House of Cards es la gran serie de Kevin Spacey y verdadera serie bandera de Netflix durante unos años. Pero en algún momento la desgracia se cebó en ella, y ha terminado de una forma completamente indigna para sus protagonistas, Spacey y Robin Wright (La Princesa Prometida y después la novia de Forrest Gump).
La serie ha tenido 6 temporadas, cinco de trece capítulos y esta última de 8. La duración de los mismos fue cayendo, empezó siendo de 1 hora, aunque en las temporadas 4 y 5, andaba más bien por los 50 minutos. En esta última está entre los 55 y la hora.
Aún recuerdo la primera vez que vi sus créditos iniciales, con esa música elevada y esas magníficas panorámicas de Washington. Se notaba que estábamos ante una serie de clase alta, de calidad. Y en cuanto empezaba y veías a sus protagonistas, los ya citados Spacey y Wright, acicalados hasta el techo con sus trajes, se confirmaba lo esperado. Pero lo que es la marca ineludible de la serie son esas declaraciones que Spacey dedica directamente a la cámara, como confiándole un secreto al espectador. (Viene SPOILER) Solo en el último capítulo de la quinta temporada, hace Robin Wright otro tanto, cuando queda confirmada como nueva Presidente de los USA.
No obstante su elegancia, la pareja son malas personas, amorales, dispuestos a todo para conseguir sus fines, hasta fines poco imaginables y nunca vistas en series políticas, (Viene SPOILER) como el asesinato de una periodista por el propio Spacey.
La serie tiene/tenía un acabado impecable, desde los ya citados créditos iniciales hasta el final, con todas las escenas y personajes exquisitamente cuidados. No obstante, para el espectador español, no habituado a los procedimientos políticos estadounidenses, la cosa era un poco difícil de seguir y por momentos aburrida, pues las trama se centraba en este tipo de intrigas, que uno no acaba de valorar con precisión.
En algún momento de la serie, quizá la cuarta temporada, las tramas se aligeran y se hacen más sencillas, al tiempo que se aceleran los acontecimientos. Por supuesto, la serie gana en dinamismo, pero pierde en profundidad y esa garantía de trama cuidada. Empieza a parecerse a una serie de buenos y malos al uso, en que los amorales Underwood (los buenos a efectos de la serie) van derrotando con cada vez menos sutileza a sus enemigos. El tema es que los Underwood son muy intrigantes, y en cambio sus rivales parecen hermanitas de la caridad. Qué se lo digan a su rival republicano por la presidencia en la cuarta temporada, al que lían de una forma indigna de las primeras temporadas de la serie.
Pero lo lamentable ha sido el colofón que le han dado. Ya la quinta temporada se me había hecho bola y estaba a punto de abandonar la serie. Pero cuando pillaron a Spacey en no sé qué escándalo de esos que se llevan ahora, y se decidió concluir la serie sin su actor insignia con una sexta temporada corta, decidí que si me había tragado 65 episodios, podía chuparme otros 8 y completar la serie.
En mala hora. Eliminado Spacey del reparto, todo el protagonismo recae sobre Wright (con la ayuda del fiel ayudante Doug Stamper-Michael Kelly). Creo que ella hubiera podido sostener el tipo con un guión digno, pero es que le han hecho una verdadera chapuza. (Vienen SPOILERS) Para empezar, la presencia de Francis es inmanente, aunque no puedan sacar ni una imagen de él. Se lo han quitado del medio con un asesinato o accidente, pero no hay ninguna imagen del evento o de noticias, o de nada. Ese precio estaba claro que había que pagarlo. Pero, claro, de eso a embarazar (!) a Claire para resolver el problema de la herencia de Francis, o a crear un gabinete de ministros a base de féminas para resolver las intrigas palaciegas, hay un trecho grande. Se ha pasado de una serie de política-ficción de high standing a una telenovela chusca.
Ese es el remate de esta gran serie. El único punto que parecía que podía salvar la temporada es que los "malos" son en esta ocasión unos intrigantes que persiguen, parece que honestamente, reducir el tamaño del Gobierno, para lo que es necesario echar a Claire de su puesto. Pero, bueno, la cosa no pasa de una declaración de intenciones en uno de los primeros capítulos, y no hay más.
Ay, si Kevin Spacey (y tantos otros grandes actores que han participado en esta serie: Mahershala Ali, Paul Sparks, Molly Parker, Elizabeth Marvel o Joel Kinnaman) levantara la cabeza.
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