jueves, 31 de octubre de 2019

La transformación de la mente moderna ("The Coddling of the American Mind"), de Jonathan Haidt y Greg Lukianoff

Me quejaba de la traducción del título de The Righteous Mind, el libro de Haidt que leí antes de eso. Pues, toma, si no quieres caldo, dos tazas. Pedazo de traducción se han inventado para el título de este ensayo, que es directamente una tomadura de pelo cuando no un engaño, pues el libro no va de ninguna transformación de la mente. y además trata de una problemática muy local de EEUU (o sea, el American no es de toda America, es solo del país en medio de México y Canadá).

Pero dejemos esto aparte (si así han traducido el título, vaya usted a saber qué habrán hecho en el texto), y centrémonos en el contenido, que merece la pena pese a la localidad del problema. ¿En qué consiste éste? Pues en lo que está sucediendo en las universidades estadounidenses desde hace unos poco años, cuya manifestación más visible son algaradas violentas y los bloqueos a determinados ponentes según la posición que defiendan. Digo las más visibles, porque parecen ser la punta del iceberg de unos problemas muy graves aunque menos vendibles con imágenes.

Lógicamente, aún siendo preocupante, yo no me hubiera leído un libro entero sobre lo que pasa en las universidades americanas en los últimos años (a menos que lo escriba Tom Wolfe y sea de risa, véase I am Charlotte Simmons). Lo que me interesa es la teoría psicológica que utilizan los autores para justificar los sucesos y en general la tendencia. Y esta es válida allende las fronteras de EEUU. Así que esta es la parte que más me ha gustado y a la que voy a dedicar más espacio en esta entrada.

El libro tiene 4 partes: en la primera, la más interesante, describe los resortes psicológicos que, en opinión de los autores, explican sucesos y situación. En la segunda, hace una descripción bastante minuciosa de las algaradas más llamativas de entre las ocurridas en las universidades de EEUU, en concreto, las de febrero 2017 en la universidad de Berkeley, y o en Evergreen, cerca de Seatle. En la tercera, se identifican seis tendencias sociales como las explicativas del fenómeno y, sobre todo, se incide en como interactúan con los resortes psicológicos descritos anteriormente. La cuarta parte la dedica a recomendaciones, tanto a padres en la educación de los niños, futuros estudiantes universitarios, como a las universidades, para que rehuyan determinados comportamientos y estructuras que ha conducido a la situación actual. Lo cierto es que la índole de los consejos que da es ya suficientemente reveladora de los problemas que se deben estar observando: me han parecido consejos obvios hasta la ridiculez. Pero están soportados es múltiples recursos: vamos, que han montado una web para asesorar a los padres en cómo dejar jugar a sus hijos. Como lo cuento.

¿Cuáles son los resortes psicológicos detrás de todo el tinglado? Los autores identifican tres, a partir del mensaje equivocado:
1) Lo que no te mata, te hace más débil. El cerebro de los mamíferos está sin desarrollar cuando nacen, y este desarrollo se hace asumiendo riesgos (por ejemplo, jugando). Así que nuestra mente no es frágil, sino antifrágil. Necesita ponerse a prueba para robustecerse, y si no se la pone a prueba se la debilita. Por supuesto, experiencias traumáticas sí debilitan al que las sufre (pone el ejemplo de llevar a los niños sin cinturón de seguridad en el coche), pero eso no significa que todo el riesgo deba evitarse.
2) Si siento que es correcto, entonces es correcto. Aquí enlazan con la metáfora del elefante y el jinete de The Righteous Mind. Y por ello sabemos que nuestra mente siempre nos va a hacer creer que son correctas nuestra intuiciones. Pero eso es mentira: para ver si algo es correcto hay que contrastarlo, con la realidad o con lo que opinen otras personas.
3) La vida es una batalla entre gente buena (nosotros) y gente mala (ellos). En este caso, se debe al tribalismo, la tendencia del ser humano de formar grupos incluso con bases diferenciadores absurdas.
Como autos, los honores de esta parte se los lleva Marcuse, uno de los grandes promotores (desde la izquierda, por supuesto) de la polarización política en la Universidad americana. Llega a justificar que hay que negar la libertad de expresión al grupo opresor (que es, por supuesto, el contrario).

