Oficina de Infiltrados es una serie francesa, de título original Le Bureau des Legendes, bastante más evocador. En estos momentos se está emitiendo la cuarta temporada. Las temporadas son de diez episodios de duración 50-55 minutos.
Es una serie excelente, que no puedo dejar de recomendar, aunque los dos primeros episodios cuestan lo indecible. Estuvimos a punto de abandonarla aquí, y menos mal que no lo hicimos.
Se trata de una serie de espías (de hecho, más que espías, estamos hablando de infiltrados, la gente que se encarga de captar espías), pero a la francesa. O sea, arrastrada por la realidad de un oficio que, no lo olvidemos, desempeñan funcionarios y burócratas. Vamos, es como Homeland, pero de verdad.
Y es precisamente esa verosimilitud la que se agradece y se valora. Uno tiene la sensación de estar viendo una historia de espías, sí, pero de espías de verdad, de los que te puedes cruzar por la calle sin identificarlos, de los que tratan de sobrevivir como los demás humanos, tienen su sueldo, y sus reuniones de trabajo, su jefe y sus vacaciones.
Los personajes son sobrios, duros, y cuesta tomarlos cariño, pero poco a poco se consigue. Son dos los principales: Malotrou y, algo menos, Phenomene. El primero es un espía de muchísima experiencia, uno de los más brillantes del departamento, pero que se ve envuelto en una serie de circunstancias que pondrán a prueba todo su ingenio y sabiduría hasta extremos insospechados. De hecho, hasta el punto de poner en crisis el control que las agencias de espías pueden ejercer sobre sus trabajadores.
Por su parte, Phenomene es una recién llegada al departamento. Es experta en sismología y, al comienzo de la serie, está terminando de formarse antes de su primera misión. A esta también le tocan buenos marrones, en las que tendrá que demostrar una sangre, no ya fría, congelada, y una gran astucia, siempre tras un rostro de mosquita muerta.
La acción ocurre en países africanos y del Medio Oriente: Argelia (primera temporada), Irán, Turquía, mucho en Siria, Azerbayán. Y el Estado Islámico está omnipresente una vez superada la primera temporada. Pero, por supuesto, la mayor parte de la narración ocurre en las oficinas de Paris, desde donde se gestiona a los infiltrados y se toman las decisiones que condicionan sus vidas, como quienes son los objetivos de sus actuaciones.
La interpretación es muy sobria, los actores son muy secos, puramente funcionarios franceses. Pero poco a poco se van conociendo sus intimidades, y cobran su verdadera dimensión. Sobre todo, Malotrou (Matthew Kassovitz), en torno a cuya historia de amor con la siria Nadia El Mansour (Zineb Triki) se construye prácticamente toda la narrativa. Malotrou se vuelve un verdadero héroe trágico, perseguido por todos y con único punto de referencia en la vida, en esa vida de espía en que tan fácil resulta perderse.
Las historias que se nos cuentan, razonablemente entrelazadas, son muy atractivas. Yo me quedo, no obstante, con los momentos en la DSO francesa se tiene que relacionar con otras agencias de espionaje, sea la CIA, el Mossad o los servicios iraníes. Me da la impresión de que son especialmente descriptivos de ese mundo de sombras en que tienen que vivir estos funcionarios. Que al final son como nosotros, pero en otro trabajo, seguramente mal pagado para el riesgo que corren.
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