Daredevil es uno de los superhéroes más originales del universo Marvel, y a la vez de los más verosímiles. Se trata al final de un tipo más o menos normal, buen gimnasta, con una ceguera que compensa con el hiperdesarrollo de los otros sentidos, especialmente el oído. O sea, que casi todo el tiempo su vida, en el barrio neoyorkino de Hell's Kitchen, es razonablemente normal.
Lógicamente, no podía permanecer ajeno al alud fílmico a que nos ha sometido Marvel desde hace unos años, gracias al recientemente fallecido (y genial) Stan Lee. Para Daredevil y otros superhéroes similares (Los Defensores: Jessica Jones, Luke Cage, Ironfist), Marvel y Netflix optaron por el formato de serie, dado que pretendían hacer algo más serio y más para adultos que sus películas.
Y la cosa empezó francamente bien. La primera temporada de Daredevil fue excelente, y la de Jessica Jones, sobresaliente. Muy buenas ambas. Así las cosas, uno esperaba con fruición Luke Cage, Ironfist y las siguientes temporadas de los dos primeras, y, por supuesto, su culminación en los Defensores. Y es que estas series tienen muchos puntos de conexión, que las hacen constituir casi un continuo. Como digo, Stan Lee era un genio, y una de sus grandes innovaciones fue mezclar unos superhéroes en las vidas de otros, de forma que el lector de comic no podía perderse ninguno so pena de quedarse descolgado en su favorito. Por cierto, también ha usado el truco de forma inclemente en las películas.
El caso es que con Luke Cage la cosa se empezó a torcer. Quizá debido a que es una serie dirigida al público afroamericano (la verdad es que no sé cómo poner "negro" sin ofender a nadie), pero el caso es que a mí no me gustó. Pero lo peor llegó con la segunda temporada de Daredevil y, sobre todo, con Ironfist. Ambas son infantiloides y dejaban mucho que desear respecto a las primeras series. Claro, cuando la cosa llegó a los Defensores, ya uno no podía tener demasiadas ilusiones. El único ancla era Jessica Jones, todavía impoluta. Y aunque la mujer aguanta como puede, al final Defensores también la corrompe hacia una superheroína convencional, y no la magnífica que vimos en la primera temporada. Desgraciadamente, la segunda temporada también decayó, aunque no hasta los extremos de la de Daredevil.
El universo se completa con una sorpresa, la excelente The Punisher, no prevista originalmente. Aquí tenemos al Shane de los Walking Dead haciendo de veterano militar acosado por los remordimientos.
¿Qué lecciones se pueden aprender de estos éxitos y fracasos? Pues una muy sencilla: en las series y pelis de superhéroes, lo más importante es el "malo". En la primera de Daredevil es Fisk o Kingpin, y en la primera de Jessica Jones tenemos al espectacular David Tenant (Dr. Who) haciendo de Kilgrave.
En Ironfist, Daredevil 2 y Defensores, los malos pasan a ser The Hand, y la cosa pierde mucho.
Afortunadamente, en esta tercera temporada de Daredevil, han recuperado a Fisk como malote, que a los pocos capítulos encontrará compañía en otro de los malos clásicos de Marvel, que no desvelo por no hacer spoiler. Y aunque no llega a los niveles de la primera, la serie mantiene su interés. Y consigue hacernos esperar con una moderada dosis de interés la cuarta temporada, en que seguramente el rival de Daredevil pase a ser el segundo. Tal vez lo más interesante sea la sorpresa que nos da el complot preparado por Walter Fisk, algo que descubrimos en el tercer o cuarto capítulo.
Y la mejor escena de la temporada es, sin duda, la batalla de la cárcel, algo reminiscente de la clásica escena del barrio de drogas en True Detective 1.
Como he dicho, Daredevil completa así su tercera temporada. Son temporadas largas, de 13 episodios, cada uno de 50 minutos a 1 hora de duración.
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