Estos tres resortes psicológicos causan y se ven reforzados con las seis tendencias que los autores identifican como explicativas de la situación actual en las universidades estadounidenses, a saber:
- Mayor polarización de la vida política. Claro que desde la perspectiva de España, la preocupación de los autores parece un poco exagerada. Por ejemplo, les preocupa que desde hace poco la gente parece votar, en vez de a favor de una opción, en CONTRA de la otra. Me hace gracia, porque es algo que llevamos oyendo toda la vida en España.

- Crecientes niveles de depresión y ansiedad en los estudiantes, lo que los hace más propensos a exigir entornos seguros (safetyism) para su desarrollo. Y aquí tenemos la pescadilla que se muerde la cola, con el primero de los resortes psicológicos dicho antes.
-  Cambios en las conductas de los padres, muy enfocados a la hiperprotección de sus hijos, incluso habiéndose incrementado la seguridad física muchísimo desde los años 60. Eso hace que los niños se sientan más inseguros.
- Desaparición del juego y la asunción de riesgos sin supervisión (aunque esto parece afectar solo a las clases altas, las más enfocadas en que sus hijos entren en una buena universidad). Las actividades extracurriculares alcanzan niveles de ocupación histriónicos, y además lo hacen casi desde la guardería. Una barbaridad para cualquier padre con dos dedos de frente, sin necesidad de que se lo diga un psicólogo.
- Crecimiento de la burocracia universitarias y de la regulación: con la corporativización, las universidades pasan a tratar al alumno como puro cliente, al que satisfacer en todo. Y, claro, si demandan entornos seguros de debate, los administradores prefieren darlos a incurrir en riesgos que puedan suponer costes adicionales (la técnica que los autores llaman CYA-Cover Your Ass).
- Creciente interés por la justicia social, aunque no necesariamente de un concepto benigno de la misma.

El libro es apasionante, y aquí no he hecho más que dejar unas pocas ideas, las que dan la estructura al ensayo. Hay otras muchas, algunas preocupantes, de las que solo dejaré uno por lo que a mí me toca: el ratio de profesores que dicen ser de izquierda frente a los que dicen ser de derecha, en las ciencias sociales de los campus estadounidenses, llega a ser de 16 a 1, siendo mínimo en ciencias económicas, donde el ratio se queda en 4 a 1. Por cada profesor de ideología de derechas, el universitario americano confronta 4 de izquierdas. ¿Alguien ha hecho estas cuentas para España?

Y ese ratio da igual, o casi igual, en disciplinas que tienen un método establecido y aceptado por la izquierda y la derecha (el método científico). Pero eso no ocurre, ni ocurrirá, en las ciencias sociales. Ausente un estándar externo de validación, en la medida en que una ideología domine la universidad, ya sabemos qué futuro nos espera. Y es que quizá todo este fenómeno universitario, para el que tanto esfuerzo explicativo han llevado a cabo Haidt y Lukianoff, se puede explicar tan sencillamente como diciendo que es que la universidad americana está en manos de la ideología izquierdista. Sí, la de Marcuse.





lunes, 28 de octubre de 2019

The Business of Platforms, de Cusumano, Gawer y Yoffie

Interesante tratado describiendo el negocio de las plataformas (como el nombre indica) desde una perspectiva muy de MBA. El objetivo del libro es analizar las características de este tipo de negocio (no tan moderno como pensamos, con independencias de que ahora sea generalizado), para ayudar a los ejecutivos interesados a definir la estrategia más adecuada, evitar errores típicos y gestionar los nuevos retos que estos negocios supones, sobre todo cuando tienen éxitos.

Así las cosas, el contenido del libro se podría resumir en la tabla que dan en el último capítulo. Se recogen en la citada tabla 7-1 las características diferenciales del negocio de plataformas, las preguntas a que ha de dar respuesta la estrategia, los errores más comunes cometidos, las posibles estrategias para tratar con plataformas, y aspectos sociales problemáticos a que se enfrentan las plataformas exitosas. Aquí dejo la tabla para futura referencia (ver el capítulo 7 del libro comentado).







Y es cierto que conceptualmente poco da más de sí el libro. Lo que lo hace más atractivo es la plétora de historias con que ilustran los autores sus ideas. Y es que pasan por el libro, en uno u otro momento, todas las grandes plataformas a cuyo uso cotidiano nos hemos acostumbrado en los últimos años. Podremos conocer así partes de la historia de Google, de Microsoft, de Facebook y de Apple, pero también de las chinas Tencent y Alibaba, o de otras más verticales, como pueden ser Airbnb o Uber. Estas historias las cuentan de forma magistral, casi como si de casos de MBA se tratara.

