Segundo libro que leo del autor, tras "La liste de mes envies", que llegó a traducirse al español.
Hay que reconocer a los autores franceses que son los únicos que siguen arriesgando con historias como las de este libro, sin ceder al chantaje de la épica de las grandes extensiones, que parece ineludible en la actualidad para autores españoles o ingleses.
Son historias, casi fábulas, muy centradas en los sentimientos y pensamientos de las personas, sin prestar apenas atención al entorno. Por eso quizá uno tiene la sensación de haberlas leído varias veces y no acaban de convencerme.
Esta, por ejemplo, no pasa de ser un drama familiar contado en desorden. Lo original es que cada capítulo se títula con un precio (en Euros o francos) y parte de la gracia es encontrar a qué artículo se está refiriendo. Y esto es así porque el protagonista y narrador es un perito de seguros, acostumbrado a tasarlo todo. Original enfoque. Pero, con todo lo interesante que son las evaluaciones de los siniestros que nos cuenta, así como sus reflexiones al respecto de su trabajo ("Je suis payé pour payer le moins possible, pour n’avoir ni cœur ni compassion, je n’ai pas le droit de tendre la main au naufragé, il n’y a pas de place en moi pour la gentillesse. On m’a amputé de l’attendrissement, on a fait de moi un salaud ordinaire et je me suis laissé faire. Je devais dire non au malheur des autres."), nada de ello llega a disfrazar lo dicho: estamos ante un dramón familiar de tres generaciones.
El protagonista se llama Antoine, su ex-mujer Nathalie. Tiene dos hijos, Josephine y Léon, y una hermana, Anna, gemela de otra que falleció, Anne. Su madre abandonó a padre, hijo e hija mucho tiempo ha para vivir casi en la pobreza, y el padre está falleciendo de cancer ante el padecimiento de su segunda mujer, Colette. Como vemos, una muerte infantil y dos rupturas de pareja en tres generaciones, lo típico en dramas familiares. De esta primera parte, el capítulo más interesante es, sin duda, en el que Antoine descubre la infidelidad de su amor de toda la vida, según parece reminiscente de algún número del musical Los Miserables (lo digo porque lo dice el autor en el epílogo).
Un acontecimiento traumático separa la primera de la segunda parte del libro: el intento de asesinato de sus hijos y de suicidio de Antoine, fracasado, aunque dejando secuelas en la mandíbula de Josephine. A partir de aquí, la novela se hace más interesante y más bonita, digamos que empiezan a pasar cosas positivas.
En la segunda parte, los títulos de los capítulos dejan de ser precios y pasan a ser números, en un anticipo metafórico de la evolución de la vida de Antoine, quien además pasa a ser El Desconocido, para evolucionar a El Loco, y finalmente a El Mago. Y sí, en español, porque el hombre se va a vivir a México una vez liberado del manicomio en que le internan tras sus hechos.
Aquí reconstruirá su vida con Matilda y su hermano pequeño-hijo en realidad- Arginaldo. De Matilda sabremos que estudiaba para enfermera hasta que sufrió una violación en el hospital, y decidió abandonar tal destino: "Elle a arrêté les études, arrêté de vouloir aider les autres, d’espérer les sauver. Elle a laissé sa fraîcheur s’envoler, son rire partir." Qué bonita frase, y qué triste. Tenemos aquí otro capítulo soberbio, "Il n'a jamais..." en que recuerda todas las cosas que su padre no hizo con él.
Por fin, la tercera parte consiste en un diario abreviado de Josephine, desde la misma noche del acontecimiento traumático. Aquí la vemos crecer y curarse hasta ser una chica normal, mientras, en paralelo, su padre deja de ser "Le Chien" para humanizarse a "su papá" cuando es capaz de recordar el último día que pasaron ella y Léon con él. Evidentemente, la historia termina con padre e hija reencontrándose en las playas de Puerto Vallarta, pero esto es lo de menos.
En suma, un librito sin más. Yo creo que a los lectores actuales hay que darles más carnaza que un drama familiar desordenado, por muy bien escrito que pueda estar, y emotivos que sean algunos momentos puntuales. Ah, por cierto, el título hace referencia a unas fotos de la familia que repasa en uno de sus momentos de desesperación el protagonista: en ellas, "Solo se veía la felicidad".
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