martes, 31 de octubre de 2023

Tristeza de la tierra ("Tristesse de la terre"), de Éric Vuillard

De Vuillard acabo de leer algo. Como sus obras son cortas, no da pereza leer otra incluso aunque la última no me haya entusiasmado. Sin embargo, al leer esta, me he dado cuenta de por qué me resulta atractivo este autor, y es porque estas novelillas me recuerdan a Stefan Zweig y sus Sternstunden der Menschheit! Solo que Vuillard las publica por separado en lugar de agruparlas en un tomo: supongo que así periodifica mejor sus ingresos, jajajajaja.

Bueno, a lo que nos ocupa. En esta ocasión, Vuillard nos presenta a Buffalo Bill a través de la mini-historia del espectáculo que le hizo famoso, el Wild West Show. Y esta es la primera gran sorpresa que nos depara el librito, o por la menos a mí me la deparó: la fama de Buffalo Bill se debe EXCLUSIVAMENTE al Wild West Show. Yo siempre pensé que había sido un tipo heróico fuera con los bisontes o con los indios, y que gracias a dicha fama luego su show había sido un éxito.

Nada, o más bien, poco, de eso. William Cody había sido uno de tantos cazadores de bisontes a sueldo por la compañía ferroviaria de Vanderbilt. En una taberna conoció a un periodista, tuvieron una conversación medio borrachos, y el periodista le hizo una biografía medio inventada que tuvo un cierto éxito. Un "impresario" llamado Burke le contactó con la idea de montar el espectáculo, y tras cierto tira y afloja le convenció para que hiciera de sí mismo ("C’est ainsi qu’il monte sur scène, vêtu de costumes de fantaisie, afin de se conformer à son personnage. Il s’imite."). Y el señor Cody llegará a creerse que "... après des années passées à interpréter avec succès cette version revue de la grande Histoire, Buffalo Bill était persuadé d’avoir sauvé Custer !"

Una de las claves del éxito inicial del montaje estuvo en el fichaje del jefe indio derrotado Toro Sentado ("traduction approximative et stupide de Thathanka Yotanka qui signifie “bison mâle se roulant dans la poussière”"). Nos dice Vuillard que "c’est qu’à travers la vie des pionniers, à travers le récit tourmenté de leur migration, les citoyens des jeunes villes américaines désiraient assister en direct à leur propre Histoire". Venía, pues, a satisfacer el mismo nicho de mercado que lo hace en la actualidad Puy de Fou, recreación de la breve historia de los EEUU, en que personajes como Buffalo Bill o Calamity Jean cobran una relevancia inopinada a la luz de sus acciones.

Pues bien, en tal recreación era fundamental el concurso del pueblo derrotado, los indios, "c’était la présence des Indiens, de véritables Indiens. Oui, les gens ne venaient sans doute que pour ça.". De ahí el papel clave desempeñado por Toro Sentado.

Que el espectáculo fue un éxito sin precedentes es innegable, Hizo de Bill un hombre rico, con varias giras por Europa, en una de las cuales trató de que se montara en el Coliseo de Roma, algo que no se llegó a hacer por falta de espacio. En el fondo, Buffalo Bill sí es merecedor de fama, pero por la que tradicionalmente se le atribuye, sino por ser un emprendedor de éxito que creó el primer espectáculo de masas (Vuillard lo califica como "reality show", pero yo no comparto tal categorización). Nos cuenta también Vuillard las dimensiones del colosal espectáculo, y que se realizaba también de noche, siendo el primer espectáculo nocturno. Otra curiosidad es que el típico grito indio que todos hemos hecho de niños, resulta que nunca lo usaros los verdaderos indios y fue un invento para este show.

El problema son las miserias que se ocultan tras la farándula, que Vuillard no tiene reparo en contar, y que revelan el gran desprecio de los estadounidenses de la época por los indígenas, y vengo con el tema calentito, que acabo de ver la última de Scorsese, y va de los mismo. Por cierto, este desprecio por otros seres humanos, debemos recordar los españoles una y otra vez, no ocurrió en los territorios del imperio español. 

Vuillard nos cuenta el episodio poco edificante de cómo los dueños del show compraron una niña india superviviente de la masacre de Wounded Knee: "Le marchandage fut féroce. Colby, Buffalo Bill et Burke, à deux pas du bébé qu’une Indienne tenait contre elle, dans le magasin d’Asay, tandis que la reine de Pine Ridge, May, leur servait à boire, négocièrent le prix de l’enfant.

Y nos cuenta también el lamentable episodio de cómo ocurrió dicha masacre (masacre de indios, por si queda duda), pero sobre todo nos explica cómo la adaptó a su espectáculo el señor Cody: "C’est une version du massacre revue et corrigée par Buffalo Bill et John Burke, dans le plus pur esprit américain. C’est une version pour nos livres de classe. Une version pour enfants. Dans ce petit bout de théâtre, il n’y a ni la longue marche épuisante des Sioux, fuyant leur réserve, ni les manœuvres des rangers pour les attirer docilement, hordes mourantes, à Wounded Knee. Il n’y a pas non plus le canon Hotchkiss, et sa technologie miraculeuse. Il n’y a plus ni tempête de neige, ni fosse commune, ni femmes, ni enfants."

Terrible, pero revelador de la carencia de límites del espíritu emprendedor americano, para lo bueno y para lo malo.

Todos los negocios tienen su ciclo, y no va a ser menos el espectáculo de Buffalo Bill, amenazado por alternativas como el cine. En esta parte final, Vuillard se torna más lírico y nos presenta al emprendedor fracasado ahora sí con tintes heróicos: "Ses mises en scène sont soudain inadaptées au monde qui vient. Et voici que par la même opération qui avait relégué les Indiens dans l’indiscernable, il est à son tour attiré lentement dans l’ombre." Por cierto, otro de sus fracasos de emprendedor es la ciudad de Cody en Wyoming (yo desconocía que la había fundado Buffalo Bill, pensaba que era al revés, que había cogido él su apellido del nombre de la ciudad); sin embargo, nadie diría que lo fue, convertida como es en la actualidad en la entrada oriental al parque Yellowstone.

