Esta novela no está mal escrita ni a lo mejor es mala; es simplemente que es una cosa insulsa, como escrita por un niño de 12 años. Con personajes no ya superficiales, es que son puntuales, poco más que el nombre, y con una trama sin ningún punto de inflexión, lo único que cabe esperar de esta novela es alguna frase ingeniosa o algo que te haga sonreir. Y algo ahí, pero muy, muy poco.
El caso es que al principio se muestran algunas ideas que podrían haber sido aprovechadas. Por ejemplo, como es una novela de ciencia ficción (de ahí la faceta Douglas Adams), aparecen seres de anatomias diversas (por ejemplo, una especie de pulpo llamado Kenneth). Alguien con más imaginación hubiera podido sacar más jugo humorístico de estos cuerpos, sobre todo antes de presentárselos al lector.
Otro punto sin explorar: la omnipresencia de la publicidad y los planetas patrocinados. Esto parece importante; de hecho, Yrnameer es el nombre del último planeta sin patrocinar (de existencia mítica) y tal nombre es una contracción de "Your Name Here", sacado de los contratos de patrocinio para planetas. Pero apenas vuelve a aparecer. Y una tercera posibilidad, representada en esta intervención gubernamental, que también podría habernos llevado a otro tipo de universo, en este caso, de corporaciones y regulaciones: "Those Payper financial transaction records, in turn, existed solely to enrich the Payper Corporation, which had skillfully lobbied to require that all financial transactions be recorded on nearly indestructible Payper." Una vez más, no van por ahí los tiros, aunque haya un momento gracioso con la encuesta de satisfacción a los receptores de un misil antes de que éste les estalle.
La faceta Terry Pratchett supongo que tiene que ver con el estilo de algunas de las frases del autor, como "Time lost all meaning. Space lost all meaning. Meaning lost all meaning.", "It wasn’t a shortcut. It wasn’t even a long cut. It was a wrong cut." o "“Big bladder, bad night vision.” It rhymed better in Yoin." Pero son muy escasas, casi aparecen por descuido, dentro de una narración consistentemente plana pese al ligero deje irónico.
Y, sí, hay algunos momentos divertidos, aunque no hilarantes. Uno de ellos es cuando los habitantes de Yrnameer discuten presididos por Cole (el protagonista y sheriff del momento, un Gary Cooper de baratillo) como afrontar la amenaza de Runk y sus bandidos (sí, también están los malos de los Siete Magníficos). Entre las absurdas propuestas, destaca la de señalizar las trampas para evitar accidentes.
Asimismo, tenemos un homenaje a The Office, cuando en algún momento de las aventuras Cole nos suelta el famoso "That’s what she said,”, propiedad intelectual de Michael Scott.
No obstante, en el entorno actual en que está de moda la Inteligencia Artificial y algunos pensadores están preocupados por la humanidad ese día en que se produzca la Singularidad (o sea, que surja un robot más listo que las personas), no deberían desdeñar esta propuesta de algoritmo preventivo cortesía de Rubens: "it inquired several hundred times per second if a computer liked humans, and if not, why. The moment the computer answered in the negative and began presenting well-argued, logical explanations for why humans were a blight on existence, it was assumed it had become conscious. A pico-second later it got an EMP bunged through its circuits."
Ello explica porque Peter "was, in fact, the least intelligent computer ever to achieve consciousness. He was also the first computer to maintain his newly achieved consciousness".
Hasta aquí. En resumen, un libro prescindible y un autor para olvidar, salvo que alguien quiera explicarme cómo es posible que le hayan publicado otros dos libros. Ah, por si a alguien se le ocurre como posible explicación: no es novela juvenil ni infantil, es para adultos.
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