lunes, 27 de abril de 2020

Corre, Conejo ("Rabbit, Run"), de John Updike

John Updike es uno de esos escritores norteamericanos del siglo XX, con cuyo nombre uno se tropieza de vez en cuando sin acabar de ponerle carne. Estoy pensando también en Kerouac o Sallinger. Así que de vez en cuando conviene leer a alguno de estos autores, aunque sea por completitud. He optado por leer este "Rabbit, Run", primero de una trilogía, aunque quizá su novela más conocida es "Las brujas de Eastwick".

La novela es de caracter intimista, creciente conforme avanza. El protagonista principal es Harry Angstrom, al que sus compañeros de equipo de baloncesto apodaban "conejo". Esos parece que fueron los mejores años de la vida de Harry, cuando tenía el potencia de estrella deportiva. Pero en el momento en que empieza la historia, no son más que un recurdo y nos encontramos a Harry casado con Janice, quien "Just yesterday, it seems to him, she stopped being pretty.", y con un hijo, Nelson.

Y de repente es acuciado por angustia vital, la ansiedad por algo inexplorado (que luego descubriremos que parece ser simplemente ansia sexual) y se fuga de casa en el coche de sus padres. Tras un viaje culminado por un estresante sendero de tierra, en el que Updike empieza a mostrar su talento para describir sentimientos íntimos, acaba en casa de su antiguo entrenados, un tal Tothero, y posteriormente en la casa de una amiga de áquel, Ruth, con la que cohabitará un par de meses, hasta dejarla embarazada.

Ruth nos depara una de esas frases con las que es fácil identificarse, cuando Harry le pide tener sexo. Le dice Harry: “You want me?” y“Don’t flatter yourself. I want it over with.” es la previsible respuesta de Ruth. Esta primera parte termina con Harry pidiendo consejo al reverendo Eccles, cuarto protagonista principal, y volviendo a su Janice justo a tiempo para el parto de su hija, Becky.

Al llegar a este punto, por primera vez cambia la perspectiva íntima del personaje, y Updike se centra en los sentimientos de Ruth (qué hacer con su bebé, ante la ausencia de Rabbit) y en el propio reverendo Eccles, su dilema moral sobre qué hacer con Harry, mientras éste le tira los tejos a Lucy, su esposa aprovechando que Eccles está ocupado con la ronda de contactos. Otra de esas frases curiosas nos la da la madre de Conejo en su entrevista: “Is it? It’s what they keep telling you in church. Men are all heart and women are all body. I don’t know who’s supposed to have the brains. God, I suppose.” El momento culminante de las dudas de Eccles ocurre en su confrontación con Kruppenbach, otro sacerdote, en que básicamente éste le viene a decir que no se meta donde no le llaman, haciendo así una crítica a la labor social de la Iglesia que quizá exija más reflexión.

De nuevo, como decía, vuelve Conejo al redil con todos los parabienes, casi ni se había notado su ausencia, y la vida vuelve a la normalidad. Tenemos esta sutil descripción del comportamiento del su suegro al verle de nuevo, donde se muestra el talento del autor: "a painfully complex smile, compounded of a wish to apologize for his wife (we’re both men; I know), a wish to keep distant (nevertheless you’ve behaved unforgivably; don’t touch me), and the car salesman’s mechanical reflex of politeness." Tres matices perfectamente descritos en una sola sonrisa.


Pero otra vez aparece la "angustia vital", ahora ya sin disfraz. Tras volver calentito de una visita a Lucy, y pasar una tarde de contención de deseos, por fin le llega el premio de la noche solo para encontrarse a Janice, recién parida no se olvide, con pocas ganas de marcha. Algo bastante habitual, según la experiencia de mucha gente. ¿Qué hace el amigo? Pues se pira a casa de su alternativa Ruth, algo que sabremos más tarde.

Porque en estos momentos, Updike se mete a fondo en la mente y alma de Janice, y nos hará una disección completísima de la evolución de sus sentimientos desde este momento hasta el trágico de la novela, que la señora va aderezando con vasos de whisky hacia una recaída en su alcoholismo. Lo curioso es que la tragedia no la ve uno venir hasta que casi la tiene encima, y parece incompatible con el resto del estilo del libro. En todo caso, esta secuencia es tal vez lo mejor de la novela.

Tras ese terrible momento, que no desvelo, volvemos a la cabeza de Harry, quien se mantiene ajeno a la misma al menos hasta la mañana siguiente, y descubrimos que ha ido a buscar a Ruth para conseguir esa satisfacción de su "angustia", volviendo a fracasar, por ausencia de la citada. En un momento dado conocerá la tragedia, y el tono de la obra se vuelve existencialista, aunque la crisis de Harry viene punteada de vez en cuando por sus atenciones al bello sexo.

Se pregunta por qué le ha tocado a él esto: "Why was he set down here, why is this town, a dull suburb of a third-rate city, for him the center and index of a universe that contains immense prairies, mountains, deserts, forests, coastlines, cities, seas?" (Por cierto, la ciudad es Brewer, debe de estar cerca de New York).

Y tras salir de nuevo al encuentro de Ruth y fracasar en un nuevo intento, esta vez sí con la chica delante, parece que por fin acepta su situación: "His hands and legs are suffused with a paralyzing sense of reality; his child is really dead, his day is really done, this woman is really sickened by him."

Asiste al entierro de la niña (ooops, spoiler) y ni en esas circunstancias. Esa angustia irrefrenable, no sé si sexual ahora, le vuelve a poseer, se escapa a todo correr de la ceremonia, que para eso el libro se llama así, y terminamos muy bien sin saber por dónde van a ir los tiros, porque tampoco el propio Conejo parece saberlo: "the thought that he doesn’t know seems to make him infinitely small and impossible to capture. Its smallness fills him like a vastness."


No es un libro que me haya impactado, aunque se lee muy bien. No es más que otra historia sobre el fracaso del sueño americano, la mediocridad de la vida de la frustrada estrella deportiva, sin más interés para mí que fina capacidad de Updike de describir los sentimientos íntimos ante circusntancias más o menos complicadas. Cierro con esta frase cínica del autor, que ya revela claramente su posicionamiento existencial: "Fraud makes the world go round. The base of our economy."

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