Cierra el libro un extraño capítulo llamado Neige, en que Vuillard nos presenta a un fotógrafo, Wilson Bentley, coetáneo de Buffalo Bill y famoso por sus fotografías de copos de nieve: "Willie se dit que Dieu ne veut pas que la photographie s’enfonce dans la matière, que son mystère dédaigne être percé. Pendant un an, il recommence, il s’entête. Et enfin il parvient à photographier un flocon de neige, le premier qu’on ait jamais pris." Incluso en su vejez, "il tenta l’impossible, il voulut photographier le vent. Or, la photographie tue tout ce qu’elle attrape, le mouvement meurt dans son panier.", lo que nos deja esa magnífica reflexión final de Vuillard. 

No sé muy bien que tiene que ver esta historieta con la de Buffalo Bill, pero los efluvios de Zweig son aún más intensos que en el resto del libro, por lo que es bienvenida su lectura.

No decepciona Vuillard en este libro, y yo lo recomiendo sin dudarlo: bien escrito, con información interesante, y además cortito. ¿Se puede pedir algo más?

lunes, 30 de octubre de 2023

La telaraña de Carlota ("Charlotte's Web"), de E.B. White

No sé por qué, esto es, donde cogí la referencia, pero tenía esta novela infantil apuntada para leerla. Si cuando la apunté sabía que era literatura infantil o no, soy incapaz de recordarlo. En todo caso, no le hago ascos al género (como expliqué recientemente aquí), así que, además a la vista de la escasa extensión de la obra, me la he leído ni corto ni perezoso.

Me encuentro un cuento infantil donde los animales hablan unos con otros, incluidos los arácnidos. Tenemos a la araña del título, al cerdito Wilbur (protagonista principal) y a la rata Templeton, junto con una niña, Fern, con la que se inicia la historia. A su alrededor hablan ovejas, otros cerdos, alguna vaca, y tartamudean los gansos.

La historia es simple, pero tiene su profundidad. Wilbur es rescatado del abandono y muerta por Fern, hija del dueño de la madre de Wilbur. Tras alimentarlo a base de biberones, no hay sitio en la casa, y ha de venderlo a su tío. Por supuesto, Fern piensa que así podrá seguir disfrutando del cerdito, mientras que es fácil adivinar cuáles son las intenciones del tío para con el animal. No hay juicio moral, ni lo hago yo, ni lo hace White, estamos en una granja de principios del siglo XX.

Enterado de su destino, Wilbur encontrará una inesperada aliada en la araña Charlotte que de una forma ingeniosa conseguirá salvarle y extender su vida. Y extenderla más allá del interés de la rescatadora Fern, que rápidamente crece y pierde todo interés por los animales no racionales para dedicárselo a los chicos ("As they passed the Ferris wheel, Fern gazed up at it and wished she were in the topmost car with Henry Fussy at her side."). Esta es la reflexión que me parece de más profundidad: cómo el tiempo pasa, y cómo el tiempo se lleva la vida de Charlotte (¿cuánto tiempo vive una araña?) y el interés de Fern, pero ambos han sido decisivos para la supervivencia de Wilbur, cuya vida superará en duración a ambas circunstancias.

La mejor formulación la da, por supuesto, la araña Charlotte, aunque solo en lo referente a su vida, no a la de Fern: "After all, what’s a life, anyway? We’re born, we live a little while, we die. A spider’s life can’t help being something of a mess, with all this trapping and eating flies. By helping you, perhaps I was trying to lift up my life a trifle."

Un tema que apenas se desarrolla, pero que por el momento parecía de interés, es el de ser amigo de una araña ("But what a gamble friendship is! Charlotte is fierce, brutal, scheming, bloodthirsty— everything I don’t like. How can I learn to like her, even though she is pretty and, of course, clever?”"). Aunque ya Charlotte le ha proporcionado esta brillante respuesta: "“Why not? It’s true, and I have to say what is true. I am not entirely happy about my diet of flies and bugs, but it’s the way I’m made.". 

En la misma línea, las reflexiones sobre lo fácil o difícil que es hacer telas de araña, en las que participará un erudito doctor. "“Well, who taught a spider? A young spider knows how to spin a web without any instructions from anybody. Don’t you regard that as a miracle?”"

Y como en toda literatura infantil con un mínimo de calidad, debe de haber censuras veladas a la vida de los adultos. E.B. White nos deja alguna:

"Children almost always hang onto things tighter than their parents think they will."

"Did you ever hear of the Queensborough Bridge?” Wilbur shook his head. “Is it a web?” “Sort of,” replied Charlotte. “But do you know how long it took men to build it? Eight whole years. My goodness, I would have starved to death waiting that long. I can make a web in a single evening.” “What do people catch in the Queensborough Bridge— bugs?” asked Wilbur."

"“But Charlotte,” said Wilbur, “I’m not terrific.” “That doesn’t make a particle of difference,” replied Charlotte. “Not a particle. People believe almost anything they see in print."

La historia está contada de forma agradable y manteniendo el interés. White no es Lewis Carroll ni Barrie ni Baum, pero alguna de esas frases deliciosas que abundan en la literatura infantil sí nos deja:

"“I don’t think there is any such thing as less than nothing. Nothing is absolutely the limit of nothingness."

Esta me gusta mucho, Templeton advirtiendo a Wilbur de las cosas que preferiría no sufrir: "“Struggle if you must,” said he, “but kindly remember that I’m hiding down here in this crate and I don’t want to be stepped on, or kicked in the face, or pummeled, or crushed in any way, or squashed, or buffeted about, or bruised, or lacerated, or scarred, or biffed."

Aquí tenemos un amanecer bucólico, pero con su rasgo de modernidad americano: "“When the first light comes into the sky and the sparrows stir and the cows rattle their chains, when the rooster crows and the stars fade, when early cars whisper along the highway, you look up here and I’ll show you something."

