Otro libro que leo para entender el fenómeno Woke, y con el que agoto el cupo dedicado al tema, que doy ya por suficientemente entendido y conocido. Sobre Woke he leído, entre otros Woke Inc., The dictatorship of Woke Capital y The madness of the crowds, aunque el tema también aparece en otros ensayos. Todos ellos aportan perspectivas complementarias del asunto, y este que acabo de leer es quizá la pieza que faltaba al puzzle.
En él se trazan los orígenes del fenómeno al postmodernismo (corriente filosófica de la que el principal exponente es Foucault). La explicación de los orígenes del posmodernismo y la teoría crítica (a la que Pluckrose y Lindsay llaman la Teoría, con maýusculas) están muy bien explicados, así como las ramificaciones o aplicaciones que surgieron del posmodernismo: el neocolonialismo, las teorías Queer, las teorías sobre racismo, feminismo, incapacitados y gordura. Los autores hacen un gran y convincente trabajo radicando todas estas líneas "académicas" en las bases del postmodernismo, aunque sea al precio de la redundancia y quizña el aburrimiento del lector.
De las aplicaciones teóricas, saltamos al activismo académico, con la doctrina de la "Justicia Social", una vez más con mayúsculas, porque es la Justicia Social tal como la entienden los postmodernistas, que, como veremos en breve, tiene poco que ver con cómo la vemos la gente normal. Y los autores cierran explicando como la Justica Social postmoderna se ha hecho mainstream y está afectando a nuestras vidas. Por supuesto, hay luego un último capítulo dedicado a describir argumentaciones contra la demagogia postmodenista. Como todas las teorías de constructivismo social, empezando por el marxismo de la que el postmodernismo es en cierta manera un fruto, terminarán desacreditadas (aunque no olvidadas, por desgracia) y la cuestión es el daño que harán en la sociedad hasta que se detenga su influencia.
Influencia, que no nos engañemos, no sale espontáneamente de la sociedad libre, sino que viene impulsada por los intereses estatales intervencionistas de toda la vida. Esto es, con nuestros impuestos. Seguro que es fácil constatar como las organizaciones internacionales (empezando por la ONU o la Comisión Europea) están plagados de este tipo de académicos impulsando su programa de Justicia Social.
Pero vamos un poco con el contenido, que es lo más interesante y esclarecedor del libro. Como consecuencia del fracaso del marxismo, los intelectuales de izquierdas, y especialmente los franceses, sus grandes valedores, se convirtieron es escépticos de todas las metanarrativas: si el Marxismo no funcionaba, es que no había metanarrativa que pudiera funcionar, empezando por el liberalismo o el conocimiento científico. Y se dedicaron a de-construir todas estas narrativas. Este es el origen del postmodernismo.
Sus principios son dos: no existe una verdad o conocimiento absoluto, sino que todo el conocimiento es usado para construir relaciones de poder entre el grupo dominante y los grupos marginados. O sea, que si la sociedad occidental cree en el conocimiento científico no es porque ello vaya bien a la sociedad, sino para consolidar el poder de determinados grupos (obviamente, el hombre blanco, hetero) sobre los marginales (defínase como cualquier cosa distinta y sus cruces).
He aquí los principios tal como los formulan Pluckrose y Lindsay:
"The postmodern knowledge principle: Radical skepticism about whether objective knowledge or truth is obtainable and a commitment to cultural constructivism.
The postmodern political principle: A belief that society is formed of systems of power and hierarchies, which decide what can be known and how."
A partir de estos principios, los autores identifican los cuatro temas fundamentales del postmodernismo:
1) La conflación de las categorías: hay que luchar contra las clasificaciones, que ponen a unos por encima de otros. Después de todo, no son más que constructos del lenguaje para oprimir, y no tienen base real.
2) El poder del lenguaje: es mediante el lenguaje que los grupos dominantes imponen su visión del mundo a los marginados. Hay que estar especialmente atento al uso del lenguaje para identificar estos sesgos.
