Como se ve, no he tardo demasiado en volver a leer a Simon Leys tras hacerlo con un primer grupo de sus ensayos en Ombres Chinoises. De dicha lectura saqué la conclusión de que Leys es un verdadero experto en el país, al que además ama con todo su corazón, sobre todo a la gente ("Le potentiel d'intelligence, d'invention, d'initiative, d'endurance, d'ingéniosité et d'activité du peuple chinois est tel qu'il s'accommode meme de gouvernements ineptes pourvu qu' ils se contentent d'etre simplement parasitaires (...).")
Este que comento es posiblemente su trabajo más conocido y el que originalmente se me había recomendado, Y no decepciona, aunque quizá se haga un poco largo y redundante. Tiene básicamente dos partes: la primera es apasionante hasta el punto que uno no puede dejar de leer. En ella explica los preocdentes de la "Revolución Cultural" de Mao y luego la describe conceptualmente con sus principales eventos. La segunda es más prolija y consiste en una cronología detallada de los eventos que resume la primera. Francamente, con leer dicha primera parte uno va servido y muy bien servido, como ahora se verá. Espero no dejarme cosas importantes en el tintero.
La gran sorpresa para mí tras esta lectura es que realmente Mao no llegó, ni de lejos, a tener un poder tan hegemónico como algunos de sus peers, tipo Stalin, Pol-Pot o Fidel Castro. De hecho, la revolución Cultural, nos dice Leys, no deja de ser el movimiento que hizo un Mao apartado ya del poder, para conseguir recuperarlo, lo que tampoco consiguió en toda su magnitud: "La« Révolution cu1turelle » qui n'eut de révolutionnaire que le nom, et de culturel que le prétexte tactique initial, fut une lutte pour le pouvoir, menée au sommet entre une poignée d 'individus,"
Lo curioso es que a Mao se le había depurado, pero no se le había condenado a nada y seguía activo, vivito y coleando. Pero más curioso aún es contemplar cómo esta parece ser la norma en el régimen chino: se depura a los contrarios una vez tomado el poder, pero no acaban siquiera en la cárcel. El principal enemigo de Mao tras el Gran Salto Adelante, un tal Peng. una vez eliminado de la estructura del partido, se queda cuidando de su huertecito como si tal cosa. Esto que digo se refrenda con la lectura de las biografías que hay al final del libro. Los chinos comunistas se depuran como todos los regímenes comunistas, pero no se asesinan o se hacen desaparecer. El propio Den Xiaoping, revisionista de las políticas de Mao, es capaz de retormar el poder tras la "Revolución Cultural".
Pero no solo esto; Leys nos revela que el poder en China está muy fragmentado, y que, pese a los denodados intentos de Mao por controlar absolutamente todas las regiones mediante su "triple alianza" (ejército, burocracia, revolucionarios) no lo consigue ni de muy lejos. La sensación que da Leys es que el ganador de todo el lío resulta ser el ejército, con presencia constante y dominante en los Comités Revolucionarios. A su vez, el poder en el ejército está fragmentado regionalmente, por lo que nunca llega a haber un poder hegemónico en China. Estos grados de libertad son completamente diferenciales de lo ocurrido en otros régimenes comunistas, y pueden incluso explicar la China capitalista actual bajo una bandera roja comunista. Vamos, que a los chinos es difícil imponerles cosas por la fuerza, visión contrario a la que un servidor tenía.
Para contextualizar la "Revolución Cultural", Leys explica los dos hitos previos principales del Maoismo: las "Cien Flores" y "El Gran Salto Adelante". Al primero dedica poco espacio: yo he sacado la conclusión de que en esa primera etapa Mao trata de incorporar a la causa de China a todos los intelectuales interesados, pero la cosa no sale a su gusto porque, claro, le salen contestatarios.
Esto lleva a la política del "Gran Salto Adelante", Básicamente consiste en sustituir capital por mano de obra, puesto que lo primero les cuesta mucho obtenerlo y se implanta con mucha lentitud, y en cambio de lo segundo hay mucho en China. Estose traduce en tres temas del pensamiento maoista: "1. la force de la Chine réside dans son dénuement meme : la Chine est une « page blanche » qui s'offre a l'inspiration de Mao pour qu'i] y calligraphie le poeme inouI de sa révolution; 2. la seule ferveur révolutionnaire peut et doit efficacement surmonter l' obstacle des choses et transformer la matiere (primauté du «rouge» sur l' « expert ») ; 3. l'improvisation villageoise, le « bricolage indigene » (tu fangfa) peuvent et doivent efficacement remplacer les moyens scientifiques, techniques et industriels."
Como cualquier economista no Marxista le hubiera podido explicar a Mao, es imposible tal sustitución, y el "Gran Salto Adelante" fue un completo desastre. De resultas de ello, Mao fue apartado del régimen, y entraron los revisionistas, entre ellos Peng y Den Xiaoping, Como digo, nada qiue ver con el régimen soviético o el cubano.
Mao se refugia en Shanghai y se hace fuerte allí, desde dónde diseña su retorno al poder. Allí es donde diseña su "Revolución Cultural" que, como ya se ha dicho, no deja de ser una mera disculpa para conseguir desbancar a los actuales detentores. La táctica usada es descrita detalladamente por Leys y no me detendré en ella, pero exije la colaboración del ejército, que será la base de su toma de poder.