La obra de E.B. White no parece haber dado mucho más de sí, aunque también escribió una obra quizá aún más conocida: Stuart Little, que recuerdo haber visto en película. No creo que la lea, pero ahí queda apuntada y está levemente recomendada.

domingo, 29 de octubre de 2023

Último autobus a Woodstock ("Last Bus to Woodstock"), de Colin Dexter

Tras haber comenzado a ver la serie Endeavour, tenía curiosidad por leer alguno de lo libros del inspector Morse, aunque solo fuer por enterarme completamente bien de alguno de los casos. Porque si hay algo que caracteriza a la serie es por la extrema complejidad de los casos, que muchas veces requieren conocimientos de erudito para su resolución. Y, claro, Endeavour Morse está especialmente preparado para este tipo de investigación, habida cuenta de su formación universitaria en el Oxford en que transcurren la mayoría de los casos.

Elegí para satisfacer mi curiosidad la primera de las novelas del personaje, atraído también por una crítica razonablemente buena. La primera sorpresa me la llevé al constatar que en dicha primera novela, Morse ya era inspector de la policía y además con ayudante a su cargo, el sargento Lewis. Así pues, la serie supone una precuela de las novelas, y no inspira sus guiones en éstas, sino que son obras independientes que comparten protagonista. En la misma dirección va el inspector Thursday, imagino, aunque no el policía Strange, que aparece en esta novela.

La segunda sorpresa tiene que ver con el desarrollo de la propia investigación. Aunque hay algunas cesiones a la erudición de Morse, el caso que se presenta es mucho más sencillo y de andar por casa que los que presenta la serie. Y eso nos lleva a la tercera y última sorpresa, y es la capacidad de deducción de Morse. Allí donde la serie nos presenta a un tipo poco menos que genial y muchas veces incomprendido, la novela nos muestra a alguien dando casi todo el rato palos de ciego y dejándose llevar por sus prejuicios sin atender a la evidencia que aparece, para desesperación del Lewis. Curiosa involución del personaje de la TV al personaje de la novela. Eso sí, en lo que no ha cambiado es que se va enamorando de todas las tías que aparecen en la narración.

En cuanto a la novela en sí, el estilo de Dexter no es fácil de seguir. Escribe bien, con un registro bastante alto y frases algo retorcidas, no exentas de referencias cultas ("An initial ‘G’ was clear enough, but the surname to which it was floridly appended would have remained an enigma to the great Champollion himself.", "he saw Morse scribbling as furiously as Coleridge must have scribbled when he woke up to find, full grown within his mind, the whole of Kubla Khan."), que pueden deslizarse con cierta facilidad a la pedantería ("Gone were the flights of angels that had guarded him in sleep and he sat on the edge of his bed fingering the rough stubble on his chin and wondering what this day would bring."). Como digo, no es un libro fácil de leer.

La narración va dando protagonismo a diversos de sus personajes, sin centrarse exclusivamente en Morse. Muchos capítulos comienzan con escenas de estos otros, lo que me parece atípico en una novela policíaca. Por otro lado, tampoco está clara la razón de esos zooms, rompen la narración sin ser obvia su relación con la investigación.

Lo que más me gusta de la novela policiaca de Dexter es cómo aparecen consecuencias del asesinato principal, en respuesta a como los distintos personajen han reaccionado al mismo, y como dichas consecuencias pueden hacer mucho más difícil la investigación, arrojando pistas falsas a los policías. Estos, al final, tienen que encontrar la lógica de todos los sucesos para tratar de resolver al misterio, aunque sus orígenese sean diversos. Es especialmente original en esta novela por la sucesión de cosas que le ocurren la víctima.

También es interesante la relación entre Morse y Lewis, caracterizada por sequedad, profesionalidad, respeto y sorpresa mutua. Como muestra, esto le suelta el señor inspector a su acólito ante una de sus sugerencias: "‘We could find out where Ryan’s Daughter was on in the first week of January,’ suggested Lewis. ‘Yes, we could. And how much the diary cost and who gave it to her and where she buys her biros from. Sergeant! We’re running a murder enquiry not a stationery shop!’"

Cierro con una frase que dejé señalada por su sonoridad, y que debe de recoger algún pensamiento de Morse: "with names that ring with silken ecstasies: Skin and Skirt and Lush and Lust and Flesh and Frills."

Bueno, cumplido el expediente, será difícil que vuelva a leer algo de Dexter. No está mal, pero tampoco es una cosa tan maravillosa como para que me ponga a leer a estas alturas de mi vida novelas de detectives. Que me espera Victor Hugo a la vuelta de la esquina (y quien no sea pedante que tire la primera piedra).







jueves, 26 de octubre de 2023

Cuentos (1894-1903), de Anton P. Chekhov

En alguna lectura reciente aparecía referenciado un cuento de Chekhov, "El monje negro". Como suele ser el caso, la referencia motivaba a su lectura. Esto, junto al hecho de que aún no había leído nada de tan insigne autor, hasta el punto de ser la gran referencia rusa que me falta por leer (ya he leído a Gogol, a Dostoiesky y, por supuesto, al grandísimo Tolstoi; a Pushkin prefiero no leerlo porque evito la poesía traducida), me hizo decidirme a leerlo de una vez.

El problema es que Chekhov es un autor de cuentos, en muchos casos aparecidos en revistas, no en libros. Y como tampoco quería limitarme a leer el cuento de referencia, tuve que indagar algo más en qué leer del autor. Al final encontré una colección de obras completas ordenada cronológicamente y estructurada en cuatro tomo. Y como tampoco me quería hacer un experto en el autor, opté por leer aquel tomo que contuviera el cuento que buscaba, y acabé leyendo este que comentó, que abarca el último periodo y más largo de su producción, si bien hay que decidir que su productividad por año disminuyó considerablemente en esta época.

