Leo a Schwarzenbach recomendada por un amigo, aunque casualmente también la citaba Reverte en el recientemente leído La frontera invisible. Curiosas estas cosas, porque no me había dado cuenta hasta ahora, cuando ya he terminado el librito.
La señora Schwarzenbach estaba un poco loca, según parece, lo que no fue óbice para que viajara por todo el mundo a principios del siglo XX. Como parte de todo el mundo está también Persia, que, a tenor de su obra, debió de ser lo que más le impresionó. Esta obra que acabo de leer se inspira en Persia, en concreto en un valle al pie del Demawend ("Es war ein anderer Demawend als der, der hier den Ausgang unseres Tales versperrt. Dieser ist ein Gigant, ein Unberührbarer, Ungeborener, ein Sohn des Himmels."), el pico más alto de Irán y situado, más o menos, entre Teherán y el mar Caspio. Ese era el gran atractivo que tenía para mí la lectura.
Lo que me he encontrado me recuerda mucho a los "Petit Poèmes en Prose" de Baudelaire, y me ha gustad más o menos lo mismo. Como curiosidad, en el aún más recientemente leído The mask of sanity, el señor Cleckley no tiene demasiado reparo en calificar a Baudelaire como psicópata deduciéndolo de la lectura de sus "Fleurs du mal". Vamos, que dos locos escribiendo cosas parecidas.
Siendo poemas en prosa, se trata de una serie de XIII narraciones bastante líricas y quizá íntimas. Y aquí tropiezo con el consabido problema que puede suponer su lectura en alemán. Quizá leído en español las imágenes expresadas me hubieran impactado más, y me hubiera gustado más el libro, aún al precio de perder la riqueza del idioma original. Nunca lo sabré, porque no tengo intención de volver a leerlo. Por otro lado, no me ha parecido un libro especialmente llamativo o bien escrito en alemán, por lo que igual la traducción no hubiera perdido mucho.
En cuanto a los poemas, algunos incorporan interesantes descripciones de los lugares que visitó la autora, no solo en Irán, en general por la zona. Así, tenemos el cementerio cercano a Persepolis: "Naksch- i- Rustem, ragende Felswände, das Haus Zoroasthers, die Grabkammern der Könige– Tributbringer, Fackelträger, Büffel, Löwen, Hunde, Dromedare und Wildschweine geistern im grauen Gestein–, auf der Zinne die erloschenen Feueraltäre, darüber gibt es nur noch den Himmel." O este recuerdo de Tiflis: "Ich sah Tiflis wieder, die Stadt der hundert Sprachen, den Basar, wo alle Gesichter Asiens sich zusammenfinden, ich stieg in die Gassen der Altstadt hinab, die sich am Steilufer zusammenwürfelt, in einer Flussbiegung".
También rescato este, que le cuenta un conocido, del Kiev de antes de la Segunda Guerra Mundial "»Einmal, während eines Osterfestes, habe ich die Glocken von Kiew gehört. Ich werde das nie vergessen. Glocken von allen Hügeln, bunte Kuppeln und weisse Kirchen über der Stadt, und über dem schimmernden Fluss weitgespannte Brücken."
No obstante, la mayor parte del texto son reflexiones inspiradas por lo que observa o recuerda. En algunos casos, parece ser la nostalgia por sus orígenes "Eine goldene Kuppel, ein Bleidach. Man sage mir nicht, es gäbe nur einen Himmel, wie es nur einen Mond, eine Milchstrasse, ein Sternensystem gibt. Der Himmel dieses Landes, der persische Himmel hat nichts mehr gemein mit dem vertrauten Himmel meiner Kindheit."
"Ich muss die Katheder und Kanzleien vergessen, und den Geruch der Apotheken, den Staub der Museen, die heilkräftige Luft der Sanatorien. Die Druckereien der Zeitungen, des Nachts hell erleuchtet, mit ihren rastlos stampfenden Maschinen. Die Zensoren in ihren gläsernen Zellen. Die Wärme der Treibhäuser, der Brutapparate, der Hotelzimmer in amerikanischen Städten."
Aunque no está claro que sean buenos recuerdos: "Das Stampfen der Maschine, Dröhnen, Krachen, Klirren und Rollen verursachten mir schwere Träume."
En varios de los capítulos se refiere a unas excavaciones arqueológicas en las que participó durante sus viajes, en el área de Siria. Me gusta esta reflexión al respecto: "Knabe Daniel, schau auf–, du und ich, wir wollen uns nicht fürchten. Der König von Babylon hat sein Recht verloren, der Stein Hammurrabis liegt in Trümmern, Gras wuchert in Tempelhöfen, die Prinzessinnen schlafen neben den Schuldknechten, die Tore der Gefängnisse stehen offen, und du stiegst unverletzt aus der Grube."
A mí se me ha hecho bola, pequeña porque no es un libro muy largo. Y poco más puedo añadir, la verdad, salvo despedirme con una frase que me parece reflejar bien la excitación del viajero. Quede claro al potencial lector que no es este ni de lejos un libro de viajes, sino más bien uno de sentimientos íntimos producto de lo experimentado en los mismos.
"Oh, Magie der Namen! Oh, Städte Asiens, leuchtende Kuppeln über dem Niemandsland, oh, jähe Hoffnungen! Schlägt dein Herz wieder?"