Se trata de un estudio académico sobre el papel del emprendedor en la recuperación de las comunidades tras un desastre. La parte teórica se sustenta sobre las teorías del emprendedor de Schumpeter y, sobre todo, de Israel Kirzner. La parte empírica se construye en base a entrevistas realizadas a individuos afectados por el huracán Katrina en Nueva Orleanas, y la tormenta Sandy en New Jersey.
Como digo, el punto de partida es el emprendedor, como no puede ser de otra forma, ya que es el motor del sistema y del cambio, tanto en condiciones normales como de desastre. Para describir su papel, los autores se basan en Kirzner, a quien contraponen en cierta medida a Schumpeter, en un debate clásico sobre el sexo de los ángeles al que de vez en cuando nos acostumbran los economistas austricos. No sé si es muy relevante a no, pero durante este análisis teórico diferencian al emprendedor comercial, del emprendedor social y del emprendedor ideológico. Para mí, el principal problema es que los dos últimos no tienen un criterio objetivo de medida de beneficios, por lo que supongo que les será difícil comparativamente la obtención de recursos para sus fines; ello nos lleva a que, paradójicamente, el principal agente de cambio social tenga que ser el emprendedor "comercial", contra lo que podría esperarse.
Dicho esto, creo que el emprendedor social sí puede florecer precisamente en situaciones de desastre, en que el entorno dificulta enormemente la construcción planes de negocio a medio plazo e incluso la medida de los beneficios, por lo que el emprendedor meramente social puede ser una fuerza importante de recuperación.
Los autores identifican tres papeles del emprendedor para la recuperación tras una catástrofe, a saber: provisión de bienes y servicios (lo que sería su actividad convencional), reconstrucción del capital social y redes sociales, señalización de que hay un proceso de reconstrucción en marcha para dar certeza a otros individuos. Nada que oponer. Mi principal dificultad estriba en que los autores parecen diferenciar emprendedores del resto de los individuos, como si los que no lo son fueran una especie de "sims" y no estuvieran ellos a su vez emprendiendo.
De hecho, eso enlaza con mi principal crítica teórica al libro, que se refiera la conceptualización del problema a que se enfrente la comunidad tras un desastre, como un problema de acción colectiva, lo que lleva a los autores a formular unos grafos de decisión, muy en la línea de teoria de juegos. Para mí, no hay tal problema, sino una sucesión de decisiones empresariales en las que cada una lanza información y señales sobre las demás; además, estas decisiones se están tomando por todos los individuos afectados, no solo por aquellos que triunfan en su empeño emprendedor o que, por las razones que sean, tienen más visibilidad.
Superada la parte teórica, se nos cuentan historias individuales de gente concreta que actuó con emprendimiento tras las catástrofes antes citadas. Los ejemplos son interesantes e incluso en algún caso conmovedores, pero no dejan de ser anecdóticos. Insisto, desde mi perspectiva, todo el mundo está emprendiendo, con más o menos éxito, con más o menos visibilidad. No me parece relevante que sea un entorno norma o de catástrofe. Así que esta parte me ha resultado insulsa metodológicamente, aunque interesante desde una perspectiva humana.
Hasta que, por fin, llegamos al capítulo 8 del libro y cobran perspectiva las historietas anteriores. Porque, ahora lo vemos, el objetivo no era mostrar historias de emprendedores de éxito tras una catástrofe, algo que, insisto, me parece trivial desde un punto de vista teórico: no hay recuperación posible ni movimiento sin emprendores. El objetivo es más bien ver como la recuperación monocéntrica, esto es, liderada por el Estado (en oposición a la policéntrica representada por los emprendedores), interfiere y dificulta hasta extremos difícilmente creíbles, y yo diría que inmorales, los esfuerzos de recuperación llevados a cabo por los emprendedores.
Son muchos los ejemplos que se resumen en este capítulo 8, la mayor parte de los cuales ya habían aparecido en las entrevistas de los capítulos 5 a 7. Me quedaré, por ser especialemente sangrante, con la discriminación padecida por la comunidad cristiana vietnamita liderada por el padre Vien. En efecto, las autoridades municipales querían favorecer el regreso de los afroamericanos, con independencia de la viabilidad demostrada por otras comunidades, por lo que no estaban dispuestos a dar recursos a la comunidad del padre Vien.
Como se puede imaginar, Storr y sus coautoras hacen recomendaciones tendentes a eliminar la interferencia del Estado con los emprendedores (sí, también en tiempos de post-catástrofe), por ejemplo dejando sin aplicación numerosas regulaciones que entorpecen la actividad del emprendedor en momentos en que la rapidez es fundamental. También hablan de la incertidumbre que genera en el emprendedor la indefinición política y los continúos cambios de planes (bueno, en ellos estamos ahora mismo con el tema del Coronavirus: a ver quién se atreve a realizar una inversión con estas condiciones de contorno). Por último, dejan incluso un papel a los burócratas: que se les deje ser emprendedores dentro de la "finalidad global" de la institución en que se incardinan, como si esta finalidad estuviera clara alguna vez en una organización burocrática.
El libro se lee bien y ofrece testimonios interesantes, que ratifican la teoría económica, por tanto mis expectativas. Al mismo tiempo, es de enorme actualidad, pues sus recomendaciones serían de aplicación perfecta en las circunstancias actuales y a las que nos vamos a enfrentar en breve, cuando termine este maldito y casi innecesario confinamiento. Sin embargo, desde un punto de vista metodológico, el análisis se hubiera beneficiado de un planteamiento claro desde el principio: veamos de qué forma distorsiona la actividad burocrática el proceso emprendedor en una situación de recuperación de catástrofe, y obtengamos conclusiones. Al no plantearlo así desde el principio, uno se encuentra la mayor parte del libro pensando que le están contando cosas triviales, interesantes, pero triviales.
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