Explico todo esto porque necesariamente puede haber sesgado mi percepción de la obra de Chekhov, pues solo he leído esta última. Y lo que he leído no me ha entusiasmado demasiado, la verdad, me he aburrido bastante leyendo cuento tras cuento de este señor. Quizá también el problema es de pegarse un atracón de cuentos, no digo que no, pero yo sí que no tengo paciencia para tener un libro años abierto para leer sus cuentos espaciadamente. Lo que sí hice fue partir la lectura en dos partes, para combatir ese hastío, con no demasiado éxito.

Los cuestos de Chekhov son costumbristas. Su gran valor e interés reside en las descripciones que hace de la vida cotidiana de la gente, en esa Rusia de principios del XX en que se acaba de abolir la servidumbre. Contra este fondo, describe vivencias y pensamientos de los protagonistas de cada cuento, pero rara vez nos cuenta algo asombroso o tiene el cuento un giro narrativo. Es como si se asoma a la vida de sus personajes y nos cuenta un rato de ellas, no especialmente relevante ni siquiera muchas veces para el protagonista.

Sus cuentos tampoco introducen ningún elemento sobrenatural, algo en lo que yo me había engañado con respecto al "Monje negro". Éste no es un fantasma, sino más bien la expresión de la locura del protagonista, que de hecho se da cuenta de su enfermedad durante la narración.

La vida que nos cuenta Chekhov en estos cuentos es sobre todo la rural, con escasos escarceos en la urbana, sea de destinos vacacionales (Yalta) o de grandes ciudades (sobre todo Moscu). Y hay un tema constante, que podría calificar como la desmitificación del "buen salvaje" de Rousseau. En efecto, los campesinos que salen en estos cuentos no son especialmente buenas personas, son tan miserables como sus contrapartes urbanas, y los malos tratarán de engañarte como si te encuentras a un malo en la gran ciudad. En suma, Chekhov no idealiza a sus personajes solo por vivir en entorno rural: nos viene a decir que son personas normales y que en todos los sitios cuecen habas. Lo traigo aquí porque me ha parecido un tema bastante repetido en estos cuentos, lo que me llama la atención.

La lectura se me aligeró bastante al final del tomo, donde se recopilan textos de Chekhov sin clasificar, inéditos o sin terminar. No sé si corresponden solo a las fechas del tomo, o recogen todos los textos de la vida de Chekhov. Pero sí me sorprendió que tras montones de páginas sin poder aflorar una sonrisa, de respente en estos textos se ve una vertiente humorística de Chekhov sorprendente. ¿Quizá no elegí bien el periodo para leer sus cuentos y en obras anteriores hay más alegría? Nunca lo sabré, porque no creo que repita con Chekhov.

En todo caso, sí dejo aquí unos fragmentos de estos más humorísticos, por si leyéndolos más adelante me motivo en su redescubrimiento:

Sobre paseos en Moscú: "Los carruajes, excelentes. También las sillas, los caballos estupendos, pero los paseantes… Los paseantes son horriblemente malos, ni uno solo es decente…"

Conclusión divertida: "—Ya lo ves, querido… Aunque mi papá era guardia y dio con muchos ladrones y estafadores, no consiguió encontrarme a mí un novio… La conclusión a la que llego es que hay muchos más ladrones que novios…"

Viaje contra el recién democratizado cuerpo ruso de funcionariosa:"La barriga. No es un órgano innato, sino adquirido. Comienza a crecer a partir del rango de consejero provincial. El consejero civil sin barriga no es un auténtico consejero civil. (¡¿ Un retruécano?! ¡Ja, ja!). En los rangos inferiores al de consejero provincial se denomina panza; entre los comerciantes, mondongo; y entre las tenderas, tripa."

Reflexión relevante, y ojo que se podría parafrasear con leyes "económicas" y regulador donde pone "abogado": "La solidez y la constancia de las leyes de la naturaleza radica en que ningún abogado está capacitado para darles la vuelta."

Origen del beso: "El beso lo inventó en la antigüedad remota una mujer picara y lista que le daba un beso a su marido cuando llegaba tarde por la noche para averiguar si había bebido."

Sabiduría de marido experimentado: "—Olga, cuando no estés de buen humor, avísame para que pueda quedarme a dormir en el gabinete."

martes, 24 de octubre de 2023

El rey se divierte ("Le roi s'amuse"), de Victor Hugo

Victor Hugo es mi novelista francés preferido, lógicamente por Les Misérables, aunque también me parece una pasa Notre Dame du Paris. Sin embargo, según parece, en Francia la fama principal le viene de sus obras de teatro. Lo cierto es de Hugo he leído poco más que las dos novelas antes citadas (me vienen a la memoria "Le dernier jour d'un condamné" y también 1813), digo, poco, para ser mi autor francés preferido. Así que nada mejor que retomar su lectura con una obra de teatro, esta. Dejo para más adelante otra de sus novelas, "L'homme qui rit".

Dicho esto, no creo haber tenido suerte con la elección. Se trata de una tragedia en cinco actos, en verso. El protagonista es un bufón, Triboulet, al que odia toda la corte. Por su parte, el rey "se divierte", sobre todo, tonteando con las damas, y en particular lo hará con Blanche, la hijo y niña de los ojos de Triboulet. A partir de aquí, el intento de venganza del bufón solo puede terminar mal, y en esta tragedia lo hace de forma absurda, que no revelaré.

Lo más destacado de la obra es el monólogo que se marca Triboulet en el segundo acto, del que podemos extraer algunos pasajes brillantes (Hugo es un gran escritor incluso con tramas absurdas).

"Nous sommes tous les deux à la même hauteur. 

Une langue acérée, une lame pointue. 

Je suis l’homme qui rit, il est l’homme qui tue."