La Revolución Cultural la basa Mao en la solución a tres problemas:"
1. Probleme de la jeunesse dont il faut assurer la formation révolutionnaire sous peine de voir un jour la Chine changer de couleur;
2. Probleme des campagnes ou l'immobilisme des cadres et l'instinct de propriété des paysans compromettent le développement du socialisme;
3. Probleme de la culture, laquelle est monopolisée par des intellectuels qui, réfractaires a l' idéal socialiste, anesthésient l' opinion pour préparer une restauration capitaliste."
Para el autor, en una frase que aplicaría sin demasiado cambio al actual presidente del gobierno español (sustitúyase España por China, y PSOE por régimen, y ya está): "Lui qui, lors du « Grand Bond en avant » avait déja montré qu'il était pret a sacrifier les intérets de la Chine a ceux du régime, montrera lors de la « Révolution culturelle » qu'il était pret a sacrifier les intérets du régime a ceux de son pouvoir personnel."
Lo cierto es que Mao consiguió así volver al poder en Pekin, y se pasó unos cuantos años tratando de que se formaran los comités revolucionarios en las distintas partes del país. Irónicamente, gran parte de los problemas venían de que no quería tener revolucionarios en dichos comités: o sea, los revolucionarios estaban bien para hacerse con el poder, pero una vez lo conseguía, lo quería ejercer a través de la burocracia previa y el ejército. Es fácil imaginar la decepción de los revolucionarios que, tras ejercer su papel de comparsas, eran depurados a su vez y vistos como enemigos del pueblo (pero, recuérdese, la depuración en China no acaba tan mal como en la URSS).
Respecto al ejército, Mao, con su principal aliado Lin Bao, pretende la obediencia ciega en términos bastante ciertos, Esto les hace cantar a los soldados: "Nous suivrons étroitement pas a pas, nous saisirons en profondeur, nous appliquerons phrase a phrase, nous appliquerons mot a mot chaque instruction du président Mao; celles que nous comprenons, nous les exécutons, celles que nous ne comprenons pas, nous les exécutons résolument aussi, et dans le processus d'exécution nous en approfondissons la compréhension; nous ferons de la pensée du président Mao la substance de notre ame, de far; on qu'elle commande chacun de nos nerfs, chacun de nos gestes." Como también he dicho, lo conseguirá solo en algunos territorios.
Lo bueno es que mientras los gatos (las facciones) se pelean, los ratones (la gente) baila: "a la faveur de l' anarchie générale, les campagnes s'étaient trouvées largement abandonnées a elles-memes - ce qui, assez ironiquement, explique d'ailleurs l'assez bonne situation de l'économie agricole a l'issue de ces deux années de chaos politique." Para un economista, no se podía esperar otra cosa, sobre por tanto el "irónicamente" con que matiza Leys su frase.
Finalmente, quedan algunas palabras sobre la implementación de la Revolución Cultural, que era de lo que yo pensaba que me iba a enterar leyendo el libro. Había oído cosas terribles, sobre todo en referencia al éxodo rural al que forzó a millones de chinos. Visto con los ojos de Leys, está claro que la cosa no fue tan terrible, aunque los números con la dimensión china aterren a los occidentales. Es claro que estas políticas solo se llevaron a cabo allá donde tenía el poder Mao, y debieron de ser desastrosas. Por ejemplo, en la región de Jiangxi, considerada modélica: "plus de 720 000 personnes (dont 130 000 cadres, enseignants et médecins) sont allées s'installer a la campagne pour se transformer en simples paysans ; leur masse a été répartie entre 12 000 brigades de production.".
En lo referente a la Universidad, las pretensiones de Mao era que solo estudiaran los que tuvieran el carnet. Bueno, más que estudiar, que les dieran un título, pues se rebajaban la longitud de las carreras y no se hacían exámenes. Vamos, una línea idónea para cargarse la enseñanza superior. No acaba de estar claro en cuántas universidades se llegaron a implantar tan maravillosas políticas, pero no debieron de ser muchas, Por el último, en lo referente al "problema intelectual", aquí sí tenemos a Mao enchufando sin remilgos a su querida, que sí pudo depurar a algunos intelectuales hostiles (y aquí la "depuración" igual sí tiene tintes más siniestros), aparte de reformular la clásica Ópera China hacia un formato infumable.
En todo caso parece que los efectos, siendo muy destructivos, se concetraron en determinadas áreas de la geografía china y no en toda ella. Es quizá esto lo que explica el desastre en que se convirtió Pekin, tal como nos cuenta Leys en ya citado Ombres Chinoises, y que al tiempo hayan sobrevivido ciudades como Ping Yao o Shouzu, o preciosos templos en Wudang, Wutai o Taishan.
En suma, ha sido una lectura sorprendente y muy amena, sobre todo en la primera mitad del libro, que recomiendo a todo el que tenga un mínimo interés por China. La segunda es más para eruditos y me la podría haber ahorrado, pero, bueno, no lo hubiera podido saber sin leerla.