Este volumen integra varias de las novelas más conocidas de Kästner. Algunas de ellas ya las he leído y, como esa lectura fue el año pasado, han recibido su correspondiente entrada en este blog. Me refiero a "Als Ich ein kleiner Junge war" y "Emil und die Detektive".
Aquí hablaré de las novelas que aún no había leído, que en concreto son tres: "Emil und die drei Zwillinge", "Anton und Pünktchen" y "Der 35.Mai oder Konrad reitet in die Südsee". También hay una serie de cuentos cortos, algunos de cierto interés.
El primero de ellos es la continuación de "Emil und die Detektive", y de hecho empieza con un prefacio en que Kästner nos cuenta cómo sufre un déjà-vu con su libro al llegar al sitio de Berlin en que comienza la aventura, al tiempo que están comenzando a rodar la peli sobre el libro.
Como ya he dicho otras veces, una de las cosas más características de las novelas para niños de Kästner son sus prólogos y epílogos. Además, suelen ser de las partes más interesantes del libro. Aquí se confirma la teoría: tanto Emil como Anton tienen su prólogo, y son bastante mejores que el tercero de los libros, que no es más que una narración fantástica del viaje del tal Konrad al Südsee.
En Emil und die drei Zwillinge, Emil y algunos de sus amigos detectives viajan a las playas del norte de Berlin a pasar sus vacaciones (Warnemunde). Allí se encuentran con unos acrobatas actuando en un hotel, a uno de los cuales se verán impulsados a ayudar como consecuencia de la actuación de otro de ellos. Estos acrobatas son los tres gemelos del título.
Aunque el relato tiene momentos de interés, dista bastante de la originalidad y frescura que destilaba el primero de los libros de Emil, el de los detectives. Aquí nos encontramos una historia bien narrada y trenzada, pero demasiado convencional para llegar al atractivo de su predecesora.
Anton und Pünktchen está al parecer inspirada en una historia real que Kästner tuvo oportunidad de leer en algún periódico. La historia se basa en la amistad de los dos niños que le dan título: Anton es de familia modesta y encima tiene a su madre enferma, por lo que no da abasto entre deberes escolares y domésticos; Pünktchen, en cambio, es una niña de familia rica a la que sus padres no prestan demasiada atención, por exceso de trabajo en el caso del padre, y por desidia, en el de la madre. La relación entre ambos se produce a través de la niñera, quien por las noches se escapa para bailar con su novio y deja a la niña al cuidado de (supuestamente) la madre de Anton.
A partir de aqui, se nos cuentan diversas peripecias con el estilo delicioso a que nos tiene acostumbrados Kästner. Cada capítulo termina además con una reflexión del autor sobre algún sentimiento aflorado en el capítulo. Dichas reflexiones, para no confundirlas con lo que está contando, Kästner avisa al lector que las escribirá en cursiva.
Por últumo, Der 35. Mai es una historia fantástica convencional e infantil, carente de esas reflexiones que adornana las novelas del autor, y también en general de interés. Konrad y su tío, acompañados por un caballo parlante (Negro Kavallo) se dirigen al Südsee a través de extraños territorios. Hay un país donde la comida sale directamente preparada de plantas y animales; está el mundo al revés, donde son los adultos los que van al cole, y también hay otro sitio donde los grandes héroes historicos compiten en juegos de mesa, en el que nuestros héroes tendrán que discutir con Napoleón y Julio César para recuperar su sitio en el auditorio.
Como curiosidad, llamativa para un teleco, también pasan por una ciudad eléctrica en la que la gente usa teléfonos móviles.¡Momento Julio Verne en Kästner!
En fin, otra agradable lectura de Kästner, aunque el único de los tres relatos a la altura de sus grandes clásicos en Anton und Pünktchen.
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