"Des fêtes qui pour vous ne sont qu’une ironie,

Démolir le bonheur des heureux, par ennui, 

N’avoir d’ambition qu’aux ruines d’autrui,"

El tema subyacente es el honor, como en tantas tragedias francesas: 

"Croyez- vous qu’un chrétien, un comte, un gentilhomme,

Soit moins décapité, répondez, monseigneur, 

Quand, au lieu de la tête, il lui manque l’honneur"


Hay un par de personajes que recuerdan a los Thenardier, el asesino a sueldo y su hermana. No deja de ser irónica la respuesta del primero ante la propuesta de la hermana de matar al bufón cuando le ha contratado, para quedarse con su dinero:
"Hein ! pour qui me prends- tu, ma sœur ? suis- je un bandit ? 
Suis- je un voleur ? 
Tuer un client qui me paie"

Y respecto a la obra, me quedo también con este verso ya del acto final, por su maravillosa enumeración de personajes
"Ô terre, quel volcan vient d’ouvrir son cratère ? 
Qui donc émeut ainsi le chrétien, l’ottoman, 
Clément Sept, Doria, Charles- Quint, Soliman ? 
Quel César, quel Jésus, quel guerrier, quel apôtre, 
Jette les nations ainsi l’une sur l’autre

Y digo que termino con la obra, porque el volumen que he leído viene acompañado por un discurso del escritor, que tuvo que comparecer en juicio para defender su derecho a que se representara la obra, que habría sido censurada por algún ministro de Napoleón III por una frase (sin especificar) del tercer acto.

Aquí Hugo hace una defensa cerrada de la libertad, aunque le llame derechos: "Je plaide ici pour quelque chose de plus haut que mon intérêt propre ; je plaide pour mes droits les plus généraux, pour mon droit de penser et pour mon droit de posséder, c’est- à- dire pour le droit de tous.".
 
Y constata los males de los Estados, en un momento en que está empezando a crecer a consta de las libertades de los franceses, lo que pasa es que él lo dice con más brillantez que los que denunciamos ahora lo mismo:

"Le moment de transition politique où nous sommes est curieux. C’est un de ces instants de fatigue générale où tous les actes despotiques sont possibles dans la société même la plus infiltrée d’idées d’émancipation et de liberté." (recuerdo, habla Hugo a finales del XIX, no es una frase sobre la situación actual)

"il s’embusque, pour nous dérober nos droits, dans cette forêt de Bondy des décrets impériaux, à travers lesquels la liberté ne passe jamais sans être dévalisée." (o sea, lo que ha hecho Sánchez estos años y pretende seguir haciendo).

En suma, que mereció la pena la lectura, aunque no por la obra de teatro, sino por el acompañamiento.





domingo, 8 de octubre de 2023

Pero, ¿esto es arte? ("But is it art?"), de Cynthia Freeland

No he tardado demasiado en hacerme con y leer este libro cuya referencia aparecía How to visit an art Museum. Se trata de un ensayo sencillo y divulgativo que revisa las principales teorias sobre el arte. En el camino, te da alguna pista sobre cómo interpretar alguna obra de arte, pero no es este su propósito.

El libro, como suele ser el caso con los divulgadores de habla inglesa, está muy bien escrito y es ameno. Para mi se queda un poco en la superficie (en mi haber tengo ya un ensayo sobre arte del mismísimo Roger Scruton, Beauty), pero, aparte de eso, no se puede reprochar nada a esta lectura. Bueno, sí, una cosa, que dedique un capítulo de 7 al feminismo en el arte, quizá con la intención de ir reposicionando a las mujeres artistas.

El libro empieza de forma muy prometedora, cuando la autora define que lo que se espera de una teoría del arte: "A theory is more than a definition; it is a framework that supplies an orderly explanation of observed phenomena. A theory should help things make sense rather than create obscurity through jargon and weighty words." Para a continuación reflejar las especiales dificultades que confronta una teoría del arte: "The practices and roles of artists are amazingly multiple and elusive. Ancient and modern tribal peoples would not distinguish art from artefact or ritual.

Para mí una teoría del arte debe de explicar por qué hay arte. Freeland está en lo cierto cuando no se le puede pedir a una teoría social, como es la del arte, una capacidad predictiva: "there do not seem to be any ‘laws’ of art that will predict artists’ behaviours, or that explain the ‘evolution’ of art history by detailing what ‘succeeds’ in making a work beautiful or significant." Esto suena mucho a la teoría económica del emprendimiento, y seguro que se podría construir una interesante teoría del arte con base en la praxeología, pero este campo no es tocado ni de lejos por Freeland.

Lo que nos ofrece es una historia de las distintas teorías que se han propuesto para el arte, describiendo y criticando cada una de ellas. Como es lógico, la mayor parte son teorías filosóficas con escasa base científica, aunque no por ello menos interesantes. Lo único que a mí me pasa es que, cuando nos metemos en la ciénaga de la filosofía, aparecen como teorías cosas que son más bien reflexiones o pensamientos al hilo, no algo estructurado.

Por ejemplo, ¿son teorías del arte las que proponen los pensadores que recoge en el último capítulo, dedicado a los nuevos medios? A mí no me lo parecen. Es más, me extraña que una teoría del arte pueda depender del medio o la tecnología utilizada.

La teoría del rito, con la que empieza el ensayo, según la cual el origen del arte está en los ritos ancestrales, es correctamente desmontada cuando tenemos en cuenta la falta de contexto común entre artista y espectador que hay desde hace siglos. Las teorías del gusto y la belleza (Hume, Kant) son más bien de eso, y no explican el fenómeno del arte. En todo caso, explicarían porque hay un arte que nos gusta y otro que no.

A mí me parecen más próximas a la realidad las teorías cognitivas (el artista quiere transmitir un mensaje) y expresivas (el artista transmite sentimientos o ideas), que desembocan en las teorías neurológicas por las que ya vamos abandonando el campo de la filosofía en favor del científico, por limitado que este aparezca.