3) El relativismo cultural: todos los conocimientos son igualmente válidos, con independencia de su origen. La ciencia tiene que valorarse por igual que las emociones personales, o el folklore. Puede haber agresión y discriminación científica si no se trata por igual a toda la supuesta sabiduría.
4) Desaparación del individuo y de los valores universales: solo existen los grupos, cada uno con sus verdades. Dichos grupos pueden ser "interseccionales" (por ejemplo, mujer negra), y si añades suficientes atributos a la "intersección" igual te quedas con un solo representante, pero no se le consideraría como individuo sino como grupo.
Pluckrose y Lindsay nos acompañan, una vez conocidos estos principios, por el desarrollo de las teorías aplicadas y sus principales exponentes y referencias. Son capítulos realmente agobiantes por las distorsiones cognitivas de los filósofos postmodernos, a quienes sería imposible tomarse en serio si no fuera porque vivimos en mitad de su influencia. De los aspectos más especialmente preocupantes o absurdos, me quedo con los relaciondos con la discapacidad y la gordura. Básicamente, los postmodernistas le dicen a los afectados que los grupos opresores se basan en las doctrinas médicas para oprimirles, y que deben mantenerse discapacitados/gordos sin ceder a las metanarrativas opresoras, y, por supuesto, sin beneficiarse de los conocimientos científicos que les permitan mejorar su calidad de vida, porque sería una cesión al grupo opresor.
Tampoco olvido esta mención en la teoría queer, en la que se acepta la pederastía como otra categoría más "problematizada" por la narrativa dominante. Por si alguien tenía dudas de que los postmodernistas, aparte de todo, son gentuza.
El salto epistemológico lo dan cuando dicen que también puede haber opresión y estigmatización científica. Por tanto, no hay ningún conocimiento que valga más que otro, y si se nos hace creer de otra forma es por el interés del grupo opresor. De esta forma, escudan completamente su Teoría de la discusión académica, puesto que ellos (aunque la mayor parte de los autores citados en el libro son tías) saben que están en lo cierto, y cualquier discrepancia es una forma de agresión u opresión.
Toma ya con el colofón! El postmodernismo pasa de la destrucción de todas las metanarrativas a la aceptación de una, la suya, de forma absoluta y sin posible discusión. Y así la academia y la univesidad pasan de ser un sitio de conocimiento a una especie de religión en que hay que creerse la Teoría. Entiendo que, quien la conozca, solo puede creer la Teoría porque le interesa a nivel personal o porque tiene miedo del castigo. Otro de los típicos ingredientes de las religiones.
Tampoco hay que olvidar otro de las conclusiones que salen de estas teorías Críticas. Y es que las redes de poder de los dominantes sobre los marginados son independientes de los individuos. Dicho de otra forma, aunque no haya leyes discriminatorias, ni gente discriminando, da igual: el hombre blanco hetero sigue ejerciendo su poder porque está en los nodos opresores de esta red, da igual lo que haga, no lo puede evitar. Si se creen también esto, qué depresión trabajar por la Justicia Social /(tal como lo interpreta esta gente): da igual lo que hagan, seguiremos siendo opresores y ellos oprimidos. Porque, claro, siempre se podran buscar una categoría interseccional nueva en la que ubicarse porque el lenguaje les discrimina.
Este libro me ha parecido bastante interesante y muy esclarecedor. Yo recomendaría leer sus primeros capítulos. En cambio, los que describen las teorías aplicadas, siendo también muy buenos, no dejan de ser redundantes y desesperantes por sus contenidos. Quien quiera mantener su salud mental en estos tiempos que corren quizá haga bien en cerrar sus ojos a tanta tontería como describen los autores. Y, obviamente, hay que evitar caer en la tentación de leer libro alguno de los que citan como claves para el desarrollo de esta basura.
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