No creo que hagan falta demasiadas presentaciones ni comentarios a esta serie, un clásico del humor que podríamos llamar físico.
Lo cierto es que, aunque había visto algún capítulo suelto o alguna escena perdida, no había visto la serie sistemáticamente. Navegando por Amazon Prime la encontré en un momento de café, y decidí que por ver un capítulo no perdería nada. Dicho y hecho, y nada más empezar me encontré en los títulos de crédito a uno de mis novelistas y guionistas cómicos preferidos, Ben Elton (creador de la magnífica Upstart Crow comentada hará unas semanas, y hace más tiempo de Black Adder).
Claro, con esa referencia, mi interés se acrecentó bastante, y decidí que vería la serie entera. Desgraciadamente, Ben Elton solo colaboró en el guión de dos de los episodios, el 1 y el 3, pero para cuando me dí cuenta de ello, ya estaba embarcado en verla hasta el final. Estamos hablando de 14 episodios de 25 minutos de duración, emitidos entre 1990 y 1995. Este último dato es importante, porque es muy distinto ver esta serie esparcida en meses, que verla toda seguida a razón de varios episodios por semana. Es obvio que en este último caso la serie va a tender a hacerse repetitiva y aburrida, por lo que es de justicia que lo comente.
Bueno, la serie, una vez vista, no presenta nada inesperado, aunque sí alguna ligera sorpresa. Como es muy bien sabido, el protagonista casi único en Rowan Atkinson, más conocido, precisamente, por Mr. Bean. El humor es físico, apenas hay diálogo, y el que hay es muchas veces inaudible. Y la serie nos narra de qué forma resuelve Mr Bean los problemas o situaciones a las que se enfrenta, muchas cotidianas, pero que se hacen complejas ante las ideas de bombero del protagonista.
¿Cuáles son las ligeras sorpresas? Pues el punto repugnante de algunas escenas, y el punto amargo de otras. En general, las escenas que tienen que ver con comida y con los calcetines son directamente asquerosas, y solo pueden entenderse como divertidas para el humor de los ingleses que, he de decir, no son la gente más limpia del mundo. El punto de amargura lo ponen aquellas escenas en que Mr Bean está solo en casa (bueno, con su osito de peluche), y en la que nos asomamos a una vida cómica, sí, pero de gran soledad, que encima tiene visos de verosimilitud.
Poco más que añadir. Ah, sí, si Mr Bean también tiene un par de pelis, para el que no se sacie con la serie.
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