Los Gobiernos están a la desesperada, porque se les está hundiendo el chiringuito. Todo el derroche y control de nuestra vida reside en la posibilidad de dar a la gente una sensación de seguridad (falsa) y de bienestar, pero para ello necesitan mucha pasta: la que se llevan ellos, y la que hay que repartir para tener contentos a los engañados.
Pues bien, de momento no se les ha ocurrido cómo proseguir la ilusión, aunque no desdeño la posibilidad de que lo consigan. Después de todo, hay gente muy lista y en muchos países dedicándose a pensar de qué forma nos pueden engañar otra temporada para seguir viviendo a nuestra costa. Y no hay que desestimar la capacidad de innovación, de emprendimiento del ser humano.
Una de las cosas que se han propuesto hacer es la nacionalización, total o parcial, del sistema financiero. Parece que la idea viene, ni más ni menos, que de UK. No parece el momento de extenderse sobre las ineficiencias que esto introducirá en la industria bancaria. Recordemos que lo normal en una economía de mercado es privatizar, porque está demostradísimo que la gestión pública es ineficiente.
Pero me quiero llevar el debate a su terreno. Si el sistema financiero es tan importante para la economía de un país, si es, como dicen, el "corazón que bombea la sangre por las venas del sistema", es evidente que sus ineficiencias se trasladarán a toda la economía. Solo por esto, no se sabe qué clase de solución para la crisis es esta de nacionalizar los bancos.
Pero más divertido aún: si de verdad es el corazón, y el Gobierno controla el corazón, entonces se ha acabado nuestra apariencia de libertad. Bienvenidos a la nueva dictadura, y la nueva modalidad de planificación central, puesto que el Gobierno, mediante su control de los bancos, podrá decidir a dónde dirigir los recursos del mercado en cada momento. Y esto es una planificación central en toda regla.
Por suerte, no es cierta esa similitud corazón-sistema bancario. Es otra de las mentiras que nos cuenta los banqueros para justificar la necesidad de las intervenciones que ellos mismos proponen. De hecho, los préstamos se pueden producir (y se producen) fuera del sistema bancario; es evidente que podrá ser más ineficiente que con un banco solvente, pero al mismo tiempo los avances tecnológicos, como Internet, pueden facilitar enormemente estas operaciones.
Si la nacionalización no va acompañada de algún tipo de barreras legales (asegurando el monopolio a los bancos estatales), los emprendedores se volverán a hacer cargo de estos negocios, y nos sacarán de la crisis. Pero mucho me temo que no será así: cómo podrían los emprendedores competir con un banco nacionalizado, con los fondos de los contribuyentes a su disposición?
Lo llevamos claro.
1 comentario:
Y tan claro. Si los banqueros listos no supieron parar antes de meternos el follón, y los reguladores-supervisores estatales tampoco, ¿van a ser ahora ambos dos nuestros "salvadores"?
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