Se trata de un relato relativamente corto, centrado completamente en una batalla de las libradas por Napoleón en suelo austriaco. Me refiero a la batalla de Essling, que ocurrió cerca de Viena. La primera pregunta que le surge al lector es por qué sobre esta batalla, y no sobre algunas de las más conocidas del emperador galo, tipo Austerlitz o Marengo.
La respuesta la da el autor, aunque hay que esperar al apéndice para que la revele. Por un lado, se trata de retomar la idea nunca acabada del gran Honoré de Balzac, que hizo varios intentos por concluir una relato sobre la misma, sin llegar a terminarlo. Pero eso sigue sin resolver la cuestión de por qué esta y no otra. Lo que nos lleva a la razón de fondo: tanto Balzac como Rambaud consideran que esta batalla marcó un punto de inflexión, tanto en la carrera de Napoleón (al que por primera vez se le veía flaquear) como en la propia historia bélica, pues en ella fue la primera vez que se produjo una verdadera hecatombe de víctimas, hasta 40.000 fallecidos. A partir de ésta, las batallas libradas por Napoleón seguirían derroteros de este estilo.
La narración se centra exclusivamente en el lado francés, los rivales austriacos son poco más que el escenario. Eso sí, este lado nos lo cuenta con un gran lujo de detalles, que además se extiende a todos los niveles: el propio Emperador, sus generales más allegados (Massana, Berthier, Lannes, Bessières), mandos intermedios y soldados rasos. Además, recoge protagonistas en cada una de las armas del ejército: infantería, artillería y caballería, pero también en el área sanitaria e incluso logística. Incluso incorpora a un espía, un tal Schulmeister, que opera bajo la cubierta de arrendador de catalejos(!) para que los vieneses puedan "disfrutar" del visionado de la batalla. Añado, además, que el autor utiliza un vocabulario muy rico, con montones de palabras que no había encontrado en previas lecturas.
Todos los personajes están razonablemente bien retratados, no solo sus acciones durante la batalla, sino que también se hace una introspección de algunos de ellos, llegando hasta sus pensamientos más íntimos. Como curiosidad, me ha llamado la atención el uso de argot italiano por parte de Napoleón, que contribuye a su humanización.
En cuanto a la batalla en sí, prácticamente todo la acción se desarrolla en torno al puente que quiere construir Napoleón para comunicar las dos orillas del Danubio a través de la isla Lobau, y de las artimañas de los austriacos para impedir que los intentos lleguen a buen fin, incluido el uso de un molino (sí, un molino) en llamas llevado por la corriente del río.
Sin embargo, los momentos que más me han impactado son los trágicos, como el suicidio de uno de los protagonistas, algo que se reprodujo muchas veces durante los dos días de la batalla. O el tratamiento que dan a los caballos. O, y sobre todo, esa fría decisión de los altos mandos de emborrachar a sus soldados para que pierdan el miedo a combatir. Estas son las cosas que hacen terribles a la guerra, y muestran una vez más sus contradicciones y absurdos: ¿cómo es posible que gente normal, como nosotros, coja sus armas contra otros, como nosotros, contra los que no tenemos disputa? Bueno, pues estas borracheras impulsadas por los mandos son parte de la respuesta. Otra parte la dan los oficiales en la retaguardia vigilando que nadie escapa o huya, y amenazando a los soldados propios con bastones. Y otra la dan esos suicidios y deserciones.
Y es que, como es lógico, si la gente tuviera libertad, no habría guerras. Esta solo obedecen a los instintos megalomaniacos de determinadas personas, cuya misma existencia justificaría que no hubiera Estados, aunque fuera para evitar que esos perfiles pueden hacerse con el poder.
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