Pero, en el fondo, la que me convence es la de Scruton (no recogida en este libro), muy próxima a la praxeológica, según la cual el origen del arte está en los grados de libertad que tiene el individuo para resolver sus necesidades. O sea, para sentarnos, se pueden diseñar infinidad de sillas. En algún nomento, algún carpintero/a se daría cuenta de que hay un valor diferencial estético, y que la gente prefiera algo que le parezca bonito, a algo normal.

Lo que es difícil a priori, para el artista, es acertar con lo que le parecerá bonito a terceros. Esta gran dificultad hace que a los artistas que triunfan se les considere genios, y da lugar a las teorías de Hume y Kant, y a tantas otras. Desde aquí es fácil ver que surgiría una competición por las cosas consideradas "bonitas", y la vinculación reputacional con poseerlas. En esta carrera por impresionar, el artista se sujeta a un proceso emprendedor de prueba y error, del que solo sobreviven unas pocas corrientes artísticas, olvidándose todas las demás. En esos esfuerzos, pueden aparecer obras muy provocativas (el valor del shock, como dice Freeland) o incomprensibles en un momento dado. 

Con este marco teórico (insisto, que no derivo del libro) es fácil encajar las influencias culturales cruzadas a las que Freeland dedica el tercer capítulo o todo el tema de mercados y museos del capítulo 4, que encaja naturalmente con una teoría praxeológica. Claro, lo que se echa de menos en este es la distorsión  que pueden estar generando los Estados, tanto en la gestión de los museos como en la definición de las nuevas corrientes de arte gracias al inmenso caudal de dinero público que pueden dedicar, por ejemplo, a las esculturas que decorarán una ciudad o una rotonda. Algunas reflexiones al respecto aparecían en Obra Maestra. El sesgo adquirido en los últimos años por el Museo Reina Sofía sería un claro ejemplo.

El capítulo dedicado al feminismo en el arte, aunque me parezca desproporcionado con respecto a los contenidos de este ensayo, no por eso deja de tener reflexiones muy interesantes. En primer lugar, es obvio que históricamente haya habido pocas mujeres artistas han sido los contextos sociales que las confinaban a determinados espacios, dejando el campo de juego libre de competencia para los hombres: ha pasado en las artes y en mil cosas más, y nunca sabremos lo que nos hemos perdido porque esto haya sido así. Ya no pasará, al menos no en los países occidentales.

Pero, sea por lo que fuere, el hecho histórico irrebatible es el dominio de artista masculinos. Para mí, es absurdo forzar la inclusión de mujeres en los elencos artísticos históricos solo por buscar una paridad que no existió y ya no podrá existir. Claro, aquí es donde es relevante la discusión sobre el canon, tan discutible como puede ser este canon, que proponte Freeland: "We could say that the social conditions have changed enormously to facilitate more female participation in the arts and greater recognition of women artists’ merits. But some people might suspect instead we have watered down or altered old notions of greatness and genius." No creo que esta afirmación se puede sostener en la actualidad, pero sí si nos empeñamos en buscar artistas femeninas en la historia a cualquier precio. Y ello con independencia de que sí convenga un esfuerzo por rescatar a las que tengan méritos (lo que habría que hacer mediante procesos de mercado, no mediatizados por los Estados).

En cualquier caso, me vuelve a parecer acertada la conclusión de Freeland:"gender can matter in art history (along with sexual preference) if it reflects a deep personal concern that the artist wants to express in a work. When an artist has any thought or feeling that shows up in a work, it is usually important to know about that to understand the work better.", pero que "In order to interpret artworks, we must look beyond gender and sexual preference to the broader context that gives any art its meaning."

Por último, un poco sobre interpretación de una obra de arte. Creo que lo resume bien al principio, cuando recoge el análisis de una crítico de arte de la obra "Piss Christ": "she examines (1) his work’s formal and material properties; (2) its content (the thought or meaning it expresses); and (3) its context, or place in the Western art tradition." También en el capítulo 6 hay un interesante ejercicio de interpretación del Tryptich-1973, de Francis Bacon. Y una referencia a la interpretación que hace Foucault de Las Meninas. Y, ya que estamos, parece interesante la referencia de Freeland a la colección "World of Art" para quien quiera profundizar en determinados estilos o artistas.

viernes, 6 de octubre de 2023

Central Banking 101, de Joseph Wang

Muy interesante libro que describe los mecanimos que usa la FED americana para "controlar" los mercados financieros. Es un libro eminentemente técnico ya que el autor evita en general valoraciones políticas, pero eso no lo hace difícil de leer. Y, por otro lado, se agradece la candidez del autor que no se mete en vericuetos de teoría económica: simplemente describe los mecanismos, sin justificar su bondad o maldad, con lo que todo el análisis económico se puede hacer con un cierto grado de certidumbre sobre que no te está contando milongas. Eso sí, las pocas veces que asoma la patita teórica, nos encontramos keynesianismo en vena, nada sorprendente visto el perfil del autor. No lo había dicho aún, pero se trata un ex-empleado del Open Markets Desk de la FED, o sea que aporta experiencia directa.

El libro se estructura en tres partes. La primera la dedica a explicarnos el dinero y los tipos de dinero (siempre con perspectiva EEUU) y los agentes involucrados en su creación, incluyendo los mercados off-shore (o sea, los de fuera de EEUU). En el segundo nos explica el funcionamiento de los mercados financieros, ya incluyendo los mecanismos que se ha dotado la FED para intervenir en cada uno de ellos: el tipo de interés, los mercados de dinero y los mercados de capital (Bolsas y mercados de deuda). La tercera parte nos habla de política monetaria, pero muy poco realmente, y luego dedica un último capítulo a explicar cómo interpretar la información que da la FED ("How to FED Watch").

Como digo, el libro está escrito de una forma clara y sencilla, y aunque el público objetivo es razonablemente limitado, creo que cualquiera que lo leyera aprendería cosas, que a algunos le resultarían hasta sorprendentes. Yo no me consider público objetivo de este libro y, sin embargo, no me arrepiento en absoluto de haberlo leído. Constituye una base magnífica para hacer un análisis económico de aplicación de la teoría de la intervención de Mises, ya que explica cómo la FED tiene que ir extendiendo sus tentáculos por todos los ámbitos financieros para conseguir sus objetivos. 

