que el tratamiento que da a la Guerra Civil española me ha parecido en términos generales correcto. Lo único que cabe recriminarle es que trate en pie de igualdad, durante la República, los atentados de los partidarios de la derecha, con la persecución sistemática que hizo la izquierda desde el Gobierno. O sea, no es lo mismo que unos cuantos delincuentes, por muy organizados que estén, maten a un sindicalista, que que el Gobierno se dedique a hacer checas y a matar monjas. Que no eran grupos espontáneos, era el Gobierno supuestamente democrático gobernando para todos los españoles.

Aparte de eso, muy interesante la discusión que hace del fenómeno propagandista en torno al bombardeo, que es de lo que realmente va el capítulo. Efectivamente, parece que las autoridades franquistas consiguieron confundir a la opinión pública internacional durante un tiempo, y hacerles creer que había sido un incendio provocado por los rojos en su huida del pueblo, precisamente para cargar las tintas contra los rebeldes por su barbarie. Vamos, nada que hubiera hecho pestañear a Stalin, o sea que perfectamente verosímil.

Lo cierto es que sí fueron las fuerzas franquistas las que causaron la barbarie. Pero también parece cierto que fue algo que hizo el ejército alemán como ensayo general para la guerra europea que se auguraba. Vamos, que ni italianos ni españoles esperaban que sus aliados hicieran esta maniobra, lo que no les exime de la responsabilidad.

Bueno, queda claro que ha sido una lectura interesante a la par que amena, y que procede seguir con la tercera entrega. "La guerre absolue".

 

lunes, 14 de noviembre de 2022

Venga a nosotros tu reino, de Javier Reverte

Javier Reverte es uno de sus autores que te garantizan una lectura interesante. He leído ya varias cosas de él, normalmente de literatura de viajes, como "Corazón de Ulises" o "Dios, el Diablo y la Aventura", siempre me han gustado, aunque sin llegar al arrebato. Así que no indagué demasiado antes de leer éste que comento, esperándome alguna historia relacionada con algún viaje.

No me encontré algo así, y sí una historia relativamente extraña y poco atractiva, pero que aún así se deja leer y es interesante. El protagonista es un cura polaco que llega a España tras unos años en Italia, con la medio-misión de infiltrar el comunismo en las comunidades cristianas. Estamos hablando de los años 50, cuando España comienza a remontar económicamente y bajo el dominio del Caudillo. 

Trabará conocimiento con dos personajes que afectarán su vida: el primero es un personaje histórico, el Patriarca de Indias Leopoldo Eijo Garay, quien, sorprendentemente para un país con leyes contra el libre pensamiento como la de la Memoria Comunista, perdón, Democrática, sigue teniendo alguna calle y colegio a su nombre en Madrid. Reverte no muestra ninguna simpatía hacia él, a quien califica siempre con pájaro pero de los malos: no águila, sino buitre, cuervo, grajo... Sin embargo, sus reflexiones son lo segundo más interesante de la novela. Al menos, Reverte le reconoce inteligencia y sabiduría. "Ha bendecido una guerra contra el ateísmo pese a que detesta las guerras y detesta la sangre derramada en las batallas. Ha ignorado los fusilamientos y las cárceles porque pensaba que era necesario limpiar de escoria la tierra mancillada por los enemigos de Cristo.". Más cínicamente, una reflexión del preboste: "siempre has de tener en cuenta que el pensamiento es una senda peligrosa, porque nos hace dudar. Y la duda conduciría a la Iglesia a su fin. Necesitamos del dogma, de la creencia en lo absoluto. Sin ello, nada somos.". 

Y muy interesantes los extractos que hace de la encíclica "Rerum Novarum", la respuesta católica al marxismo, que es el conflicto que yace al fondo de la novela: ¿Debe la iglesia tomar a su cargo la justicia social, o la rinde a los comunistas? Parte de la respuesta está, por supuesto, en que la trampa es que la justicia social es un concepto socialista, y su búsqueda conlleva el giro a la izquierda de la Iglesia. En todo caso, dejo esta interesante cita: "Los socialistas empeoran la situación de los obreros, puesto que, al condenar la propiedad privada, los privan de la libertad de emplear sus ahorros y beneficios en aumentar los bienes familiares y procurarse utilidades".

