De Vuillard tengo leídos varios libros, en general con satisfacción. El último que leí era sobre la vida de Buffalo Bill, Tristesse de la Terre. Escribe sobre acontecimientos históricos, aunque con un estilo sui generis muy lírico, que hace la lectura bastante amena. Recuerda en su estilo al gran Stefan Zweig y sus momentos estelares de la humanidad.
En esta ocasión, a Vuillard no le falla el estilo, sino el tema, y quizá la culpa es mía por ponerme a leer a un francés sobre los conquistadores españoles. En concreto, Vuillard dedica esta obra a la conquista del Perú por Francisco Pizarro. Y el caso es que llueve sobre mojado, pues me parece recordar que en su momento leí el primer tomo de la serie Inca, del también francés Antoine B. Daniel. No recuerdo mucho de ella, pero supongo que me parecería una novelilla histórica sin más consecuencia, porque solo leí una de las entregas y no la trilogía.
Pero Vuillard si tiene intención de contarnos la historia de Pizarro y su cuadrilla, aunque lo vaya a hacer de una forma lírica. El problema es que esa lírica, ese talento narrativo que una vez más demuestra, rezuma rencor hacia los conquistadores españoles, a los que trata con desprecio y hostilidad, con escasas concesiones a la heroicidad de su tarea, y constante foco en su humanidad. Lo digo claramente: Vuillard expresa la envidia francesa por la gesta que llevaron a cabo los despreciables españoles al sur de los Pirineos, y de la que sus ascendientes no pudieron ni supieron tomar parte. Pizarro se los hubiera comido con patatas.
Tan es así que estuve a punto de dejar el libro al comienzo, tras un par de afirmaciones llenas de inquina y mezquindad: "Un désespoir fut sans doute à la base de nombreuses vocations. Semer la mort. Assujettir. Piller. D’autres peuples avaient déjà ouvert ce chemin incertain et cuisant. Mais celui qui marchait au pas en direction d’un noir silence était peut- être l’un des plus déterminés, l’un des plus isolés, l’un des plus excessifs que l’Histoire eût connus."
No será la única vez. El lector español tendrá que soportar constantemente el tono de desprecio de Vuillard hacia Pizarro y sus compañeros, trufado con frases como "C’est qu’au- dessus de l’océan, passaient alors les tous premiers bateaux de cette longue flotte espagnole, qui porterait d’un côté de l’or, de l’argent, des émeraudes, et de l’autre des cuirasses, des épées, des chevaux et des prostituées." o "C’est qu’il avait régné sur la conquête un esprit de folie. Tout était permis contre l’indigène. Sodomie, viol de femmes, d’enfants, cannibalisme, polygamie.".
También algunas que aparte de ser mezquinas, son incorrectas: "Ainsi, alors que pendant trente- sept ans les cavaliers de Cortés, de Balboa, de Pizarre et d’Alvarado avaient pillé un continent et qu’avaient été transportées en Espagne des tonnes d’or, Charles Quint laissa sa nation endettée." Parece querer decir Vuillard que Cortés y compañía expoliaban el continente para dárselo a Carlos V (lo que por cierto sí hacían los piratas franceses e ingleses con las expediciones españolas), cuando la realidad es que los citados eran emprendedores que actuaban por su cuenta y riesgo y solo pagaban al monarca los impuestos que correspondieran.
"Mais, très vite, ils avaient eu de nouveau faim, subissant des pluies diluviennes, s’installant quelques jours dans de misérables cabanes de feuillages. Ils avaient dû supporter des nuées de moustiques, manger le cuir de leurs selles. Ils cheminèrent dans des forêts si denses qu’on eut l’impression de parvenir à je ne sais quel mystère plus profond que l’or."
El éxito de Pizarro en la conquista del imperio Inca se debió en buena parte a que lo encontró en guerra civil a su llegada: el usurpador Atahualpa se había levantado contra el emperador legítimo, y Pizarro se aprovechó astutamente de la situación. En todo caso, los enfrentamientos que hubo se saldaban con claridad a favor de los españoles, pese a la increible asimetría numérica: "Très vite, les Indiens comprirent que les armes, la discipline militaire, les chevaux et les chiens donnaient aux Espagnols un ascendant imprévisible. Mais il leur fut sans doute impossible de comprendre à quel point la rage de vaincre, l’amour des richesses et un souci immodéré de gloire les désignaient."
Resulta casi increible imaginar una ciudad como Cuzco, con 200.000 habitantes, rendida a unos cuantos zarrapastrosos que la saquean de oro ante la indiferencia de la masa. Hay que decir que el Inca era un imperio comunista, que desconocía el dinero y en que todo obedecía a una voluntad centralizadora. Esto lo dice también Vuillard: "Les Incas ne connaissaient pas le trafic, la monnaie, les échanges. L’administration impériale contrôlait tout, le commerce ne pouvait y trouver de place. En Europe en revanche, il faisait beau acheter, vendre, prêter. Un formidable élan submergeait tout : l’Église, la monarchie, l’art." Lo que no se sabe es a quién está criticando Vuillard, si a la planificación central incaíca o a los emprendedores europeos/españoles. En todo caso, es fácil imaginar los incentivos que tendría una población sujeta a un tirano comunista para defenderlo, a este y a sus riquezas.
De hecho, los mayores problemas que va a confrontar Pizarro para mantener el Perú no vendrán de los indígenas (aunque Vuillard nos cuenta la rebelión que tuvieron que sofocar en un momento dado), sino de su enfrentamiento con Diego de Almagro ("On allait tuer plus d’Espagnols de main d’Espagnols que les Indiens n’en tuèrent durant toutes les conquêtes."). Almagro, el conquistador de Chile a donde le había mandado Pizarro para quitárselo de encima, volverá a Perú para quedarse con Cuzco y tratar de dividirse el territorio con don Francisco. Pero este le embaucará una y otra vez hasta acabar con él y quedarse con todo. Más mezquindades contadas por Vuillard.
Tampoco salen bien parados de su pluma otros ilustres conocidos como Alvarado, o Hernando de Soto. Quizá se salva Orellana, el primer blanco en navegar el Amazonas. Ni siquiera en su muerte será generoso con Pizarro, aunque lo compare con otros grandes como Alejandro Magno o Julio César: "Pour eux, rien ne sera plus pareil ; ils possèdent à jamais une image de leur rêve. Mais certains étaient déjà tourmentés par ce mal, le mal de l’accomplissement. Il est sans remède. Peu l’ont connu. César. Alexandre et quelques autres. Ils sont morts très vite. Le complot, la maladie, qu’importe, il fallait bien trouver une solution pour mourir."
Termino con algunas de esas frases que son la que justifican la lectura de este libro. Como esta comparación de los mares en que se han gestado los grandes imperios occidentales: "Le Pacifique n’est tourné vers rien. Même la Méditerranée ancienne, bordée de pays mystérieux, possède des rives de toutes parts. L’Atlantique est une résidence, le lieu d’une rencontre. Mais le Pacifique, lui, est vide.".