La conclusión rápida es que va a ser difícil que se vuelvan a producir crisis financieras como las de 2008 o 2020, puesto que la FED se ha dotado de mecanismos para inyectar dólares a porrillo allá dónde vea problemas; pero, claro, todo ello es a costa de debilitar la moneda. Eso quiere decir que le queda recorrido calmando mercados, pues el dólar es considerado como fuerte, gran parte del comercio internacional lo utilizar y el sistema financiero internacional se basa en él. Pero, cuando caiga, que caerá, las consecuencias serán bastante más catastróficas para la economía mundial. 

Vamos por partes. En el primer capitulo, aprendemos porque los depósitos, las reservas federales y las Treasuries (deuda del Estado) actúan igualmente que el dinero Fiat. Muy interesante el proceso contable con el que se transfieren dólares los bancos entre sí. Importante notar que la creación de dinero por parte de los bancos comerciales (vía depósitos para los clientes a los que prestan dinero) se controla ex-post, con toda la miriada de regulaciones que tienen que cumplir para asegurar la solvencia, 

A continuaciòn nos presenta los agentes creadores de dinero: los bancos comerciales (mediante depósitos), el Treasury Department (mediante deuda pública a los distintos plazos; el límite lo pone el Congreso, pero la estructura temporar se fija administrativamente) y la FED (mediante reservas federales). La FED fija el tipo de interés overnight, en la práctica hasta 3 meses, y trata de controlar la curva de tipos a más largo plazo mediante compras masivas en el mercado, lo que se llama quiantitative easing.

La descripción que se hace de "shadow bankings" incluye otros agentes financieros, que no pueden crear depósitos (como los bancos comerciales) sin estar sujetos a restricciones regulatorias. Wang nos habla de los "primary dealers", de los MMFs, de los ETFs y de securización. Todo muy interesante, pero ya mostrando el patrón antes identificado. Muchos de ellos parecen trabajar con activos de muy bajo riesgo, pero todos se han pegado la castaña en algún momento y han sido rescatados temporalmente o permanentemente por algún mecanismo creado por la FED (como la PDCF, Primary Dealer Liquidity Facility o el Temporary Guarantee Program for Money Market Funds). A eso hay que unir la existencia de entidades gubernamentales que ponen garantías sobre determinados tipos de activos para que se observen como libres de riesgo, En todos los casos siempre está la capacidad aparentemente infinita de crear dinero de la FED.

El último capítulo de la primera parte se dedica a los Eurodólares (dólares off-shore, no necesariamente en Europa). La primera conclusión es que el dólar en la base del comercio internacional, lo que confiere un poder excepcional a la FED ("In recent years, the U.S. government has shown greater willingness to use its control over dollar payments to further its policies. This is arguably the most powerful nonlethal weapon it possesses as exclusion from the global dollar system would send most into the Stone Age."). Eso coloca a la FED como verdadero banco mundial. No es de extrañar, por tanto, que mecanismos como los explicados más arriba para operaciones locales también se hayan puesto en marcha a nivel global: Wang nos cuenta de cómo actuó como prestamista de última instancia también para bancos extranjeros a través de las FX-swap lines. O sea, que la FED no solo expande para que no colapse EEUU, sino también el sistema financiero mundial. Qué bien.

Cuando se llega a la segunda parte, la de los mercados, la verdad es que ya está todo el pescado vendido. Sigue siendo instructiva de leer, aunque más complicada, pero ya no aguardan sorpresas al lector. Se nos describe cómo la FED controla el tipo de interés a corto plazo, ahora que su actuación se ha cargado el mercado del reservas federales, en que lo hace fijando directamente el tipo. 

"In recent years, the Fed has become an active borrower and lender in the repo market through its Repo and Reverse Repo Facilities. The two facilities are used by the Fed to control repo rates. The Fed’s Reverse Repo Facility offers money market funds a place to park their money at a set interest rate. This helps the Fed maintain a floor for repo rates because it provides money funds with strong  bargaining power against dealers. The Fed’s Repo Facility has a similar purpose: it acts to prevent repo rates from rising too much." Obsérvese el sobrio estilo de Wang, al que esto que hace la FED le parece lo más normal del mundo.

Y es muy interesante constatar cómo la regulación va haciendo que los agentes financieros se muevan de unos mercados a otros en busca de dinero, o cómo el departamento del Tesoro redefine la estructuras de sus emisiones en función de los tipos que consigue la FED con sus políticas, lo que a algún observador despistado le podría parecer prevaricación. 

No tiene desperdicio el siguiente análisis: "When longer-term interest rates are lower than short-term interest, then the market is expecting the Fed to lower short-term rates soon. That imminent rate cut is already being reflected in the pricing of longer dated Treasuries. The market thinks the Fed will cut rates soon because it perceives economic weakness that will prompt the Fed to take action." Claro, a mí me surgen dudas sobre la parte que subrayo, porque lo que creo es que realmente es una apuesta especulativa sobre lo que hará la FED, que es independiente de nada de lo que observen en el mercado.

También recojo para el debate la afirmación de Wang de que el value investing está muerto como consecuencia de las estrategias pasivas de inversión: "Value investing no longer works. Value investing relies on the idea that “cheap” companies tend to appreciate over time and outperform the market. (...) Cheap companies, which tend to be smaller companies, are largely absent from the major stock indices that receive passive investor flows. These value companies thus continue to underperform. The active investors that look for value cannot compete with the constant torrent of retirement money that drives major stock indices higher."