A nadie sorprenderá que sea el capítulo 6 el que más me ha interesado, pues es que trata de entender la amenaza que puede suponer el Gobierno al modelo de negocio de estas empresas en caso de que hagan "tonterias". Denoto que la visión de los autores dista de ser idealista (por ejemplo, no se meten a si es bueno o no que el Gobierno intervenga, como haría yo) y es más bien pragmática: sabiendo que hay un riesgo de intervención gubernamental, minimicemos que ocurra o su impacto. Escribiré en breve en el Instituto Juan de Mariana con más detalle sobre el tema "Don't be a bully", que se refiere a la aplicación de antitrust a las plataformas.

En suma, se trata de un libro muy interesante para los que estén en el mundillo y quieran enterarse de cotilleos históricos sobre estas grandes empresas que tan malas nos empiezan a parecer. No creo que nadie encuentre algo especialmente novedoso, sin embargo.

jueves, 24 de octubre de 2019

La mente de los Justos ("The Righteous Mind"), de Jonathan Haidt

Jonathan Haidt se ha puesto algo de moda en España entre los aficionados a la psicología, tras la reciente traducción al castellano de esta obra suya, quizá su obra cumbre hasta el momento, que, por cierto, es de 2012, no muy reciente.

Pese a la pomposa y terrible traducción, el objetivo declarado del libro es tratar de explicar los mecanismos psicológicos que rigen el voto de los individuos, muy centrado en explicar por qué se vota tanto a los republicanos en EEUU y no tanto a los demócratas.  Por suerte, el ensayo tiene mucho más que eso, y es mejor pista de su contenido el título original, no el subtítulo.

Porque Haidt es un psicólogo social. Y en esta obra nos pone al día del estado del arte científico en torno a la base psicológica de la moralidad, de lo que luego hace una aplicación en el problema concreto de tratar de explicar las causas psicológicas de las ideologías. Lo interesante para mí es obviamente la primera parte. Y he de decir que Haidt lo borda, el libro es magnífico, de los que te atrapa y no puedes soltar casi hasta terminarlo. Lo que tiene mérito, pues no estamos hablando de una novela de suspense, sino de un tratado de psicología social.

Las ideas de Haidt se estructuran en torno a tres bloques o metáforas, que sirven muy bien para resumir su contenido.

La primera idea es que nuestra mente es como un enorme elefante (la intuición) guiada por un pequeño jinete (la razón). Haidt acumula pruebas hasta la saciedad demostrando que normalmente usamos la razón para justificar las intuiciones que tenemos, y rara vez es la razón la que informa nuestro comportamiento. Toma ya para empezar. Así pues, nuestra moralidad es intuitiva y rara vez se deja guiar por la razón; eso sí, somos muy buenos a la hora de racionalizar ex-post para justificar nuestro comportamiento o convencer a otros de que es correcto. Ello no quiere decir que no existan mecanismos por los que la razón pueda alterar lo que nos dice la intuición: típicamente, mediante la conversación con terceros siempre y cuando se haga con el espíritu correcto (no puedo evitar que me recuerde a Schopenhauer y su arte de tener siempre razón). Por otro lado, el método científico entraría de lleno como una técnica bastante eficiente con la que se puede conseguir que la razón cambie la intuición.

Aceptado que la moral se guía más por la intuición que por la razón, Haidt nos propone la existencia de una serie de "sensores" morales que habríamos desarrollado por evolución. Añado que lógicamente estos sensores morales tendrían precedentes en otras especies, raro será que hayan evolucionado completamente con el ser humano. En concreto, habla de seis sensores, para los que es capaz de proponer una razón evolutiva (o sea, explicar por qué su existencia ha supuesto una ventaja competitiva de cara a la superviviencia del homo que los tenía). Sin embargo, aquí la evidencia empírica deja de ser tan contundente como para la primera aseveración (la del elefante y el jinete).

Estos sensores morales los compara Haidt con las papilas gustativas: tenemos unas que detectan lo dulce, otras lo salado y así. Pues lo mismo con los sensores morales. ¿Qué es lo que detectan? Las seis cosas siguientes: daño, "fairness" (justicia proporcional), lealtad, autoridad, divinidad y libertad.
Lógicamente, no hay espacio aquí para entrar al detalle, pero sí invito al lector interesado a que sea el libro para saber de primera mano lo que significa cada concepto. Sí que apunto que, una vez obtenida esa circuitería, los conceptos que activan la misma no tienen por qué ser lo mismo que los que la ocasionaron en primer lugar; por eso Haidt habla de excitadores originales (por ejemplo, daño físico a uno mismo) con excitadores sobrevenidos (por ejemplo, ver por la tele a un niño pasando hambre).

