Movistar está tratándo de abrirse paso en el competitivo mundo de las series. Y de momento no lo va haciendo mal. Aunque aún no ha conseguido un gran hit, sus series tienen una calidad razonable y es cuestión de tiempo que acierte con más plenitud. Otra cosa es discutir sobre si tiene sentido que Telefínica se dedique a estas cosas, pero de eso no toca hablar aquí.
Gigantes sigue el formato habitual de las últimas series de Movistar, que también es el que está siguendo la BBC con sus series de más éxito. Se trata de una temporada de seis capítulos de unos 50 minutos de duración. Así te garantizas que, aunque la serie no sea muy buena, la gente la termine. Total, son solo 6 capítulos. Ya habrá tiempo de hacer temporadas largas si la cosa interesa.
La historia que se nos cuenta tiene un tinte de "Peaky Blinders", en modo cañí. Se trata de una familia de mafiosos enfrentada a otra de gitanos. La acción transcurre entre Madrid y Cádiz, y sin duda uno de sus alicientes es reconocer las calles del Rastro por las que se mueven los protagonistas.
La familia consiste de un padre, interpretado por José Coronado, y sus tres hijos. El protagonista principal es tal vez el hijo mediano (como en Peaky Blinders), interpretado por Daniel Grao. Curiosamente, el hermano pequeño se dedica al deporte (boxeo, lucha), también como uno de los hermanos Shelby.
El primer capítulo nos sitúa en los 80, y nos describe el origen y crecimiento de la familia. Aquí sí que es Coronado el gran protagonista de la serie. Los cinco restantes se desarrollan más o menos en la actualidad, y en ellos cambia el protagonismo.
La serie tiene una buena estética, con algunas tomas de Madrid magníficas, y algunas escenas de esas que marcan una serie, como cuando los gitanos salen del barrio de Madrid. Desgraciadamente, el sonido sigue siendo una asignatura pendiente, como en tantas series españolas (La Peste la recuerdo con especial horror), y parece mentira que allá veces que no se entiendan los diálogos con claridad. A ver si van a necesitar subtítulos...
Las interpretaciones no son para dar un premio, pero los actores se desenvuelven con mucha dignidad. Las actrices lo hacen peor, para mi gusto, sobre todo la niña. Aunque me temo que el que menos me ha gustado ha sido precisamente Daniel Grao. No sé que transmite, le veo muy hierático.
Por lo demás, la historia carece de grandes sorpresas, no hay giros extraños ni grandes sorpresas en cartera. Una historia más o menos convencional e incluso predecible. Pese a ello, el último capítulo presenta momentos bastante absurdos, que además coinciden con los decisivos. Una pena, porque no se merecía un desenlace tan flojo, máxime teniendo en cuenta que se ha anunciado una segunda temporada.
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