Tercera entrega y penúltima de la serie. El lector interesado encontrará los comentarios sobre las dos primeras aquí y aquí.
El esquema es el mismo: el autor selecciona un grupo de episodios, en este caso relacionados con la Segunda Guerra Mundial, y nos los narra en cierta profundidad. El criterio de elección es completamente subjetivo, los que a él le han gustado más o le parecieron más interesante. Ello tiene como consecuencia que tiendan a aparecer episodios locales franceses, que no tienen el mismo interés, al menos para mí, que los restantes. Ello contribuye a que, una vez más, haya una gran heterogeneidad en la calidad de la lectura. En este caso, son de dimensión claramente francesa los dedicados a la Gestapo francesa, a Jean Moulin y la Resistencia, y al doctor Petiot. Los dos últimos son especialmente soporíferos. En concreto. en el último solo se me quitó el sueño cuando Decaux describe la cobertura que dio el Partido Comunista francés al asesino en serie: "plusieurs des officiers responsables d’une caserne aient pu se placer sous l’autorité du parti communiste," "Des pouvoirs locaux se sont institués au sein desquels les communistes jouent presque toujours le rôle principal." Como vemos, la izquierda no decepciona nunca: aquí les tenemos soltando violadores, en la Francia liberada protegiendo a delincuentes psicópatas.
Dos cosas son diferentes respecto a las entregas anteriores, En primer lugar, los episodios son más largos y detallados (como digo, hasta el sopor en el caso de los franceses). En segundo lugar. Decaux se muestra más activo como historiador científico, hablando más de las fuentes y de sus fuentes, y haciendo crítica de ellas cuando es necesario.
En cuanto al contenido, me han resultado especialmente interesantes los capítulos dedicados a la bomba atómica y a la rendición de Japón, los dos últimos del libro.
En el primero comienza "in media res", con el avión meteorológico que precedía el Enola Gay, pero lo remonta a los orígenes de la investigación cuántica ("Dans les années 1920 et 1930, de jeunes savants cherchent éperdument – et passionnément – le secret de la matière : Ernest Rutherford à Cambridge, Niels Bohr à Copenhague, Max Born et Jacob Franck à Göttingen, Frédéric Joliot-Curie à Paris, Enrico Fermi en Italie."). Como dato curioso, resulta que la fabricación de la bomba atómica involucró a 539.000 personas. Otro dato interesante es que "L’enquête postérieure des services américains montrera que les études préliminaires à la fabrication d’une bombe atomique n’étaient même pas engagées en 1945." O sea, como en Irak, estos americanos siempre con el mismo truco. Habrá que ver que nos han ocultado en el caso de Ucrania. Último detalle, la visión mainstream de Roosevelt y su New Deal:"l’homme qui, à peine élu, a dû faire face à la dépression qui accablait les Américains et, en leur proposant un audacieux programme économique – le New Deal –, les a sauvés."
La descripción del estallido de esa primera bomba atómica es magistral, por su expresividad y concisión. "Ce fut d’abord l’éclatante lumière. Ensuite, l’effroyable chaleur qui brûla tout. Puis la rafale qui détruisit tout."
En el caso de la rendición de Japón, lo más relevante para mí es que documenta bien cómo NO es cierta la visión mítica de que Japón se rindió como consecuencia de la devastación que produjeron las dos bombas atómicas. De hecho, había una importante facción en el gobierno que quería seguir la guerra a toda costa (calculaban con con "tan solo" 20 millones de bajas se podría conseguir la victoria ante los aliados) y en las discusiones que nos cuenta Decaux no aparece el efecto de la bomba atómica como argumento.
Los restantes capítulos son también interesantes, aunque los conocía algo mejor. Está el montaje de los soviéticos en relación con la matanza de Katyn, que trataron de imputar por todos los medios posibles, algunos completamente ridículos, a los Nazis. Tenemos el hundimiento de la flota francesa en Mers-El-Kebir. Tenemos otro sobre el agente SS que trató de denunciar el genocidio nazi de los judíos ante la iglesia, con poco éxito. Y está también otro dedicado al hundimiento del Laconia al sur de África, un pequeño canto a la paz y la esperanza entre tanto desastre, al que los americanos se encargaron de poner fin (o al menos así lo cuenta Decaux, que como buen francés tiene su ramalazo anti-estadounidense).
Mención aparte merece el rescate de Mussolini, no tanto por la operación de tal rescate por Hitler, sino por el previo a tal rescate: Mussolini renuncia pacíficamente al poder tras votación del alto Consejo Fascista, pero es traicionado y llevado a prisión una vez presentada su dimisión. ¿Cuántos dictadores socialistas han hecho algo parecido? Sí, lo siento, en la lectura de este libro se recrudece la manía y temos que cualquier persona bien informada debería tener a los partidos de izquierdas.
En fin, otra tomo de lecturas interesantes e incluso apasionantes, Ya solo me queda el cuarto tomo, De Stalin a Kennedy. En breve, aquí lo tendré comentado.