El otro protagonista es la chiquilla de turno, una tal Pilar de buena familia, que arrancará al cura polaco de sus ensoñaciones de virtud confrontándole con el amor y la carne. No demasiado que rascar por este lado de la novela.

El lector atento se habrá fijado en que las reflexiones de Eijo Garay me han parecido lo "segundo" más interesante de la novela. Lo primero han sido los pasajes costumbristas de la novela en que Reverte nos describe el Madrid de la época. Son maravillosos, alguno recuerda al comienzo de Doña Francisquita, la zarzuela de Vives. Hay un recorrido por la Gran Vía, numerosos viajes en tranvía, una taberna ("Los de la mesa de don Arturo le chistaban con hambre de vinos justicieros, coñacs quebrantapáncreas y anises tronchahígados."), recorridos por Bailen, visitas a los barrios más pobres...

Me quedo con este ejemplo, recorrido en coche por calles que conozco:"...Cea Bermúdez. Desde allí, viró hacia el oeste en dirección a la Moncloa. Pronto, pasada la calle de Galileo, edificios arruinados por la guerra, algunos desmontes y poblados de gitanos, que alzaban sus chabolas en la vecindad de enormes basureros, asomaron en el lado derecho del recorrido."

Y también rescato el sistema de censura para el cine: "En España, la censura califica las películas por números. Las dos primeras, las 1 y 2, pueden verlas todos, pero las que tienen la calificación 3 sólo son aptas para los mayores de dieciocho años. Luego, las de 3-R, están permitidas para mayores, pero con «reparos», de ahí la erre mayúscula. Y queda la calificación de 4, que son las «gravemente peligrosas»."

Como se observa, sin ser una historia muy interesante, sí me han gustado bastantes pasajes, y otros me han resultado más informativos, como todo lo relacionado con el comunismo y sus artimañas para encontrar adeptos, muchas veces para sorpresa de los propios interesados. Por ejemplo, la organización PAX. La verdad es que estas inquietudes manipuladoras y de hacerlo todo de izquierdas, especialmente cualquier movimiento ciudadano espontáneo, solo se vez en las ideologías zurdas. Y mucho me temo que el truco sigue vigente en la actualidad: cuelan las ideas izquierdistas bajo cualquier tipo de ropaje a los no avisados. Lo que pasa es que ahora no hay celosos agentes policiales protegiéndonos de tan peligrosas ideas (nótese el tono irónico del que duda que esa sea una buena solución). 

miércoles, 9 de noviembre de 2022

The Power of Geography, de Tim Marshall

Era poco previsible que, tras el mal sabor de boca que me dejó Prisoners of the Geography, del mismo autor y que terminé hace unas semanas, me pusiera a leer esto. Sin embargo, antes de despedirme, eché un vistazo al índice y me llevé la sorpresa de que, entre los nueve países analizados, estaba España. ¿Qué nos hacía acreedores de tal honor? Eso me pregunté, y con algo de morbo, me dispuse a una nueva lectura del señor Marshall. Como España ocupaba el penúltimo lugar del índice, solo por delante del dedicado al espacio exterior, y mi religión me prohíbe la lectura de capítulos aislados, me tocaba leer el libro entero.

Lo que ha constituido una agradable sorpresa, ya que me ha gustado más que el anterior: me ha parecido más interesante e informado, más completo y he aprendido más. Quizá sea porque su foco, con alguna excepción, es a nivel de país en lugar de áreas geográficos, algo que le pasaba en el anterior.

Los países elegidos son, además de España, Australia, Irán, Reino Unido, Arabia Saudi, Turquía, Grecia y Etiopia. A ellos se unen un capítulo para el Sahel y otro, ya dicho, para el espacio exterior. Este mayor foco le permite a Marshall ahondar más en la historia de cada uno de los países tratados, algo apasionante por si solo (con la excepción de Australia y Arabia Saudi, que tienen más bien poca). 

