En alguna lectura reciente aparecía referenciado un cuento de Chekhov, "El monje negro". Como suele ser el caso, la referencia motivaba a su lectura. Esto, junto al hecho de que aún no había leído nada de tan insigne autor, hasta el punto de ser la gran referencia rusa que me falta por leer (ya he leído a Gogol, a Dostoiesky y, por supuesto, al grandísimo Tolstoi; a Pushkin prefiero no leerlo porque evito la poesía traducida), me hizo decidirme a leerlo de una vez.
El problema es que Chekhov es un autor de cuentos, en muchos casos aparecidos en revistas, no en libros. Y como tampoco quería limitarme a leer el cuento de referencia, tuve que indagar algo más en qué leer del autor. Al final encontré una colección de obras completas ordenada cronológicamente y estructurada en cuatro tomo. Y como tampoco me quería hacer un experto en el autor, opté por leer aquel tomo que contuviera el cuento que buscaba, y acabé leyendo este que comentó, que abarca el último periodo y más largo de su producción, si bien hay que decidir que su productividad por año disminuyó considerablemente en esta época.
Explico todo esto porque necesariamente puede haber sesgado mi percepción de la obra de Chekhov, pues solo he leído esta última. Y lo que he leído no me ha entusiasmado demasiado, la verdad, me he aburrido bastante leyendo cuento tras cuento de este señor. Quizá también el problema es de pegarse un atracón de cuentos, no digo que no, pero yo sí que no tengo paciencia para tener un libro años abierto para leer sus cuentos espaciadamente. Lo que sí hice fue partir la lectura en dos partes, para combatir ese hastío, con no demasiado éxito.
Los cuestos de Chekhov son costumbristas. Su gran valor e interés reside en las descripciones que hace de la vida cotidiana de la gente, en esa Rusia de principios del XX en que se acaba de abolir la servidumbre. Contra este fondo, describe vivencias y pensamientos de los protagonistas de cada cuento, pero rara vez nos cuenta algo asombroso o tiene el cuento un giro narrativo. Es como si se asoma a la vida de sus personajes y nos cuenta un rato de ellas, no especialmente relevante ni siquiera muchas veces para el protagonista.
Sus cuentos tampoco introducen ningún elemento sobrenatural, algo en lo que yo me había engañado con respecto al "Monje negro". Éste no es un fantasma, sino más bien la expresión de la locura del protagonista, que de hecho se da cuenta de su enfermedad durante la narración.
La vida que nos cuenta Chekhov en estos cuentos es sobre todo la rural, con escasos escarceos en la urbana, sea de destinos vacacionales (Yalta) o de grandes ciudades (sobre todo Moscu). Y hay un tema constante, que podría calificar como la desmitificación del "buen salvaje" de Rousseau. En efecto, los campesinos que salen en estos cuentos no son especialmente buenas personas, son tan miserables como sus contrapartes urbanas, y los malos tratarán de engañarte como si te encuentras a un malo en la gran ciudad. En suma, Chekhov no idealiza a sus personajes solo por vivir en entorno rural: nos viene a decir que son personas normales y que en todos los sitios cuecen habas. Lo traigo aquí porque me ha parecido un tema bastante repetido en estos cuentos, lo que me llama la atención.
La lectura se me aligeró bastante al final del tomo, donde se recopilan textos de Chekhov sin clasificar, inéditos o sin terminar. No sé si corresponden solo a las fechas del tomo, o recogen todos los textos de la vida de Chekhov. Pero sí me sorprendió que tras montones de páginas sin poder aflorar una sonrisa, de respente en estos textos se ve una vertiente humorística de Chekhov sorprendente. ¿Quizá no elegí bien el periodo para leer sus cuentos y en obras anteriores hay más alegría? Nunca lo sabré, porque no creo que repita con Chekhov.
En todo caso, sí dejo aquí unos fragmentos de estos más humorísticos, por si leyéndolos más adelante me motivo en su redescubrimiento:
Sobre paseos en Moscú: "Los carruajes, excelentes. También las sillas, los caballos estupendos, pero los paseantes… Los paseantes son horriblemente malos, ni uno solo es decente…"
Conclusión divertida: "—Ya lo ves, querido… Aunque mi papá era guardia y dio con muchos ladrones y estafadores, no consiguió encontrarme a mí un novio… La conclusión a la que llego es que hay muchos más ladrones que novios…"
Viaje contra el recién democratizado cuerpo ruso de funcionariosa:"La barriga. No es un órgano innato, sino adquirido. Comienza a crecer a partir del rango de consejero provincial. El consejero civil sin barriga no es un auténtico consejero civil. (¡¿ Un retruécano?! ¡Ja, ja!). En los rangos inferiores al de consejero provincial se denomina panza; entre los comerciantes, mondongo; y entre las tenderas, tripa."
Reflexión relevante, y ojo que se podría parafrasear con leyes "económicas" y regulador donde pone "abogado": "La solidez y la constancia de las leyes de la naturaleza radica en que ningún abogado está capacitado para darles la vuelta."
Origen del beso: "El beso lo inventó en la antigüedad remota una mujer picara y lista que le daba un beso a su marido cuando llegaba tarde por la noche para averiguar si había bebido."
Sabiduría de marido experimentado: "—Olga, cuando no estés de buen humor, avísame para que pueda quedarme a dormir en el gabinete."
No hay comentarios:
Publicar un comentario