viernes, 18 de octubre de 2019

Stasiland, de Anna Funder

Para el que no lo sepa, la STASI era el servicio se seguridad interno de la extinta República Democrática Alemana (RDA). Para entendernos, era como la KGB o la GESTAPO en la parte comunista de Alemania. En este libro, la periodista australiana Anna Funder nos cuenta experiencias reales del funcionamiento de la STASI, tanto desde la perspectiva de los sufridores como de los propios agentes. Para ello, recoge entrevistas a distintos protagonistas, en un estilo no muy distinto del utilizado por la premio Nobel Svetlana Aleksiévich en su Voces de Chernóbil, que leí hace no mucho. Sin embargo, Funder no tiene un estilo tan crudo, sino que complementa las entrevistas con su peripecia personal en la RDA y con sus reflexiones, resultando en una narración continúa, en la que, eso sí, los momentos culminantes son las entrevistas.

Respecto al interés del tema, queda claro a poco de empezar el libro con unos sencillos datos: en la alemania Nazi había un agente de la GESTAPO por cada 2000 personas; en la URSS de Stalin, uno de la KGB por 5830 personas; en la RDA había un agente de la STASI por cada 63!!! personas. Y si se cuentan informantes colaboradores, un agente por cada 6,5 ciudadanos. Impresionante.

A partir de aquí, el tono del relato es un poco de sainete, porque algunas de las cosas que sucedían, siendo trágicas para la gente que las padecía, no por ello son menos ridículas. Por ejemplo, que la STASI guardaba olores, como lo leéis, y como se puede apreciar en el museo de la STASI. O que vigilaban el ángulo de las antenas para ver a dónde apuntaban. En la misma línea hay que ver la prohibición de usar la palabra Führer (por su referencia a Hitler) lo que distorsionaba numerosas palabras normales, que dejaban de poder usar esas sílabas. O la inexistencia de desempleo porque estaba prohibido: la gente esta trabajando o buscando trabajo, pero no había nadie en paro.

Así que tenemos las entrevistas con agentes de la STASI o miembros cercanos al aparato de represión, como momentos de "humor" absurdo. Sobre todo, la entrevista a un tal Von Schnitzler, presentador de un canal de TV dedicado a desmontar las mentiras de Occidente.

Pero, claro, tras estos momentos absurdos, tenemos a los principales protagonistas de la tragicomedia, los ciudadanos de la RDA que vieron alteradas carreras, familias, vidas y hasta sueños, por los motivos más absurdos. Aquí el tono va creciendo en dramatismo, llegando a culminar en Frau Paul,  cuyo hijo tenía que estar en constante tratamiento que solo podía realizarse en los hospitales de Berlin Occidental. Y se nos cuenta como la STASI llega a encarcelarla por negarse a cooperar en una operación de espionaje en una de sus visitas. Como se ve, no tenían rubor en aprovecharse de cualquier debilidad.

Igualmente es dramática la historia de esa chica que se echa un novio italiano, y como ello hace, sin ella saberlo, que toda su carrera y sueños vayan arruinándose. Cuando por fin deja al novio, la situación ya no tiene demasiado arreglo.

Abrumador es el caso de Lindau, en que se ilustra de qué forma los comunistas fueron haciéndose con el poder, incluso con apariencia democrática. En las elecciones locales de este pueblecito, ganó un tal Koch de un partido centro-derecha, y maestro en la escuela. Pues bien, fue tan sencillo como declarar que debería estar en la cárcel, para que el hombre se retirara de la política; es más, usaron el mismo proceso de chantaje para conseguir que educara a los niños en el comunismo, empezando y haciendo ejemplo con su propio hijo. Concluye Funder: "In Lindau, the people helped the victors punish their fellows and called it fair."

Así es como funcionaban: tenían información abundante sobre cada alemán, y luego bastaba con usarla combinada con chantajes y mentiras para conseguir lo que se propusieran.

En cuanto a las reflexiones de Funder, son llamativas las que hace en relación con el nazismo. Para los alemanes del este, el verdadero mal había sido el nazismo (no el comunismo) y de hecho su lucha contra el oeste se basaba en que les "veían" como los sucesores de tal régimen. Pero, claro, antes de eso era necesario por haber pasado por un proceso de purificación colectiva, según el cual "Germans in the eastern states were made, or made themselves, innocent of Nazism." En suma, como la RDA era un país comunista, los alemanes del este no habían tenido nada que ver con el nazismo. Los que eran malos eran los del oeste, esos sí que eran nazis.

Respecto al totalitarismo, Funder constata que no había posibilidad de que el individuo se pudiera defender del Estado, porque todas los mecanismos de defensa y los jueces formaban parte de él. Y también la visión de un agente del STASI sobre quiénes eran los Enemigos del Estado: "the fact of investigating someone turn them into an Enemy of the State".

Se trata de una narración muy amena y bien llevada. Te cuenta muchas cosas que para mí eran desconocidas, y te introduce a nuevos supervillanos (Honecker, el presidente de la RDA, y sobre todo Mielke, el hombre de Stalin al mando de la STASI). También hay una descripción de la génesis del Muro e incluso atisbos sobre la vida común en la RDA. A mí me ha gustado.

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