De la gente que defiende la libertad como valor supremo en nuestra sociedad, hay muchos que lo hacen por principio, como idelogía. Para estas personas, por su educación, filosofia o historia, la libertad constituye el valor superior en su escala de valores, y a ella sacrifican otras necesidades. Es posible que para ellos la libertad sea un fin en sí mismo.
Sin embargo, no es mi caso. Lo confieso. Yo defiendo la libertad "a posteriori", no como ideología (aunque he recibido bastanes comentarios en este blog en referencia que analizo los asuntos como si así fuera), sino como conclusión lógica de la aplicación de la teoría económica (evidentemente, la de la escuela austriaca de economía, la otra no es de verdad).
Así, partiendo de que el hombre actúa para conseguir sus propositos, axioma indiscutible, la escuela económica austriaca llega por razonamiento lógico a demostrar que la libertad es la mejor forma para que los individuos satisfagan sus necesidades. Esto es, para que sean felices. Para mí, el objetivo de la libertad es instrumental para conseguir la felicidad.
Si la forma optima de conseguir la felicidad fuera otra, si la teoría económica demostrara que hay otro sistema mejor que el del libre mercado, ahora estaría escribiendo (si estuviera permitido) tratando de aportar los argumentos lógicos para que la gente lo entendiera. Y yo mismo sacrificaría mi libertad en favor de esa felicidad.
Pero lo cierto es que la teoría económica demuestra que es la libertad el verdedero camino para que la máxima cantidad de individuos puedan satisfacer sus necesidades / ser felices. Lo que no implica que la libertad implique la felicidad, solo lo que acabo de decir: es el sistema en que con más probabilidad podemos conseguirla.
Al mismo tiempo, la ausencia de libertad no implica que no se puedan satisfacer las necesidades/ ser feliz. Que se lo digan a la mayor parte de los políticos de nuestro país, que han sacrificado su libertad a cambio de tener el riñón bien cubierto: los socialistas de todos los partidos de nuestro país saben que el precio a pagar por discrepar de su líder es la pérdida de privilegios y de la buena vida que ahora viven.
En un sistema de libertad, todos los listos que ahora viven de los demás, y me refiero sobre todo a políticos y a empresarios del real decreto, serían evidentemente más libres, pero bastante menos felices, ya que no dispondrían de los recursos que ahora tienen (en principio: a lo mejor se volvían empresarios de éxito en el nuevo entorno).
El resto de los mortales aumentaríamos nuestra capacidad de satisfacer las necesidades, y seríamos más felices, en general. Incluso gente que, aparentemente, se verían perjudicados (léase funcionarios, o pequeños privilegiados, como taxistas - por la licencia), no lo serían en neto, puesto que los beneficios que obtendrían del libre mercado superarían posiblemente las pérdidas de sus privilegios.
Así que concluyan conmigo que la mejor forma de ser felices es con el libre mercado: no lo hagan por ideal, sino por teoría.
5 comentarios:
Puede que tengas razón (tengo mis dudas). Pero sea como sea, políticamente hay que defender la libertad como un valor absoluto, porque es la única manera en que el estatismo no le dé la vuelta en su beneficio.
Fernando:
Para mí el quid de la cuestión no es que la libertad permita la felicidad del mayor número de personas, sino que dé a todas y cada una de las personas la oportunidad de ser feliz.
El problema con defender la libertad como medio y no como fin en sí mismo es que puesto que ésta es supeditable al "interés común" o del mayor número posible de personas, el Estado, como comenta CLD, le puede dar la vuelta con facilidad.
A modo de ejemplo, la dictadura española del 39-75 se justifica muchas veces diciendo que la "mayoría" estaba mejor (=era más feliz) que con la libertad anterior (atentados, revueltas, etc.). También el servicio militar (o antiguamente laesclavitud), se justificaba por el bien nacional. Como dijo Stalin: "Libertad, ¿para qué?"
Yo desde luego no estoy dispuesto a sacrificar mi libertad por la felicidad de nadie y creo que exigirle a alguien que se sacrifique por el "bien común" sólo puede llevar a la opresión de la mayoría por unos pocos "iluminados/elegidos".
Por cierto, pensar que son socialistas los políticos de un país en el que los trabajadores pueden llegar a pagar más de la mitad de su sueldo en impuestos, mientras que los pequeños y medianos especuladores pagan menos de la quinta parte y las grandes fortunas apenas el 1% es, en mi opinión, seguirles el rollo a esos mismos políticos. España no es un Estado Socialista (o social y de derecho), es un pueblo regido por el caciquismo.
Un abrazo libre porque sí,
Jorge
Fernando, por muy racional, lógica, analítica o teórica que sea capaz de funcionar nuestra corteza cerebral, su interior opera de otra forma.
En muchas ocasiones es la parte subconsciente la que determina nuestras acciones para satisfacer deseos o lograr sensaciones. Si no somos libres no podemos llegar a sentir felicidad al alcanzarlos.
Esto es lo que lo dice la neurología, que es independiente de las relaciones económicas que establecemos con los demás individuos de nuestra especie.
Deduzco que ser libre es consustancial a ser humano. Las relaciones sociales vienen después.
Gracias por los comentarios.
CLD, de acuerdo. Yo lo que digo es para mí la búsqueda de la libertad no es una ideología, sino la consecuencia lógica a que me lleva la teoría económica.
Jorge, también de acuerdo (ya es raro). Ahora que creo que te contradices con otros comentarios que has puesto en este mismo blog, en que sí defiendes la existencia de intereses generales.
Josempelaez, también de acuerdo (triple!!!!). El hombre nace libre, y esa libertad queda constreñida por las relaciones sociales, que son fundamentales para la satisfacción de un número creciente de necesidades.
El único problema para la libertad es la existencia de la violencia, no digamos cuando está en régimen de monopolio por alguna entidad.
Fer:
Jajaja, sí, ya es raro, aunque yo en realidad creo que estamos más de acuerdo muchas veces de lo que parece y que el choque es más dialéctico que otra cosa.
A lo mejor me contradigo, no te sabría decir si no me especificas más. Más probable me parece que diga cosas complementarias que contradictorias, pero bueno. Creo que yo como individuo debo defender mi libertad y el estado el bien común, el problema es encontrar el "punto dulce" en un continuum entre la anarquía y el despotismo ilustrado.
Un abrazo,
Jorge
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