Con este marco moral de seis variables, Haidt hace una zambullida en el debate izquierda-derecha (demócrata-repúblicano) para afirmar que la moral de izquierdas solo atiende a dos de los parámetros (daño, libertad) mientras que la de derechas es capaz de atender a las seis dimensiones morales. Según él, esto deja a los izquierdistas en peor posición para conectar con la gente, pero yo creo que evidencia empírica no le da demasiado la razón, no ya en EEUU, miremos a España. Añado aquí que, como libertario, me cuesta identificarme con ninguna de las morales de izquierda o derecha a que se refiere Haidt, pero también el autor se da cuenta, y dedica amplio espacio en su texto a aclarar cómo conectar con la moral libertaria. Lo que no entiendo es por qué tiende a agruparlos con la gente de moral de derechas. ¿Quizá por la Tea Party?

La tercera idea fundamental en este volumen tiene que ver con la naturaleza gregaria de los seres humanos. La metáfora utilizada es que somos 90% chimpancés y 10% abejas. Vamos, que aunque es cierto que la mayor parte de los carácteres de la especie humana se explican por nuestra evolución individual, la mejor adaptación al medio de cada ser humano, también hay una parte que se explica por la mejor adaptación como grupo al medio. Así, habría rasgos en nuestra personalidad que procederían de haber supuesto una mejor cohesión grupal y haber hecho así al grupo superior a los "competidores".

El mecanismo evolutivo quedaría probado por el placer que sentimos al hacer (determinadas) cosas en grupo, o por cómo nos abandonamos en determinadas circunstancias a un sentimiento comunitario (por ejemplo, mediante el uso de drogas). Haidt reivindica el papel de las religiones como aglutinador de grandes grupos de personas para conseguir fines más complejos de los que se pueden logran individualmente o en pequeños grupos. Y también se refiere a una posible co-evolución genes-religión (parecida a la evolución de los genes de tolerancia a la leche cuando empezamos a usar otros animales para la obtención del blanco líquido).

A mí me supera la polémica evolución individual - evolución grupal, a la que tanto espacio dedica Haidt. Pero sí que acepto que haya por ahí una evolución que haga más "competitivas" evolutivamente a aquellas personas que se integran fácilmente en grupos que a aquellas que no. Ello situaría la propensión a creer en algo divino como algo que facilita la supervivencia del individuo frente al que no la tiene. La discusión sigue con la propensión de los individuos, por tanto, a identificarse con grupos o facciones como serían los partidos políticos.

Obviamente, tras alcanzar este punto, Haidt se va ya al tema que le movió a escribir el libro, lo de las facciones políticas y cómo conciliarlas. Pero eso ya no me ha interesado, ni siquiera me ha parecido a la altura del resto del libro (aunque reconozco que pudiera ser por culpa de mi "elefante"). Los razonamientos por los que se justificaría, según él, la idea demócrata de que los Gobiernos regulen a las grandes corporaciones, me parecen muy flojos. Y poner el ejemplo de la prohibición de la gasolina con plomo como ejemplo de regulación de éxito me parece sesgado; es como decir que es un éxito la regulación que prohíbe matar personas.

Yo lo dejo aquí. Tengo notas y notas y más notas sobre la lectura. He aprendido un montón leyendo este libro, y he disfrutado igualmente. Es muy fácil de leer, y de quedarse con las ideas gracias a las metáforas que se ha currado el amigo. De hecho, esta entrada la he hecho casi de memoria, sin consultar apuntes. Leánlo pues.

viernes, 18 de octubre de 2019

Stasiland, de Anna Funder

Para el que no lo sepa, la STASI era el servicio se seguridad interno de la extinta República Democrática Alemana (RDA). Para entendernos, era como la KGB o la GESTAPO en la parte comunista de Alemania. En este libro, la periodista australiana Anna Funder nos cuenta experiencias reales del funcionamiento de la STASI, tanto desde la perspectiva de los sufridores como de los propios agentes. Para ello, recoge entrevistas a distintos protagonistas, en un estilo no muy distinto del utilizado por la premio Nobel Svetlana Aleksiévich en su Voces de Chernóbil, que leí hace no mucho. Sin embargo, Funder no tiene un estilo tan crudo, sino que complementa las entrevistas con su peripecia personal en la RDA y con sus reflexiones, resultando en una narración continúa, en la que, eso sí, los momentos culminantes son las entrevistas.

