Según la mayoría de los analistas y periodistas económicos, la dimensión financiera de la crisis que estamos viviendo se ha trasladado a la economía real al cortar las entidades financieras el crédito a las empresas, pequeñas, medianas y grandes. Es por ello que nuestros gobiernos insisten en que el dinero que están suministrando a los bancos lleguen a las empresas, llegando incluso al extremo de prestarlo los propios Gobiernos.
En todos los casos, se da por asumido que las empresas necesitan crédito para sobrevivir, que sin crédito ninguna empresa es viable. Sin embargo, esto no es, o, al menos, no debería ser así.
Los individuos ahorran aquella parte de sus ingresos que no consumen. Es solo a partir de este ahorro que se puede dar crédito. Los individuos darán crédito a partir de sus ahorros (prestarán sus ahorros) solo si obtienen algo a cambio. Como mínimo, habrán de obtener la tasa de preferencia temporal, puesto que el dinero prestado lo recobrarán pasado un tiempo. Por la ley de preferencia temporal, siendo todo lo demás igual, preferimos algo hoy que eso mismo en el futuro. Por tanto, si presto 1000 Euros para que me los devuelvan dentro de un mes, entonces me habrán de dar algo más; en otro caso, prefiero quedarme con los 1000 Euros.
Por supuesto, el mundo real está sometido a cambios constantes. Esto hace que ese dinero que presto pueda perderlo, y no me sea devuelto en todo o en parte. Por ello, si presto dinero a un colega, el interés que le pediré será mayor que el precio de mi preferencia temporal, en función del riesgo que perciba de perder la pasta. Si veo ese riesgo muy algo, no lo prestaré, o bien subiré mucho el interés pedido.
En el otro lado de la moneda esta la empresa que recibe mis ahorros. Ella preferirá recibir el crédito si le compensa el precio que ha de pagar por él; en caso contrario, optará por ahorrar ella los recursos. El coste del crédito puede alterar la viabilidad de su modelo de negocio. En todo caso, la decisión de vivir a crédito o de los ahorros es del empresario, no es automática una opción u otra, que dependerá de cada tipo de empresa. Como queda dicho, es fundamental en esa decisión el precio del crédito.
Entonces, ¿es normal que una empresa dependa de una línea de crédito para pagar las nominas de sus empleados o sus gastos corrientes? Hombre, pues normal no debería de ser, aunque puede haber momentos puntuales en que sí sea necesario(por ejemplo, retrasos en el pago de algún cliente).
¿Cómo es posible que tantas empresas dependan hasta ese punto del crédito? ¿Qué pasa, que no ingresan dinero por los productos que venden? ¿O que no ingresan suficiente para hacer frente a sus gastos normales? Evidentemente, aquí algo pasa. Y eso es que los Gobiernos han forzado tipos de interés tan bajos mediante la expansión de crédito, que los empresarios prefieren en general vivir del crédito, porque les sale más barato que ahorrar de sus ingresos.
Claro, en el momento en que se endurecieron las condiciones, esto cambió. Ahora todas estas empresas acostumbradas a vivir a crédito lo van a pasar mal. Pero no por la carencia de crédito, sino porque construyeron sobre su abundancia la viabilidad de un negocio que no era tal. Dicho de otra forma, muchas empresas no hubieran sido viables de otra forma.
Lo que, en esencia, es otra forma de describir la teoría del ciclo de Mises.
1 comentario:
Albricias has vuelto a escribir. Mola el post!!!
Te tenemos que meter en algun telediario como sea :)
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