Tenía en cartera leer algo de este escritor, que parece un fenómeno en Francia, y que además coincide conmigo en fecha de cumpleaños. Tenía apuntado el que parecía el primero de una trilogia sobre los dioses (Nous, les Dieux), pero al comenzar a leerlo quedó claro que este, a su vez, parecía el tercero de una serie comenzada por Les Thanonautes. En vista de ello, y antes de comenzar la lectura de éste, indagué un poco más sobre el autor y me encontré con que este de Las Hormigas era la primera de sus novelas y, según parece, la mejor. Ha sido traducido al español, junto con algunas otras novelas de la extensa producción del autor.
En conclusión, para minimizar riesgos en un autor de trilogias, decidí empezar por el que crítica y lectores consideran mejor, antes de adentrarme en algo de más extensión. Y lo que me encontré es típica carne de best-seller, de todo a 100, en fin, lectura ligera basurilla, en la que no merece la pena insistir.
El punto atractivo de la novela es la descripción que hace la vida de las hormigas. El señor Werber debe de tener una gran afición entomológica y especialmente formicológica (si el palabro existe), y gracias a ello arranca con fuerza la novela. Nos mete en el cuerpecillo de una hormiga, y nos hace sentir el mundo como puedan hacerlo estos bichos. Vemos las cosas desde su perspectiva, aprendemos a comunicarnos con feromonas y hacer una "ágora de antenas" (feliz expresión del autor), descubrimos las trophollaxies (proceso por el que una hormiga le da a otra los víveres almacenados en su persona) e incluso observamos sus interacciones sociales, como se organizan en grupos espontáneos para la resolución de problemas en vez de basarse en una autoridad central, como el concepto y jerarquía de reina invitan a pensar.
Más aún, entramos en el mundo bélico, y vemos de primera mano las distintas armas y estrategias que usan las distintas especies de hormigas, y cómo es el proceso de descubrimiento. En uno de estos episodios iniciales, vemos al hormiguero derrotar a un pajarillo (un picvert) al que debilitan a base de ácido fórmico, penetran por todos los agujeros, para finalmente sumergir en el hormiguero atacado. Todo muy interesante, sí, siempre que las descripciones estén basadas en conocimientos biológicos reales, lo que asumo y espero. Porque si esto se lo ha inventando el autor, entonces la novela carece absolutamente de interés.
De todas formas, esto no es suficiente para mantener el interés del lector. Poco a poco, pierde la novedad, o el escritor las ideas, y nos encontraremos con pasajes dedicados a la confección de telarañas por arácnidos, o incluso a la vida sexual de los caracoles. Una vez más, acumula información que puede ser interesante, pero para entonces uno ya está deseando ver a dónde va el libro, aunque sin demasiada esperanza, por lo que realmente está deseando que termine.
Claro, para dotar de cuerpo al libro las aventuras de las hormigas se entrelanza con una trama de seres humanos, encabezada por Jonathan Wells, nieto de Edmund Wells. Este Edmund es el autor de la "Enciclopedia del saber relativo y absoluto", fragementos de la cual se incardinan entre los capítulos del libro. Observé al empezar "Nous, les Dieux" que también aquí había fragmentos de esta enciclopedia ficticia, y que en algún momento, Werber decidió publicar un libro con el mismo título: hay que sacar tantos huevos de oro de la gallina como se pueda antes de que ésta muera. Dichos fragmentos son básicamente filosofía barata, relacionada o no con lo que se cuenta.
El caso es que esa trama humana es, bueno, lamentable. No hay desarrollo de los personajes, básicamente nos limitamos a sus desapariciones tras abrir una puerta con la resolución de un enigma. Por supuesto, al final de la novela nos enteramos de por qué desaparecen, y la cosa no puede ser más estúpica e inverosímil. No sé si llega al nivel de un cuento infantil, siquiera.
Y así termino esta lectura sin pena ni gloria. El interés y originalidad inicial de la novela no se mantiene, pero puede justificar su lectura. Desde luego, ninguna otra del autor en mi caso. Y eso que hay que reconocerle algún deje anarquista, reflejado en algunas de las entradas a su enciclopedia apócrifa, como en la que dedica al totalitarismo y que concluye con esta frase: "La nature hait l’uniformité et aime la diversité. C’est là peut-être que se reconnaît son génie." (argumentando que la diversidad es lo que permite a una especie sobrevivir, al facilitar su adaptación al entorno).
El otro punto que destaco es la gran especialización que, al parecer, tienen las hormigas en sus labores, algo que no es aparente para el observador casual. Es por ello que Wells-Werber nos dice que "L'avenir appartient aux spécialistes", algo que como sabemos los economistas ha estado en la base del desarrollo de la sociedad humana, posibilitado por el intercambio directo, y hecho explotar por el indirecto.
Ah, antes de que se me olvide. Sin ser muy bueno ni brillante, es original el glosario al final del libro, con términos explicados desde el punto de vista de una hormiga. Y también me ha gustado el llamamiento a conocer primero a los "intraterrestres" (esto es, las hormigas que viven en el subsuelo terrestre) que a los extraterrestres.
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