Respecto al interés del tema, queda claro a poco de empezar el libro con unos sencillos datos: en la alemania Nazi había un agente de la GESTAPO por cada 2000 personas; en la URSS de Stalin, uno de la KGB por 5830 personas; en la RDA había un agente de la STASI por cada 63!!! personas. Y si se cuentan informantes colaboradores, un agente por cada 6,5 ciudadanos. Impresionante.

A partir de aquí, el tono del relato es un poco de sainete, porque algunas de las cosas que sucedían, siendo trágicas para la gente que las padecía, no por ello son menos ridículas. Por ejemplo, que la STASI guardaba olores, como lo leéis, y como se puede apreciar en el museo de la STASI. O que vigilaban el ángulo de las antenas para ver a dónde apuntaban. En la misma línea hay que ver la prohibición de usar la palabra Führer (por su referencia a Hitler) lo que distorsionaba numerosas palabras normales, que dejaban de poder usar esas sílabas. O la inexistencia de desempleo porque estaba prohibido: la gente esta trabajando o buscando trabajo, pero no había nadie en paro.

Así que tenemos las entrevistas con agentes de la STASI o miembros cercanos al aparato de represión, como momentos de "humor" absurdo. Sobre todo, la entrevista a un tal Von Schnitzler, presentador de un canal de TV dedicado a desmontar las mentiras de Occidente.

Pero, claro, tras estos momentos absurdos, tenemos a los principales protagonistas de la tragicomedia, los ciudadanos de la RDA que vieron alteradas carreras, familias, vidas y hasta sueños, por los motivos más absurdos. Aquí el tono va creciendo en dramatismo, llegando a culminar en Frau Paul,  cuyo hijo tenía que estar en constante tratamiento que solo podía realizarse en los hospitales de Berlin Occidental. Y se nos cuenta como la STASI llega a encarcelarla por negarse a cooperar en una operación de espionaje en una de sus visitas. Como se ve, no tenían rubor en aprovecharse de cualquier debilidad.

Igualmente es dramática la historia de esa chica que se echa un novio italiano, y como ello hace, sin ella saberlo, que toda su carrera y sueños vayan arruinándose. Cuando por fin deja al novio, la situación ya no tiene demasiado arreglo.

Abrumador es el caso de Lindau, en que se ilustra de qué forma los comunistas fueron haciéndose con el poder, incluso con apariencia democrática. En las elecciones locales de este pueblecito, ganó un tal Koch de un partido centro-derecha, y maestro en la escuela. Pues bien, fue tan sencillo como declarar que debería estar en la cárcel, para que el hombre se retirara de la política; es más, usaron el mismo proceso de chantaje para conseguir que educara a los niños en el comunismo, empezando y haciendo ejemplo con su propio hijo. Concluye Funder: "In Lindau, the people helped the victors punish their fellows and called it fair."

Así es como funcionaban: tenían información abundante sobre cada alemán, y luego bastaba con usarla combinada con chantajes y mentiras para conseguir lo que se propusieran.

En cuanto a las reflexiones de Funder, son llamativas las que hace en relación con el nazismo. Para los alemanes del este, el verdadero mal había sido el nazismo (no el comunismo) y de hecho su lucha contra el oeste se basaba en que les "veían" como los sucesores de tal régimen. Pero, claro, antes de eso era necesario por haber pasado por un proceso de purificación colectiva, según el cual "Germans in the eastern states were made, or made themselves, innocent of Nazism." En suma, como la RDA era un país comunista, los alemanes del este no habían tenido nada que ver con el nazismo. Los que eran malos eran los del oeste, esos sí que eran nazis.

Respecto al totalitarismo, Funder constata que no había posibilidad de que el individuo se pudiera defender del Estado, porque todas los mecanismos de defensa y los jueces formaban parte de él. Y también la visión de un agente del STASI sobre quiénes eran los Enemigos del Estado: "the fact of investigating someone turn them into an Enemy of the State".

Se trata de una narración muy amena y bien llevada. Te cuenta muchas cosas que para mí eran desconocidas, y te introduce a nuevos supervillanos (Honecker, el presidente de la RDA, y sobre todo Mielke, el hombre de Stalin al mando de la STASI). También hay una descripción de la génesis del Muro e incluso atisbos sobre la vida común en la RDA. A mí me ha gustado.