A quién se le diga que me he tragado una serie con el título de ésta, española y marujil para más señas, le resultará increíble. ¿Cómo es que ha pasado? Pues porque venía bien recomendada, tiene buena puntuación en IMDB (7,9 sobre 10) y además es cortita (de momento, dos temporadas de cinco episodios de media hora de duración, aunque ya hay anunciada una tercera temporada).
Una vez vista, he de decir que ha merecido la pena. A ver, no es la serie cómica de mi vida, pero es ciertamente entretenida y un punto adictiva. Bueno, y tiene su punto dramático. Paquita Salas (Brays Efe, sí, un tío) es la dueña de una agencia de representación de actores y actrices, que gestiona con ayuda de su fiel asistente Magüi (Belén Cuesta). Por su oficina pasarán sobre todo actrices más o menos brillantes, pero también otros personajes más mundanos, como la magnífica Noemí (Yolanda Ramos), vendedora de crecepelos para tías. Y tampoco os perdáis el capítulo en que sale Violeta (Ana Milán) como asesora para superar momentos de crisis.
El formato de la serie es reminiscente del The Office (y Parks & Recreation). O sea, se nos cuenta como si fuera un documental rodado por un tercero, por lo que se interrumpen las escenas convencionales con entrevistas en que los personajes nos dan su punto de vista sobre lo que sucede. Además, como ya dije al comentar The Office, estos actúan pendientes de la cámara que les está rodando. Además de esta inspiración, Paquita Salas tiene también algo de Alan Partridge, el reportero engreido interpretado por Steve Coogan, uno de mis personajes favoritos en la comedia británica, aunque no llega al nivel de maldad de éste. Porque Paquita Salas puede no ser consciente de lo que le rodea o de sus limitaciones, pero nunca se podrá decir que es mala persona. Partridge resulta ridículo y antipático, te diviertes porque le pasan cosas malas y se las merece. Paquita Salas también resulta ridícula, pero lo divertido no viene de lo que le pasa, sino de cómo lo aborda y de cómo se relaciona con sus representado.
Lo cierto es que a Paquita Salas también le ocurren contratiempos, más que buenas noticias. Y ello termina dando a este serie, inicialmente cómica, una componente dramática inesperada. Quién no me crea, es porque no ha llegado a los capítulos 4 y 5 de la segunda temporada, aunque los tonos dramáticos ya aparecen un poco antes. Francamente, no sé qué recorrido puede tener esta serie por esa vía, pero los guionistas sabrán mejor.
En la serie hay abundantes cameos de viejas glorias: Antonio Resines, Andrés Pajares (bueno, éste va más allá del mero cameo), Belinda Washington, Ana Obregón. Se nota que los creadores son unos grandes aficionados a las series, españolas y extranjeras, pues hay constantes referencias, tanto a modernas como a clásicas. Al mismo tiempo, nos revelan un mundo oscuro detrás del glamour que acompaña a la industria cinematográfica, un mundo donde los triunfos son evanescentes y las puñaladas están a la orden del día, y dónde también hay mucho perdedor.
Una observación final: he dicho que los capítulo son de unos 20 minutos, pero el metraje efectivo es bastante inferior. Por un lado, los títulos de crédito, tanto iniciales como sobre todo los finales, son largos; y, por otro, en cada capítulo tenemos una ración de "minutos musicales", en que se concatenas escenas bajo el sonido de música, a modo de reflexión o recapitulación.
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