The Office es una de esas series de culto que cualquier amante que se precie del género debe poder decir que ha visto. Se trata de una serie atipica, incardinada dentro del género cómico.
Su formato es especialmente novedoso. Está rodada como si fuera un documental: un cámara se va a a pasar una temporada en las oficinas de la sucursal de una empresa cualquiera (una empresa de papel, en este caso) y el resultado son los capítulos de esta serie, dos temporadas de 6 capítulos de media hora, más dos especiales de Navidad de unos 50 minutos.
Así, junto a las escenas propias de lo que ocurre en la oficina, se intercalan preguntas a los protagonistas, a modo de extractos de entrevistas, puntualizando lo que la cámara nos ha mostrado. Es un recurso que, bien utilizado, da mucho juego. El otro recurso es el comportamiento de los personajes, una vez ha pasado la escena, las caras que ponen, que son captadas por el documentalista; además, los personajes no pueden evitar estar pendientes de la cámara, como ocurriría en un documental real, lo que da de nuevo mucho juego para la narración.
Por cierto, otra de las grandes series cómicas de los 2000, Parks and Recreation, inició su andadura con un formato similar (en este caso, se trataría de un documental sobre una oficina gubernamental). No obstante, P&R evolucionó de este formato a uno más convencional, y pasó de ser una serie mediocre (la primera temporada es para olvidar) a una sobresaliente.
Volviendo a The Office, una vez descrito el formato, toca hablar de sus protagonistas. El principal, sobre el que órbita la narrativa, es David Brent, el director de la sucursal, interpretado por Rick Gervais, que también es el director y creador de la serie. El éxito que tuvo en Reino Unido permitió a Gervais emigrar a los EEUU donde hizo un remake de la serie que duró bastantes temporadas, que yo no he visto. Por eso, el título de esta entrada incorpora un UK entre paréntesis, para diferenciarlo de la otra serie.
Pues bien, el tal David Brent es el típico jefe que va de colega y graciosillo, pero que es un verdadero hijo de p. Así que ya podéis imaginar el juego que da el amigo, y de las reacciones de los trabajadores a, por un lado, sus bromas, y, por otra, a sus decisiones de gestión (por así llamarlas). Es cabróncete y ridículo hasta la vergüenza ajena.
Aunque aún dan más vergüenza algunas de las escenas en que participa su principal fiel, Gareth Keenan, interpretado por Mackenzie Crook, luego secundario de lujo en Los Piratas del Caribe. Eso sí, la mejor interpretación la hace el hobbit Martin Freeman, claramente el mejor preparado y más noble de los personajes, que se pasa la vida haciendo bromas al pobre Keenan.
Las temporadas convencionales de la serie se completan con un especial de Navidad partido en dos entregas, que básicamente sigue el mismo estilo, aunque nos cuenta lo que ha pasado dos años después del rodaje del documental inicial. Aquí tendremos una especie de conclusión de la historia con algún momento realmente emotivo.
Al ver esta serie, uno puede comprender la sensación que causó. El formato es novedoso, y también lo es que el protagonista sea odioso. Ahora bien, reírte, reírte, no te ríes mucho. Te sonríes, pero a veces te avergüenzas. Personalmente, el episodio más divertido me pareció el primero. Luego ya hay menos momentos. Eso sí, cada vez que el Keenan se acerque a una mujer prepararos para la burrada. Y también son muy provechosas las caras de Freeman ante algunas de las acciones o frases de sus compañeros.
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