El análisis se cierra con una afirmación resumen desprovista de toda pasión con el estilo característico de Wang, pero en la que debería haberse mojado un poquito sobre las consecuencias:

"The end result of these actions was stabilization of the financial system and the establishment of a precedent where the Fed would be the lender of last resort for commercial banks, shadow banks, and even foreign banks. During the 2020 COVID-19 panic, this precedent was even more firmly established as the Fed promptly rolled out virtually all the 2008 crisis-era 13(3) facilities. They even went one step further and took upon themselves the responsibility of being the lender of last resort to private businesses."

La tercera parte carece ya de demasiado interés, pues Wang se resiste a meterse en la ciénaga teórica. Lo único que nos explicará son los nuevos mecanismos creados por la FED, léase "quantitative easing" y "forward guidance". Tras ello, un aburrido último capítulo explicando cómo leer entre líneas los comunicados de la FED, que constituye claramente parte de esa técnica de "forward guidance" que nos explica en el anterior. Esto es, la manipulación de la FED llega al extremo de dar comunicados tan precisos que permitan a los arúspices anticipar sus movimientos (de la FED) y así actuar racionalmente hacia una especie de profecia autocumplida. 

Por desgracia, los mercados y los individuos no son tan predecibles, y todas estas técnicas de control están abocadas al mismo fracaso que los planes quinquenales de Stalin, por mucho que se disfracen con parafernalia técnica.

Como decía, lectura muy esclarecedora para el lector interesado en intríngulis monetarios. Si se lee con una perspectiva austriaca, que es como hay que leerlo, todo parecerá lógico (por la teoría del intervencionismo de Mises) y la vez tremendo. Pero el autor es mucho menos apasionado que todo eso. Su conclusión se queda en un lacónico: "Judging from a decade of experience, lower interest rates appear to boost financial assets, but not necessarily real economic growth". Viva la política monetaria!



 

domingo, 1 de octubre de 2023

Cómo visitar un museo de arte ("How to visit an art museum"), de Johan Idema

 Llevaba queriendo leer este libro desde que lo vi, cómo no, en la tienda de un museo. Sin embargo, no existe versión electrónica, por lo que me llevó mi tiempo hacerme con él. Eso sí, una vez en mis manos, apenas pude resistir un par de días sin asomarme a él y leerlo.

Y no era lo que esperaba, una pena. Viendo el formato del libro, recuerda mucho a las guias túrísticas visuales, y tiene mucha foto, por lo que me esperaba una especie de guia-burros para aprender a apreciar el arte dentro de los museos. Pero no es ni de lejos tan guia burros. Ni, de hecho, es una guia visual: tiene muchas fotos, pero son simbólicas y rara vez aparecen obras de arte en ellas, y de hecho no se comenta ninguna obra de arte en el libro. Uno diría que las fotos incluidas son, en sí mismas, fotos obras de arte y poco prácticas para la finalidad del libro.

La obra, por lo demás, se estructura en 32 breves capítulos, cada uno de ellos un consejo para nuestras visitas a un museo de arte. Los capítulos son independientes, se pueden leer en cualquier orden. Algunos de los consejos los he encontrado prácticos, otros ya los conocía o imaginaba, y algunos parecen dirigidos más a los museos que a sus visitantes (por ejemplo poner más asientos en las salas, incluir ambientación musical. dejar hacer fotos o mejorar las placas explicativas).

Hay mucho consejo de tipo social: hablar con los vigilantes, preguntar a los guías, visitar el museo con conocidos o parece a descansar en el café del museo para charlar sobre lo experimentado. Y es cierto que las piezas de un museo siempre se aprecian más con alguien al lado que te diga su impresión, incluidos niños (eso yo lo he vivido con mis hijos). 

Los consejos más interesantes a priori, para mí, hubieran sido los referentes a cómo apreciar un paisaje, un bodegón y un retrato. En cada caso, da tres pistas de cómo observar el tipo de cuadro, y son buenas las pistas. Pero es precisamente aquí donde se echan de menos esos ejemplos que yo esperaba ver en las fotos. Por ejemplo, respecto a paisajes: "If you look closely enough, you'll always discover something that gives away the fact that the artist is playing a game with your eyes". ¿Por qué no habrá rematado explicándolo para el caso de los cuadros que cita en el mismo párrafo?

Dos consejos prácticos con los que quedarse, estos sí aplicables desde el principio: no hay que pararse mucho tiempo para evitar las llamadas "museum legs", eso del ritmo cansino de los museos que tanto nos cansa. Yo ya he hecho la prueba, y funciona: conviene alterar de vez en cuando el ritmo y andar normalmente por las salas un rato antes de seguir. El otro consejo parece contradictorio: estar más tiempo mirando las obras para que empiecen a desvelarse nuevos detalles. También lo he hecho, y obviamente funciona, cuando las obras dan más de sí que un primer visionado.

Me gusta la crítica y despripción que hace de la técnica "white cube" que siguen la mayor parte de los museos, con la que se trata de concentrar toda la atención del visitante en las obras expuestas. Y no me gusta que la mayor parte de referencias a artistas tengan el snobismo propio de un consultor de arte, como se describe a sí mismo el autor, aunque hay que reconocer que también se mete con lo que él llama "artspeak", la obstrusa forma en que muchos museos describen sus obras para los visitantes.

En general, creo que sus consejos son útiles para gente que tiene muchas oportunidades de visitar un determinado museo (por ejemplo, lo de considerar la colección del museo como un menú más que como una checklist). Pero, ¿qué pasa con lo que creo es la mayoría de los casos, esto es, cuando uno visita un museo que posiblemente no vuelta a tener oportunidad de visitar, y además lo hace con limitaciones de tiempo porque su viaje no tiene días infinitos y hay que ver otros museos o atracciones en la ciudad antes de ir a la siguiente?

En resumen, sin estar mal, tampoco es tan iluminador como para que merezca la pena hacerse con este libro. Si uno tiene la oportunidad de echarle un vistazo, lo podrá leer en 30 minutos y algo en provecho sacará. Por cierto, entre otras cosas, la obra "But is it Art? An introduction to Art Theory", de Cynthia Freeland que no tardaré en leer.