Estamos ante una serie de superhéroes, con un público objetivo adolescente. Los "Gifted" del título son en realidad mutantes, viviendo en los años posteriores a la desaparición de la Patrulla X (X-men), en los que este grupo tiene ya tintes míticos. Su única aparición, o de sus componentes, es por referencia, al menos de momento. Uno de los productores, además, es Bryan Singer, quien resucitó la Patrulla X para el cine hace unos años, precisamente en el 2000.
¿Por qué digo que es para un público adolescente? Fácil: porque todos los protagonistas, buenos, malos y regulares, son jóvenes y guapos. Sabes que estás ante una serie adolescente cuando se puede confundir a los padres con los hijos, como ocurre en este caso con los von Strucker.
Dicho esto, la serie tiene atractivo y encanto, sobre todo si te interesa el mundo de los superhéroes. Que nadie espere tramas complejas y personajes psicológicamente tortuosos, pero sí se nos ofrece una intriga razonable en la que se enfrentan diversos grupos de interés, tanto de mutantes como de humanos, y además con sus disensiones internas. En el mapa hay al menos cinco grupos: tenemos el Undeground (los "buenos", en principio, tratando de revivir el sueño de los X-men); el Inner Circle (dispuestos a confrontar a los humanos); los Morlocks (mutantes escondidos para evitar enfrentamientos); los Purificadores (grupo de humanos organizados para acabar o controlar a los mutantes), y las fuerzas de seguridad (los Sentinel, con tecnología a prueba de mutantes). La narrativa refleja básicamente las interacciones entre estos grupos.
A mí hay dos cosas que me resultan atractivas en esta serie. Por un lado, el flujo constante de mutantes, cada uno con sus poderes específicos. Siempre que aparece uno nuevo, tenemos el aliciente de descubrir qué puede hacer que los humanos no podemos. También es cierto que algunos de los poderes son completamente absurdos, incluso desde la perspectiva de ciencia ficción: ¿mutantes cuya habilidad es hackear ordenadores o con la mente digital? Venga ya.
En todo caso, cuando llegan las escenas de acción, que unas cuantas hay y suelen ser muy buenas, siempre está la incógnita de cómo usarán los recién llegados sus poderes. Escenas de acción que además se nos narran a ritmo de buena música.
El otro punto atractivo son los pequeños flashbacks que nos ponen al principio de cada capítulo de alguno de los personajes, que contribuyen a que entendamos mejor de dónde vienen y sus manías. A esto hay que añadir las referencias más o menos explícitas a los X-men más famosos. ¿Es Lorna la hija de Magneto? ¿Qué tiene que ver John con Lobezno? Por cierto, no es perdáis los besos, con aurora boreal incluida, que se dan Lorna (poderes magnéticos) y Marcus (poderes luminosos).
La serie ha tenido de momento dos temporadas, la primera de 13 capítulos y la segunda de 16, en ambos casos de 45 minutos. Supongo que habrá tercera y cuarta..., bueno, de momento la sigo viendo, que aún no tengo la sensación de que me estén tomando el pelo (síndrome Orphan Black), y más tras ver el sensacional último capítulo de esta segunda temporada. De los que hacen afición.
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