A quien todavía tenga dudas sobre la existencia de alguna relación entre IPC e inflación, se le deberían despejar tras conocer que este noviembre el IPC ha tenido la mayor bajada en 21 años. Qué casualidad que tamaño record ocurra en el mes en que se decide la corrección de las pensiones en nuestro país, mediante una especie de paga extra. Cada punto que el IPC se recorta en noviembre supone un ingente ahorro para el Gobierno, que, vaya por Dios, es justo el encargado de calcular y proporcionarnos el indicador.
Las críticas técnicas sobre el IPC son numerosas, y en este blog se han dedicado numerosas entradas a ellas. Todas las filigranas técnicas que se realizan para calcular la subida de los precios están en manos de los funcionarios del INE y, por ende, del Gobierno. Es, por tanto este el que define cómo se calcula, el que decide en esencia si nos suben o no los precios, con independencia de la realidad que percibamos.
Pensemos que se trata de dar un indicador de lo que suben/bajan los precios. Pero, ¿cómo se puede hacer esto? Es evidente que no se puede hacer un seguimiento de absolutamente todos los bienes y servicios, por lo que de entrada alguien tiene que decidir qué compramos los españoles y en qué cantidades. Así que solo aquí podrán oficialmente subir o bajar los precios.
Luego habrá que ver cuánto valen en cada momento los bienes seleccionados. ¿Cómo se ve eso? ¿Se va uno a todas las tiendas de España que los vendan, y se anotan sus precios y las cantidades vendidas? Así que ya tenemos otro filtro: no solo el IPC no mide las subidas de todo lo que compramos, si no que además solo las mide si compramos donde decide el Gobierno, que vaya usted a saber cómo lo decide. A lo mejor se dedican a buscar la tienda más barata del barrio, no sé.
Pero seguimos, que aún hay más cosas. Porque claro, si estamos viendo el precio de la Coca Cola, la cosa puede no tener mucha dificultad. Vemos lo que varía el precio de la lata de 33 cl, y no es difícil. Pero, ¿qué pasa si lo que se trata de medir es el precio de algún pescado? ¿o de las verduras? Ay, amigo, aquí hay que tener en cuenta la calidad, y este parámetro varía mucho de un género a otro. ¿Con cuál se queda el gobierno?
Y son numerosísimos los productos con gran cantidad de variables comerciales. ¿Sube o baja de precio un coche cuando su precio sube un 5%, pero pasa a incorporar de serie ABS o GPS? No digamos ya cosas como las televisiones, o los teléfonos móviles.
En fin, que el IPC es una chorrada tremenda, con montones de variables que puede tocar el Gobierno a su gusto y convencernos de que es lo más adecuado, hasta que salga un número que le venga bien.
Estos ejercicios escénicos pueden ser de relativo interes en el ámbito académico. El problema es que a partir de los mismos se toman decisiones que tienen efectos serios sobre la vida de las personas.
3 comentarios:
Fernando:
Pues sí, la verdad es que el IPC (Idiotas Pasad por Caja) con todos sus ajustes y sus revisiones de cálculo cada pocos años es un auténtico cachondeo (aunque no creo que haya bajado en noviembre porque se ajustasen las pensiones).
En http://www.shadowstats.com/ se puede ver un análisis en detalle no sólo del IPC, sino del PIB, el paro, etc.
Un abrazo,
Jorge
Buenas,
Pasaba por aquí y, la verdad, encantado de leer tu artículo. Todos sabemos que el IPC no sirve pará representar lo que quieren que represente. No quiero decir que esté manipulado, eso es más complicado de demostrar y defender, sino que incluye algunos productos que no son para nada representativos de lo que se denomina "cesta de la compra".
Te animo que eches un vistazo a esta página:
http://www.ipcreal.com/
En ella se hace un cálculo alternativo y mucho más significativo del IPC. En definitiva, se utiliza un IPC adecuado.
Saludos
Miguel, gracias por tu comentario. Ya conocía la página que comentas.
Aún así, permíteme mantener mi escepticismo sobre la capacidad de medir la subida de precios. El de esa página puede ser más adecuado para unos determinados compradores que el del Gobierno, pero no dejará de ser una medida muy deficiente del suceso.
Lo malo no es que se trate de medir; lo malo es que esas medidas se utilizan para decisiones del gobierno.
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