En cierta forma, esto supone una capitulación del autor respecto a su tesis de que la geografía condiciona el devenir de los pueblos. Por ejemplo, cuando dice "Britain is a place that, for most of its history, was cold, windswept and backward, and yet became the centre of one of the world’s greatest empires. How it did so is partially due to its geography– notably its access to the oceans." ya pone un "partially" en el que reconoce que ese acceso al océano no puede ser la causa final de que Inglaterra se convirtiera en un Imperio. Los que sabemos algo de historia, conocemos que el origen del mismo está en la India y en la compañía, PRIVADA, que la colonizó, no en nada estatal o geográfico. Aunque parece que Marshall no lo tiene tan claro cuando, en el capítulo sobre el espacio nos casca: "the East India Company comes to mind, which aligned its trading interests with those of the British Empire from the sixteenth century onwards, and at times acted almost as a governing body in some territories controlled by the British.". El detalle es que no eran los British los que controlaban el territorio, sino la propia compañía.

Pero, detalles aparte, la historia que nos cuenta de cada país me ha parecido razonablemente correcta y coherente con lo que conocía de otras lecturas (por ejemplo, para Grecia, Turquía o Irán). Sorprendentemente a la vista de lo leído en el libro anterior ya citado, también me ha parecido que está muy bien la historia de España, en la que incluye correctamente la expansión por ultramar sin atribuirle colonialismo. Los territorios de Hispanoamérica eran tan España como la península, algo que nunca ocurrió con las colonias inglesas y muchas francesas.

Me ha parecido muy interesante la historia de Arabia Saudi, que desconocía en gran medida, así como las características de su Empty Quartier ("Even now few people venture into it, and much of it remains unexplored. It’s known that beneath the sands lie large quantities of oil and gas, but recent low oil prices mean it is too expensive to exploit them fully."). Idénticamente, apenas sabía nada del Sahel, y aunque aquí adolece de carencia de foco como le pasaba en algunos capítulos del libro anterior, sigue siendo muy instructivo. Y vemos que la conflictividad que hay en esta zona tiene unas causas muy similares a la que ocurre en Arabia Saudi, aunque en este país esté atemperada por la riqueza que da el petróleo: "The ruling elites in government and big business concentrate too much on their own wealth and power and on making sure their ethnic groups reap the benefits. The geography of ethnicity appears to be stronger than that of state borders."

El espíritu estatista de Marshall queda reflejado en esta frase-solución a los problemas: "In stable industrialized nations the authorities would control the industry and more of the revenues would go to the government’s coffers.". No os perdáis la descripción que hace las caravanas de camellos como clave para la riqueza del Sahel, que, por cierto, es la zona buffer entre el desierto del Sahara y las selvas tropicales.

De Irán me quedo con esta frase "The Guards talk the revolutionary talk and walk the moneymaking walk.", y de Etiopia con esta otra "what the Nile gives, the Grand Ethiopian Renaissance Dam can take away". Ambas revelan la brillantez puntual del autor.

Y, por último, claro, ¿qué dice de España? Pues dice unas cuantas cosas, aunque ninguna especialmente revolucionaria o llamativa. Me quedo con dos. La primera es su síntesis de nuestra posición geoestratégica:"All this combines to give Spain a defensive military advantage, potential control of access into and out of the Mediterranean, and ports and bases with which to maintain military and trade links and which helped to build one of the strongest militaries in Europe, and then an empire. Nevertheless, even at the height of Spain’s powers, its internal geography limited its wealth creation and political unity.

La segunda no me ha gustado tanto, pero hay que traerla de todas formas aquí para que veamos el alcance de la propaganda de los nacionalistas catalanes, que incluso alcanzan a un tipo razonablemente bien informado como Marshall: "The day of the vote saw riot police using batons to prevent people from entering polling stations. The chaos meant that claims of a 42 per cent turnout, and 90 per cent ‘yes’ vote, were difficult to prove. What was clear was that most Catalans who were against independence boycotted the vote. Despite this the Catalan parliament declared independence, leading Madrid to dismiss the Catalan Cabinet, suspend autonomy and impose direct rule citing Article 155 of the Spanish constitution. Some Catalan leaders were thrown in jail, others fled abroad." Que cada uno haga su análisis del párrafo.

Queda claro que este libro es bastante más interesante que el primero. Lo mejor son las breves historias que proporciona de cada uno de los países analizados. Le dedica más tiempo a la historia que a su geografía, que es lo que nos vende el título del libro, y paradójicamente eso hace que sea mucho más interesante.